Quieren que las etiquetas de los alimentos adviertan claramente sobre sus riesgos nutricionales

Se estudia un nuevo modelo de información en los envases sobre los niveles de sodio, azúcar y calorías que contienen los productos. ¿Se viene el semáforo nutricional?

ALIMENTACIÓN Y SALUD Redacción Redacción
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En el dorso de la mayoría de los productos que se encuentran en las góndolas de los supermercados, existe una etiqueta con la información nutricional. Pero no todos la leen, y quienes la leen, no siempre la comprenden como deberían.

“Es muy confusa esa información para los consumidores porque, más allá de que a veces está en letra muy chiquitita, se requiere de cierta preparación para decodificarla”, explica a Con Bienestar Sergio Britos, licenciado en nutrición (M.N. 1.170) y director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA).

En definitiva -continúa el especialista- esto “conspira” contra la posibilidad de que la gente aproveche la etiqueta como fuente de información y atenta contra una dieta saludable.

“Esto, sumado a la tendencia del crecimiento en materia de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas vinculadas en los últimos años en la Argentina, hizo que se empiece a prestar atención a lo que se denomina etiquetado frontal de alimentos”, señala Britos.

“Se prevé que se aplique por definición a todos los alimentos que son envasados por fuera del alcance del consumidor. Sólo quedan excluidos los productos que se compran a granel, sueltos, como el garbanzo, la lenteja, o el pan de la panadería o la carne de la carnicería”, detalla Britos.

En diálogo con Guillermo Lobo, este referente en materia de alimentación reveló que se estudia en el país un nuevo modelo de información en los envases sobre los niveles de sodio, azúcar y calorías que contienen los productos. Y habló de modelos como el francés, que establece un “semáforo nutricional” para las etiquetas, donde el rojo advierte al consumidor sobre el escaso valor saludable de un producto y el verde lo señala como potable, aunque la gama de colores tiene matices entre esos extremos.

Otro modelo, el del sello negro en las etiquetas, se usa en Chile, México y Uruguay para advertir sobre peligros extremos de un alimento envasado, con la idea de desalentar su consumo. ¿Se podrá implementar aquí una fórmula así?

Por lo pronto, la mayor claridad de la información en la parte delantera del envase parece ser un camino posible.

Herramienta clave, pero no única
El nutricionista indica que el etiquetado frontal de alimentos es una “gran herramienta” que en la Argentina tiene que avanzar en el corto plazo y con un “buen modelo”.

“Nuestro país tiene a más de la mitad de su población en situación de obesidad o sobrepeso. Es urgente tomar medidas de política nutricional y de política alimentaria para frenar esa tendencia”, advierte el licenciado.

Y en ese sentido, dice que este etiquetado frontal es una herramienta importante para abordar estas problemáticas. Aunque sabe que no es la única y que su aplicación aislada no generará una disminución en esas cifras preocupantes.

Se trata de un etiquetado nutricional que se ubica en el frente de los alimentos que se venden envasados. Esta normativa busca visibilizar la información más relevante, en “forma simple, corta y práctica”, junto con un modelo gráfico para que el consumidor a primera vista pueda tener una idea acerca del valor de un alimento.

“Se necesitan, también, mejores entornos alimentarios en las escuelas, campañas activas de educación alimentaria, tomar el toro por las astas en cuanto a los precios de los alimentos de mejor calidad nutricional y mejorar la calidad de los programas alimentarios para pensar en mover un poco el amperímetro de la obesidad en la Argentina”, describe el nutricionista.

Qué modelos hay
Son muchos en el mundo. Algunos, según nos cuenta Britos, se denominan “de advertencia”, porque la lógica se basa justamente en advertir el alto contenido de azúcar, sodio, ácidos grasos saturados o grasas.

Otros, se llaman “de resumen -o síntesis-” porque toman en cuenta no solamente los nutrientes críticos de un alimento sino, además, la presencia de fibras, proteínas, hortalizas o frutas en su composición y calculan, para un alimento, un puntaje que hace referencia a su valor nutricional global o completo.

Luego, se visualiza a través del etiquetado bajo un modelo gráfico. Puede ser por los colores del semáforo, a través de sellos en color negro, escala de letras o estrellas, entre otros. “Hay varios modelos en pugna en el mundo que buscan llamar la atención del consumidor para su propio beneficio”, asegura el especialista. En la Argentina, todavía no está definido cuál será el modelo.

“El impacto de la intervención se tendría que reflejar, en un tiempo razonable, en una dieta más saludable en la población”, concluye.

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