La cantidad de sexo perfecta para funcionar en pareja

SEXUALIDAD Sara BLANC
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Nos encantan las comparaciones, aunque nos hagan un flaco favor en la mayoría de ocasiones. No podemos evitar comparar, para bien o para mal, nuestro físico con el de otras personas de nuestro mismo sexo; también el trabajo laboral y sus respectivos sueldos; si el coche que tienen otros es mejor o peor que el nuestro o los tipos de planes que hacen quienes nos rodean, si son más o menos divertidos o costosos. Y si pensamos en algo más íntimo, sucede lo mismo... Sí, el sexo entre individuos también es vulnerable a examinación.

Intentar determinar si una pareja tiene más o menos sexo que el que se desarrolla en nuestra relación nos lleva al error de creer que todas las relaciones de pareja son iguales y que todas tienen las mismas necesidades sexuales. Pero reconozcamos que nos gustaría saber, al menos en líneas generales, cuánto se considera tener mucho sexo y cuánto poco.

Para empezar, el sexo es importante en una relación de pareja y es un ingrediente que debe existir para mantener la complicidad y la conexión, pero lo importante no es la cantidad o el número de relaciones sexuales que una pareja tiene. Lidia Alvarado, psicóloga experta en relaciones de pareja, indica que la cantidad de sexo que se considera normal o aceptable «no lo decide la sociedad, ni se rige por lo que dicen las encuestas, ni por lo que otras parejas crean que es lo adecuado», sino por lo que a nosotros como pareja nos funciona, nos hace sentir bien y cómodos.

«En nuestra vida pasamos por diferentes ciclos a nivel personal que influyen en nuestro estado emocional y afectan también a nuestra relación si estamos emparejados. De esta forma, podemos tener nuestra sexualidad muy activada en algunas ocasiones o, todo lo contrario: que el sexo sea lo último en lo que estamos pensando», explica Lidia Alvarado.

Calidad frente a cantidad
Cada persona es un mundo y cada pareja también, y esas diferencias son extremadamente relevantes al plantearse qué cantidad de sexo se debe considerar normal en una pareja. «La cantidad ideal deberá basarse, por tanto, en nuestras circunstancias personales, en nuestras circunstancias como pareja, en cómo nos sintamos o en las situaciones que estemos viviendo», comenta la psicóloga.

El hecho de mantener menos relaciones sexuales de las que hemos mantenido en otros momentos no tiene por qué ser algo negativo por sí mismo porque las relaciones de pareja atraviesan diferentes etapas. No tiene sentido tener relaciones sexuales únicamente porque creemos que debemos tenerlas porque si no «no es normal» o porque otras personas digan mantener más. Para Lidia Alvarado la clave está en encontrar un equilibrio y en que ambos estén a gusto con la frecuencia y con la manera de disfrutar de la sexualidad compartida.

«¿De qué sirve tener sexo todos los días si no se disfruta porque se hace por rutina u obligación? La sexualidad debería vivirse como un momento de placer, disfrute y compenetración con la otra persona, por lo que en realidad es mucho más importante la calidad que la cantidad», asegura.

 Sin embargo, la señal de alarma viene cuando dentro de una relación de pareja la sexualidad tiene ritmos muy diferentes, es decir, uno de los dos necesita tener más sexo que el otro y esto genera un conflicto que podría dar lugar a desencuentros y diferencias que terminan afectando a la dinámica de la pareja.

En estos casos, tal como dice Lidia Alvarado ( @lidia_alvaradolopez), lo adecuado es recurrir a la comunicación en lugar de «esconder esa diferencia debajo de la alfombra». Hablar de ello de una manera sana y natural evitará que termine contaminando toda la relación.
En busca de conexión
Aunque se puede pensar que los jóvenes son los que más sexo tienen, según los estudios realizados en torno a este tema, el rango de edad en el que más sexo se practica es entre los 30 y los 40 años, seguido del grupo de edad entre 20 y 30 años.

«Según las investigaciones esto sucede porque la madurez lleva implícita unas mayores ganas de tener sexo», cuenta la psicóloga. Lo que también concluyen dichos estudios es que el concepto de sexualidad va cambiando con la edad y que se vive de una manera completamente diferente a media que se van cumpliendo años: «En la juventud el sexo obedece más a una necesidad impulsiva y con la madurez hay además una búsqueda de conexión», desvela.

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