La curiosa conexión entre el sexo y la longevidad

SEXUALIDAD Carola LEVI
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Todas las relaciones de pareja de largo recorrido pasan por etapas en las que el sexo se vuelve esporádico y, por momentos, nulo. Si estamos pasando por una situación similar, es el momento de volver a encender la chispa, ya que, evidencias científicas demostraron que el sexo mejora la salud cardiovascular y cerebral y reduce el riesgo tanto de inflamación crónica como de contraer una enfermedad infecciosa.

 Si acostumbramos a salir a correr y siempre comemos de forma equilibrada, el siguiente paso en nuestra vida saludable son los encuentros íntimos. Más allá de la edad que tengamos, el sexo siempre será bueno y positivo y, según la sexóloga y psicóloga española Nayara Malnero, la edad no es un impedimento para disfrutar o rendir sexualmente.

Un estudio del Departamento de Salud Pública e Higiene de Japón demostró que las personas que mantienen un alto nivel de deseo sexual hasta una edad avanzada pueden tener mayor esperanza de vida que los que experimentan una disminución de la libido. En tanto, una investigación de la universidad de Missouri, en Estados Unidos, planteó que las personas que tienen una perspectiva positiva sobre la longevidad pueden gozar con total plenitud de la intimidad física.

“Pensar positivamente sobre la forma en que se envejece puede conducir a una vida sexual saludable”, dijo Hanamori Skoblow, una de las autoras. Según la especialista, las percepciones negativas del envejecimiento están vinculadas a una mayor probabilidad de deterioro cognitivo, mayor probabilidad de enfermedad cardiovascular e incluso una esperanza de vida más corta.

La conexión entre el sexo y la longevidad
Los beneficios del sexo fueron estudiados en diferentes investigaciones científicas. Entre otros, se destacan los siguientes:

Puro cardio. Todo ejercicio físico es bueno para la salud tanto física como mental y el sexo es, entre otras muchas cosas, puro ejercicio que ayuda a mantener el cuerpo en forma. Tal es así que, como muestran los estudios de la European Journal of Preventive Cardiology, su práctica fortalece el corazón y todo el sistema circulatorio, y reduce notablemente el riesgo de mortalidad por una enfermedad cardiovascular.
Igual (o mejor) que caminar. Lógicamente, el nivel de beneficio sobre el organismo dependerá tanto de la frecuencia como de la intensidad de los encuentros. Si bien el acto sexual suele suponer, como concluye una investigación de la Universidad de Quebec en Montreal, una mayor quema de calorías para los varones que para las mujeres, se estima que el ejercicio que se practica durante un coito de 20 minutos equivale a caminar algo más de kilómetro y medio.

Protege el cerebro. El sexo, según señala la universidad británica Anglia Ruskin, también es eficaz frente al deterioro cognitivo asociado a la edad o, lo que es lo mismo, salvaguarda la salud del cerebro. Y aquí no hace falta haber disfrutado de una vida sexual plena durante décadas: esta protección también tiene lugar en los amantes más longevos, por lo que nunca debe dejar de recomendarse. “Que la edad no permite disfrutar del sexo es sólo un mito”, dijo Malnero.

Mejor en pareja. Un trabajo de la Universidad de Princeton sugiere que el sexo promueve el crecimiento de nuevas neuronas, pero puede que el beneficio sea una consecuencia de la interacción social. La psicóloga española Elena Jiménez indicó que es posible que las personas mayores sexualmente activas mantienen sus funciones cognitivas por tener una pareja con la que compartir su vida y que les ayuda a mantener su cerebro en funcionamiento.

Menos infecciones. Mantener relaciones sexuales también es muy bueno para el sistema inmune. Las parejas que tienen sexo una o dos veces por semana tienen, según un estudio de la Universidad Wilkes en Pensilvania, mayores niveles de inmunoglobulina A, anticuerpo que se une a muchos patógenos invasores para evitar que entren en la sangre o se adhieran a las mucosas. Pero la práctica del sexo también confiere una mayor resistencia frente a las infecciones a través de una segunda vía: tras el orgasmo, el cerebro libera una hormona llamada prolactina que, además de disminuir –durante un corto tiempo, no definitivamente– el deseo sexual y provocar una sensación de satisfacción, induce la relajación muscular y, por ende, el sueño. Y cuanto más descansa una persona, mejor funciona su sistema inmunitario

Fuente: TN

   

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