Argentino a salvo en Nueva Zelanda, el país que anunció la derrota del coronavirus

Fue uno de los últimos en partir de Buenos Aires y uno de los primeros en disfrutar de algo único: vivir en el primer país que alejó a la pandemia.

SALUD Redacción Redacción
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Tomás Tobares hizo dos cuarentenas, fue testeado en una carpa de campaña, disfruta de caminatas saludables, toma mate solo y sale del encierro entre paisajes de ensueño. Es uno de los últimos argentinos que partió de Ezeiza cuando arrancaba la pandemia y uno de los primeros en disfrutar de una situación única: vive ahora en Nueva Zelanda, el primer país del mundo en anunciar que derrotó al coronavirus.

Los secretos, contados con mirada argentina por este hincha de Boca de 28 años, hablan de un país conformado por dos islas principales en medio del océano Pacífico que “pudo cerrar muy rápido sus fronteras”, que controló “a casi todos los visitantes” arribados antes de la cuarentena general y que frenó su contador sanitario en menos de 1.400 contagios y apenas 19 muertes por el virus.

“Lo hemos eliminado, la batalla está ganada”, fueron esta semana las palabras de la premier neocelandesa Jacinda Ardern, que cuando asumió, el 26 de octubre de 2017, era la jefa de Gobierno más joven del mundo. Hoy tiene 39 años y se puso al frente de la lucha contra el COVID-19.

“La gente acá es muy cumplidora, mantiene la distancia social y cuando Ardern dispuso la cuarentena nivel 4, que es el máximo, a nadie se le ocurrió hacer trampas, circular sin permiso o hacer actividades que implicaran riesgos para la salud”, cuenta Tomás por chat, mientras por computadora responde a una entrevista de trabajo.

Nueva Zelanda es un país que no limita con ningún otro, pues lo envuelven las olas de mar. Tiene cinco millones de habitantes, que representa un tercio de la población que tiene la provincia de Buenos Aires. Y su gobierno cerró las fronteras con tan solo 12 contagios comprobados.

Realizaron tests con amplio despliegue y fueron estrictos en el seguimiento de los contactos estrechos que tuvieron las personas infectadas, otras dos claves de la estrategia neocelandesa.

“Acá cuidan detalles: nos hicieron hacer la primera cuarentena de 14 días apenas llegamos. Luego, vino el aislamiento general. Desinfectaron los lugares públicos y dispusieron de alcohol en gel en las estaciones de trenes y en las terminales de los ferries que nos cruzan de Davenport, donde vivo, a Auckland, la capital”, explica Tobares

“Acá cuidan detalles: nos hicieron hacer la primera cuarentena de 14 días apenas llegamos. Luego, vino el aislamiento general. Desinfectaron los lugares públicos y dispusieron de alcohol en gel en las estaciones de trenes y en las terminales de los ferries que nos cruzan de Davenport, donde vivo, a Auckland, la capital”, explica Tobares.

“Después de mucho insistir, logré una cita en un centro de salud a cuatro barrios de la casa donde estaba. No tenía fiebre, pero tuve que avisar desde afuera de la clínica que había llegado, porque ante la sospecha de COVID-19, te atienden en una carpa montada para estos casos. Me hicieron el hisopado y por suerte, horas después, me informaron que era negativo, fue un susto, apenas una bronquitis que con medicación normal se me pasó”, relata Tomás.

Termina la charla y se va respirar el aire de la bahía, porque las salidas recreativas están permitidas allá, y a nadie se le ocurre arrimarse más de dos metros a otra persona.

Fuente: tn

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