Los síntomas de la ansiedad menos conocidos

SALUD Melisa GONZÁLEZ para ABC
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Si no la padeces tú, seguro que al menos conoces a alguien que sufre de ansiedad. Esos momentos de parálisis, de nerviosismo o de angustia no es otra cosa que la ansiedad haciendo acto de presencia. Este trastorno es una señal de nuestro cuerpo que nos avisa de posibles peligros y, a lo largo de nuestra evolución como especie, ha sido muy útil porque nos ha ayudado a sobrevivir. Por lo tanto, necesitamos que la ansiedad esté con nosotros, aunque en algunas situaciones resulte incómoda.

Laura Fuster, psicóloga en Valencia, defiende que la ansiedad está para protegernos, «no para hacernos daño», así que es importante que, cuando se sientan síntomas desagradables, se sepa que no van a ser perjudiciales para ti. Sin embargo, la ansiedad se convierte en problema cuando aparece en situaciones en las que la incertidumbre no es real o la probabilidad de ocurrencia es muy baja. En estos casos, tal como indica la psicóloga, es importante que se trabajen los pensamientos por cuenta propia o con ayuda de un profesional ya que es muy probable que estos «sean catastróficos», futuros, generales, etc. «Es decir, que los pensamientos que te generan ansiedad sean irracionales y no estén basados en la objetividad», dice.

¿Tenemos ansiedad?
De hecho, la ansiedad es una respuesta muy normal a eventos estresantes de la vida como algunos días en el trabajo, una mudanza, problemas económicos... Además, este trastorno puede ser hereditario ya que se estima que tiene 5 veces más probabilidades de desarrollarlo si tiene un pariente cercano con la afección.

Sin embargo, cuando los síntomas de ansiedad se vuelven más grandes que los eventos que los desencadenaron y comienzan a interferir en el día a día podrían ser signos de esta alteración.

Los trastornos de ansiedad pueden ser debilitantes, pero pueden tratarse con la ayuda adecuada de un profesional médico. Reconocer los síntomas es el primer paso, y los principales son, según Laura Fuster:

- Taquicardia, palpitaciones, aumento de la frecuencia cardíaca.

- Sudoración.

- Temblor o sacudidas.

- Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.

- Sensación de ahogo.

- Dolor o molestias en el pecho.

- Náuseas o malestar abdominal.

- Sensación de mareo, inestabilidad o desmayo.

- Escalofríos o sensación de calor.

- Parestesias (sensación de hormigueo).

- Desrealización o despersonalización (separarse de uno mismo).

- Miedo a perder el control o de «volverse loco».

- Miedo a morir.

 
Tal como asegura la psicóloga, cuando la ansiedad permanece un tiempo pueden aparecer otros síntomas secundarios, por ejemplo:

- Pérdida de memoria.

- Perdida de concentración.

- Insomnio.

- Pérdida del apetito.

- Disminución del deseo sexual.

- Anhedonia (pérdida de las ganas de hacer actividades).
«Como siempre digo, cada persona vive sus episodios de ansiedad de una manera distinta. Normalmente, cuando se rebajan los síntomas iniciales, suele quedar un agotamiento general que afecta a la concentración, la memoria y el estado de ánimo entre otros», escribe Laura Fuster ( @laurafusterpsicologia) en su cuenta de Instagram. «Lo importante es que los identifiques y pongas remedio cuanto antes para que no vayan a más», añade.

Y, como podemos ver, cuando la ansiedad se instaura en nuestras vidas, produce síntomas muy desagradables. De hecho, es muy habitual que la ansiedad y la depresión estén muy relacionadas y se den a la vez en la misma persona.

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