Bridgerton sembró la duda: ¿por qué nos avergüenza hablar de sexo con nuestros padres?

Aún hay recelos para abordar cuestiones de la intimidad con los papás. Los expertos coinciden: la educación sexual sana empieza en casa.

SER PADRES Carola LEVI
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La serie Bridgerton gana popularidad a paso firme. A tan sólo dos semanas de su estreno se convirtió en todo un fenómeno. Uno de sus principales atractivos son las escenas subidas de tono, sobre las cuales la pareja protagónica, Phoebe Dynevor y Regé-Jean Page, ya contaron cómo hicieron para rodarlas.

 “Ya sea en el interior o al aire libre, el dormitorio, la biblioteca o la gran escalera, entre bastidores en el teatro de la ópera o debajo de las gradas cubiertas de lona en un combate de boxeo, ningún lugar está a salvo de las bulliciosas relaciones sexuales del elenco de personajes de Bridgerton”, había advertido la autora de las novelas que inspiraron la serie, Julia Quinn, a Entertainment Weekly.

Pero estas secuencias sexuales (con ciertas reminiscencias a Game of Thrones) trajeron más de un quebradero de cabeza. Es que la ficción se estrenó en la época de Navidad, por lo que los miembros de algunas familias decidieron mirarla juntos. Es más, en algunos otros países incluso coincidió con la cuarentena estricta ante el aumento de contagios de coronavirus, con lo cual verlo con la “burbuja familiar” fue quizás hasta inevitable.

En las redes sociales se generó un debate sobre la incomodidad que suponía compartir la experiencia de ver la serie con los padres. En particular, los adolescentes suelen elegir a sus amigos para tratar las cuestiones sexuales antes que a las personas adultas, y menos aún si se trata de familiares.

“Los adultos de hoy son los que estuvimos criados bajos los tabúes y las dificultades de nuestros propios padres para hablar de la sexualidad, con lo cual es casi cultural. Yo creo que los chicos de hoy, cuando tengan 30/40 años, van a presentar muchos menos reparos para tratar estos temas”, opina la sexóloga Viviana Wapñarsky (M.N. 24.433) a Con Bienestar.

Los expertos coinciden en que una educación sexual sana comienza en casa, y que la escuela puede ampliar la información, pero no ser la única fuente de los chicos. Con el tiempo y la práctica a los padres les resulta más fácil abordar estas cuestiones, y existen muchas y diferentes formas de iniciar la conversación.

La sexóloga considera que son los padres los que tienen que hacer un esfuerzo para entablar un diálogo: “Si los adultos empezamos a abrir espacio a estos temas es una manera de naturalizar. Lo que no hay que hacer nunca es callar las preguntas. El silencio es como decirle al hijo que lo que está preguntado está mal y, sin dudas, le baja la autoestima. O empieza a asociar las dudas sobre sexualidad con la vergüenza y eso no colabora”.

Por eso, Wapñarsky recomienda que lo mejor que se puede hacer es estar predispuesto a las preguntas y, si estas incomodan, darse cada uno el tiempo necesario para responder. Si para alguna cuestión no se tiene respuesta, se admite que es un tema que no se conoce, pero no hay que dejar jamás una consulta sin contestar.

“Si no les contestás van a encontrar las respuestas en otro lado, como internet o en la televisión, y probablemente tengan muy mala información, no porque lo que hay en el mundo online esté mal sino porque está desordenado y hay demasiados datos. Un adulto tiene que ayudar a clasificar para que ellos puedan realmente apartar sus dudas”, expuso Wapñarsky.

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