La fruta que regenera las células, el sistema inmunológico y aumenta las defensas del organismo

NUTRICIÓN Rosario CALVO
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A la hora de hablar de frutas cítricas, el pomelo no suele ser lo que primero se nos viene a la mente. Debería serlo: es menos ácido que el limón, pero no tan dulce como la naranja, y sus propiedades son muy parecidas a las de estas dos frutas.

El pomelo es uno es de los cítricos que posee mayores beneficios. Contiene agua, fibra, pocos hidratos de carbono, es fuente de vitamina C y también de minerales como potasio y magnesio. A eso se le suman betacarotenos (una de varias formas de provitamina A), ácido fólico, pectina y flavonoides (antioxidantes), aliados del intestino. Además, carece de grasas, sodio y colesterol. Pese a toda esta catarata de beneficios, no está entre las frutas de mayor consumo en Uruguay, y me atrevo a decir en el mundo.

El pomelo puede mejorar nuestra salud por sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios y anticancerígenos. Es un regenerador natural de nuestro sistema inmunológico y células, aumenta las defensas del organismo, tiene un efecto laxante y mejora el tránsito intestinal.

Es muy rico en agua y su aporte calórico es muy bajo. Además, un pomelo nos aporta la mitad de la dosis de vitamina C diaria. Para conservar y aprovechar el gran contenido de esta vitamina, es mejor prepararlo en el momento de consumirlo: el aporte de esta vitamina se pierde cuando la fruta entra en contacto con agua, luz y calor.

La vitamina C es muy demandada y se habla mucho de ella, porque interviene en la formación de colágeno huesos y dientes, glóbulos rojos, favorece la absorción del hierro y ayuda como defensa ante las infecciones.

Otro aporte no menor del pomelo es la cantidad de provitamina A y betacarotenos, que se transforman en vitamina A en nuestro organismo, esencial para la visión, huesos, piel, cabello y el sistema inmunológico. Ambas vitaminas, cumplen además una función antioxidante.

En las partes blancas, y en la cáscara es donde más encontramos la fibra que favorece el tránsito intestinal.

La pulpa del pomelo puede ser blanca, rosada o roja, y varía según los carotenoides presentes:

El pomelo rosado, debe su color rojo por la presencia de licopeno (que encontramos también en tomates).

El pomelo con pulpa blanca tiene más betacaroteno.

Los polifenoles que posee —como flavonoides y carotenoides— tienen un efecto antioxidante y antiinflamatorio muy beneficioso ante una inflamación intestinal. El pomelo también es un gran aliado para la piel por sus propiedades antibacterianas y por la presencia de estos antioxidantes que combaten los radicales libres y aumentan la producción de colágeno, lo cual mejora la cicatrización y protege a la piel de los rayos solares.

Contraindicaciones
Pero no todo es color de rosa. La fruta en sí o su jugo puede interactuar con algunos medicamentos y provocar que estos se mantengan en la sangre más allá de lo apropiado. Por eso, siempre es conveniente consultar con el médico de cabecera. Los medicamentos que suelen reaccionar con el pomelo son aquellos para tratamiento del colesterol, depresión e hipertensión, entre otros.

El pomelo estimula la producción de jugos digestivos, por lo que quienes tengan gastritis o ulceras también deberían evitarlo.

En la cocina: el pomelo tiene un sabor que muta del dulce al ácido y amargo a la vez, por lo que combinan a la perfección en varios platos. Podés incluirlo en platos dulces como salados, en entradas, postres e incluso bebidas.

Lo ideal y a modo inicial es consumirlo como fruta natural, como jugo, en licuados o batidos, solo o con otras frutas, en postres como brochettes de frutas, o alguna macedonia. Cuando las temperaturas suben, es un gran aliado refrescante e incluso, sumarlo en batidos con yogur y granola puede ser una merienda fresca y liviana.

Fuente: La Nacion

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