La dieta del bazar: cuando cubiertos, vasos y platos te pueden ayudar a comer menos

Estos utensilios esconden trucos infalibles para evitar los atracones. El tamaño de la porción es lo que importa.

ALIMENTACIÓN Y SALUD Julia VOSCO
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Para mantener un peso adecuado es necesario tratar de evitar al máximo los atracones. Una de las recomendaciones más extendidas de los expertos en nutrición es aumentar el número de colaciones y vigilar qué alimentos seleccionamos en las comidas principales. Pero los utensilios con los que comemos también pueden ser nuestros aliados.

Un truco infalible para comer menos y sentirnos menos hinchados tiene que ver con cómo usamos los cubiertos.

Una técnica sencilla es dejar los cubiertos sobre la mesa entre bocados, en lugar de mantenerlos en las manos. Este método hace que mastiquemos por más tiempo los alimentos y comamos más despacio, algo esencial para mejorar la digestión.

Comer rápido puede causar hinchazón, gases y trastornos gastrointestinales. Además, esta costumbre dificulta la digestión y hace que se coman más alimentos de los que en realidad se necesitan. Esto ocurre porque el cerebro tarda una media de 20 minutos en reparar que el cuerpo está satisfecho.

El investigador de la Universidad de Hiroshima (Japón), el doctor Takayuki Yamaji, lideró un estudio en el que durante cinco años se les controló el peso y otros parámetros fisiológicos a más de mil participantes, que fueron divididos en tres grupos: comedores rápidos, normales o lentos.

Al término de la investigación, se concluyó que entre los comedores más veloces la incidencia del síndrome metabólico era de un 11.6%, en comparación con el 6,5% de los comedores normales y el 2,3% de los más pausados. Ingerir alimentos con rapidez también se asoció con un mayor aumento de peso y acumulación de grasa abdominal e hiperglucemia.

El vaso también nos puede ayudar a moderar las cantidades de alimentos que ingerimos. Es cuestión de ubicarlo al alcance de nuestra mano y a la vista como un recordatorio constante para beber agua de forma frecuente. Tomar líquido antes y después de cada comida contribuye a la sensación de saciedad.

“Las aguas y sopas nos van a ayudar a sentir menos hambre entre comidas o incluso a saciarnos antes si los usamos para acompañar almuerzos y cenas. El efecto es similar al conocido truco de consumir una ensalada antes de un plato principal, así podremos reducir calorías diarias de una forma saludable y natural”, explica el nutricionista Facundo Crescenzo (M.N. 6.769).

Muchos antojos se basan en la necesidad del cuerpo de tomar agua. Beber puede ser una buena forma de hacernos sentir más llenos, con el beneficio adicional de la hidratación y de activar el metabolismo.

La tercera clave está en el tamaño de la vajilla. Los nutricionistas aconsejan elegir platos más chicos, como por ejemplo los de postre, para el almuerzo y la cena porque los grandes tienden a dar la sensación de que hay menos alimento y se termina por comer más de lo debido.

El plato tiene que ser el límite autoimpuesto. Es decir, que una vez se sirvió no hay que repetir porción. Si el menú consiste en preparaciones altas en calorías, es recomendable probar un poco de cada una o bien elegir las que más gustan con moderación. En general, todos los alimentos son buenos, los problemas surgen cuando la cantidad o la frecuencia no son las adecuadas.

Las porciones chicas o que no superen la palma de la mano son las ideales para que se pueda “picar” y probar cosas ricas. “Tener un plato y servir allí la cena entera ayuda mucho, levantarse varias veces para servirse o comer en tandas puede hacernos comer de más”, indican los expertos consultados por Con Bienestar.
 

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