Las bebidas sin azúcar no ayudan a adelgazar ni a comer sano

Los divulgadores de salud, el dietista-nutricionista Julio Basulto y el pediatra Carlos Casabona, aportan en «Beber sin sed» una guía sobre el consumo saludable de líquidos

ALIMENTACIÓN Y SALUD Redacción Redacción
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La clave de esta nula consecuencia saludable del consumo de las bebidas sin azúcar (que llevan, por cierto, más de 15 años en el mercado) está, según revela Casabona, en el efecto halo que ejercen y que evoca a la ya popular ocurrencia de: «Póngame un café con sacarina y dos croissants de chocolate, por favor». De alguna manera, tal como explica el autor, el hecho de creer que se está consumiendo algo sin azúcar parece darnos patente de corso para comer el doble.

A esto hay que sumar, según apunta Casabona, otros efectos nocivos de estas bebidas edulcoradas como su capacidad para provocar cambios en la microbiota o incluso a nivel metabólico, pues algunos estudios sugieren que el páncreas puede llegar a segregar insulina cuando el cerebro le indica que lo que se está tomando sabe dulce, a pesar de que en realidad no se esté consumiendo azúcar y eso puede generar un cierto desequilibrio.

Merecen capítulos aparte, con reveladoras infografías para entender los conceptos que citan, la mención de los autores a la necesidad de elegir con criterios saludables las bebidas vegetales (mal llamadas leches vegetales), el preocupante auge de las bebidas energéticas (aunque los autores se refieren a ellas como «excitantes») entre los jóvenes e incluso los niños y la explicación detallada de la consigna de que una pieza de fruta siempre es una mejor opción que un zumo, por muy «natural y recién exprimido que sea».

El alcohol, una bebida con «prestigio social»
Otra de las grandes preocupaciones que abordan Basulto y Casabona en su obra «Beber sin sed» está relacionado con el consumo de alcohol, especialmente entre los más jóvenes. «No hay más que ver los chistes de WhatsApp, los memes en las redes sociales, los anuncios del verano o los patrocionios del deporte para darse cuenta de que las bebidas alcohólicas gozan de prestigio social y se relacionan con contextos de juventud, sentimiento de grupo, alegría y personajes famosos o atractivos», alerta Casabona.

Además, el coautor de «Beber sin sed» explica que algunos de los bulos o falsos mitos más extendidos relacionados con las bebidas tienen que ver precisamente con el alcohol (como los supuestos «beneficios de la cerveza» o las supuestas bondades de la «copita de vino diaria») y que detrás de ellos está la acción de los «lobbies» de esa industria que, según afirma Casabona, durante años pagaron a distintas instituciones para que hiciesen públicos estudios sesgados que, o bien culpaban de la obesidad a otros factores y omitían la ingesta de alcohol o bien atribuían determinados beneficios a la ingesta de esas bebidas evitando referirse al efecto tóxico y nocivo del alcohol sobre la salud. «Si haces la prueba buscando en Google las palabras 'cerveza y beneficios' o la expresión 'copa de vino diaria' encontrarás numerosos mensajes o referencias que aluden, por ejemplo, a la capacidad del vino o la cerveza de adelgazar, aumentar la longevidad, reforzar los huesos o mejorar la actividad sexual. Incluso se ha llegado a decir que la cerveza es la mejor bebida para hidratarse después de hacer ejercicio. Y eso son disparates», aclara.

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