El huevo es uno de los alimentos más completos que existe gracias a sus nutrientes (antioxidantes, vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales), el equilibrio de aminoácidos y la biodisponibilidad de su proteína. Sin embargo siempre ha sido objeto de falsas creencias en torno a la posibilidad de que su consumo diario sea perjudicial para la salud. Lo cierto es que las pautas sobre su consumo han ido evolucionando a medida que se han ido publicando investigaciones sobre su relación con la salud cardiovascular (la palabra colesterol siempre ha estado presente en relación a su ingesta), pero aún persiste la influencia de algunas ideas equivocadas.
Una de las más arraigadas es la creencia de que el consumo de huevo está asociado al aumento del colesterol pues durante los años ochenta su consumo se vinculó a un posible incremento del riesgo cardiovascular y esto fue lo que llevó a restringir su consumo a los famosos tres huevos a la semana. Sin embargo esta supuesta relación ya fue desmentida hace más de dos décadas por divulgadores científicos. Así, la Asociación Americana del Corazón declaró que el colesterol procedente de los huevos no suponía un riesgo añadido para la aparición de enfermedades cardiovasculares. Incluso estudios más recientes publicados en 'American Journal of Nutrition' no solo descartan la relación del consumo de huevos con el aumento del colesterol sino que además excluyen su asociación con la diabetes tipo 2.
Pero además se ha comprobado que la disminución del huevo de la dieta no produce una reducción importante de las concentraciones de colesterol plasmático, ni una menor incidencia de la enfermedad cardiovascular, según recuerda Viviana Loria Kohen, PAD del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos en la Facultad de Farmacia de la UCM y portavoz del Instituto de Estudios del Huevo.
Aunque sin duda uno de los aportes tal vez menos conocidos del huevo es el que tiene que ver con su influencia en la salud mental, tal como apunta Ana María López Sobaler, Catedrática de Nutrición y Bromatología y Directora del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de la UCM, que además pertenece a la Comisión Delegada del Consejo asesor científico del Instituto de Estudios del Huevo.
En este sentido la experta recuerda que el huevo es un alimento tan valioso para el cuerpo como para la mente (o el cerebro) gracias a su aporte de nutrientes de fácil asimilación.
Un huevo aporta cantidades importantes de riboflavina, folatos, colina, niacina, así como de vitaminas A, D, y B12, ácido pantoténico o biotina. Además, contiene minerales como fósforo, hierro, cinc, selenio, y otros componentes como luteína y zeaxantina, cuyo consumo se ha asociado con el desarrollo cognitivo en los primeros años de vida y con el mantenimiento de la función cognitiva en los adultos.
«Para que nos hagamos una idea, con una simple tortilla francesa de dos huevos, estamos cubriendo al menos el 15% del valor recomendado de estos nutrientes», revela López Sobaler. Y lo cierto es, como alerta la experta, que la ausencia de dichos componentes en nuestra dieta se asocia a trastornos en los que se puede ver afectada la función cognitiva.
Cómo protege las funciones cognitivas
Pero, ¿de qué tipo de trastornos estaríamos hablando? El déficit de folatos puede conducir, por ejemplo, a una anemia macrocítica que se caracteriza, según asegura la experta, por una menor producción de glóbulos rojos o hematíes, produciendo síntomas de debilidad, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, dolor de cabeza, palpitaciones o dificultad para respirar.
También la depresión puede ser otro de los síntomas de la deficiencia de biotina en adultos, y en los lactantes con carencia de biotina son característicos los trastornos neurológicos como el retraso en el desarrollo o el comportamiento peculiar de retraimiento.
Por otro lado, la insuficiencia de vitamina B12 produce una desmielinización de la médula espinal, el cerebro y de los nervios ópticos y periféricos, que acarrean signos clínicos como irritabilidad, pérdida de memoria, demencia o ataxia, es decir, la pérdida de la coordinación muscular, principalmente en las manos y en las piernas.
El aporte proteico, con proteínas de alta biodisponibilidad que incluye el huevo, también es fundamental para el cerebro. En este sentido la catedrática destaca que las proteínas del huevo son especialmente ricas en triptófano, el aminoácido por excelencia si hablamos de bienestar, ya que es necesario para sintetizar la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, y que se asocia a mejoras en el estado de ánimo y que a su vez es fundamental para sintetizar la melatonina, que ayuda a garantizar un sueño reparador.
En cuanto a la colina (el huevo es una de las mejores fuentes alimentarias de este nutriente), la asesora del Instituto de Estudios del Huevo recuerda que es necesaria por un lado, para sintetizar el neurotransmisor acetilcolina, que participa en funciones de la memoria, la atención y el aprendizaje. Y por otro, para sintetizar fosfatidilcolina, que es uno de los fosfolípidos más abundantes y necesarios para la formación de las membranas de las neuronas.
¿Se puede comer huevo todos los días?
Tal como indica la catedrática de nutrición no hay razones científicas para restringir innecesariamente el consumo de huevo en la población sana, por lo que un consumo de tres a cinco unidades por semana puede ser razonable.
Podemos consumir huevos todos los días, por tanto, si bien la experta indica que es necesario recordar la importancia de llevar una alimentación lo más variada posible, que incluya otros alimentos, especialmente los que solemos consumir en bajas cantidades, como frutas y verduras, pescados, legumbres y frutos secos, para que no quede ninguno desplazado de la dieta y poder conseguir un aporte satisfactorio de todos los nutrientes.
Fuente: abc.es