¿Cuánto tiempo sin tener sexo es demasiado?

SEXUALIDAD Sandra PALACIOS
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¿Qué pasa si llevo mucho tiempo sin tener relaciones sexuales? La respuesta a esta pregunta tiene matices que conviene aclarar pues, como explica la psicóloga y sexóloga Lucía Jiménez, asesora de Diversual, «no hay un tiempo que sea demasiado sin sexo pues nadie muere ni nadie enferma por no tener relacione sexuales«. Sin embargo precisa que lo que sí se puede señalar es la existencia de un tiempo a partir del cual un individuo puede sentirse incómodo sin tener relaciones sexuales. Algo que, según alerta, no tendría que suponer una justificación para que esta persona emplee cualquier medio para acceder a tenerlas.

Por eso uno de los principales matices se centra en que si bien las relaciones sexuales no son una necesidad básica del ser humano, la sexualidad sí que es un aspecto central en el desarrollo del individuo. Eso sí, cuando hablamos de sexualidad en un sentido amplio se incluyen, además de las relaciones sexuales, aspectos como la genitalidad, la identidad de género, la orientación sexual, la intimidad o incluso la reproducción.

Por tanto, aunque no hay patología en la ausencia de relaciones sexuales y puede entrar dentro de la normalidad el hecho de que algunas personas puedan permanecer toda la vida sin mantenerlas, es cierto que cuando se habla de patología o trastorno se hace referencia no tanto a la frecuencia de esas relaciones como al deterioro asociado a esa frecuencia. Para aclarar esto la sexóloga pone el siguiente ejemplo: «Si una persona se masturba todos los días y tiene una colección de dildos, está todo bien. Pero si la misma persona, en pos de mantener ese ritmo sexual, descuida sus relaciones personales y familiares, se ausenta en el trabajo, o se endeuda, por ejemplo, podemos comenzar a indagar sobre la existencia de una patología», argumenta. Y lo mismo sucede con la ausencia de relaciones sexuales pues había que preguntarse cuestiones del tipo: ¿Viene ésta asociada al ostracismo?, ¿existe un deterioro físico y mental de esa persona?, ¿es una consecuencia de su falta de habilidades sociales?...

Pero aunque no exista patología asociada a la falta de sexo es cierto que, como comenta la experta, es totalmente lícito y también normal que una persona pueda sentirse mal al no tener sexo o incluso es normal que sienta que le falta algo o que tiene un peor estado de ánimo. Al fin y al cabo, como plantea Jiménez, somos seres sociales y sociables que buscamos el vínculo social y la interacción sexual es un modo de comunicación y de unión que va mucho más allá de la función reproductiva. Y esto, como revela, en realidad forma parte de las carencias que pueden darse en nuestra vida: desde no tener un trabajo que nos agrade o no encontrarnos en una familia en la que estemos a gusto hasta no tener pareja o incluso no tener sexo con la persona que se desea. «La vida no se sustenta en una única cosa, precisamente para que cuando una no esté disponible, el resto siga teniendo sentido», argumenta.

Comparte esta opinión Mónica Chang, experta en salud sexual de Iroha, quien añade que aunque cualquier persona pueda sobrevivir sin sexo, es cierto que, al igual que sucede con el deporte o la alimentación saludable, practicar sexo puede contribuir a tener una mayor calidad de vida.

Así, lo que propone la experta de Iroha es plantearlo incluso desde un punto de vista clínico y hasta terapéutico pues, según asegura, tener una vida sin sexo implica sufrir un mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Asimismo la experta destaca que se trata de una fórmula más para aumentar la actividad física y liberar endorfinas y oxitocina. Algo que, según recuerda, puede ayudar a controlar el estrés y la ansiedad, así como a mejorar el estado de ánimo. «La falta de sexo, como sucede con la ausencia de actividad física o deporte, hace que esas hormonas relacionadas con el placer se liberen con menos frecuencia. Y eso sí que puede condicionar nuestra forma de afrontar el día a día», asegura Chang.

Frecuencia sexual por rangos de edad
Las sensaciones no mienten, pero los datos también pueden ser reveladores. Así, según el XI Barómetro de Control 'Los españoles y el sexo' (2024), las frecuencias sexuales más repetidas en la población (fueron consultados hombres y mujeres de entre 18 y 58 años), por rangos de edad, son:

Generación Z (18-26 años): La frecuencia que más se repita en este grupo de población es «entre 2 y 3 veces por semana» (el 26% de los encuestados), seguida de «una vez por semana» (45%). Apenas un 3% contestó con un «todos los días».

Millennials (27-41 años aprox): La frecuencia que más se repite, con un 29% de los consultados es «una vez a la semana» seguida de «entre 2 y 3 veces por semana», con un 28%. Al igual que el grupo anterior, la opción de «todos los días» es la menos repetida, con un 2%.

Generación X (42-58 años aprox): Se repite la frecuencia «una vez por semana» con un 27%, seguida de «entre dos y tres veces por semana», con un 27%. La de «todos los días» alcanza una frecuencia del 2%.

También es interesante el dato que indica que cuando se les pregunta si les gustaría aumentar la frecuencia con la que tienen sexo la respuesta masculina es «si» en el 67,4% de los consultados mientras que el «si» femenino recoge un porcentaje del 55,8%.

¿Existe una frecuencia de sexo adecuada?
También puede darse, si se tiene una pareja estable, que ambos se pregunten cuál es la frecuencia de sexo es adecuada, especialmente si uno de los dos tiene más ganas de interacción sexual que el otro. En estos casos la sexóloga explica que suele costar llegar a un punto medio y que en realidad no tiene sentido intentar dilucidar cuál de los dos tiene las ganas «adecuadas». De hecho la experta explica que si uno tiene pocas ganas y otro tiene mucho más deseo sexual ambos pueden estar teniendo sus ganas adecuadas. «Tanto quien quiere más, como quien quiere menos, ya que cada persona posee un deseo basal, o sea, unas ganas que afloran de forma natural», apunta. Por eso, la sexóloga asegura que el mejor indicador para saber si es demasiado tiempo sin tener relaciones sexuales (demasiado, según nuestro propio criterio), es el siguiente, según describe Jiménez: «Observar cómo nos sentimos, qué consideramos normal y qué no, y qué está en nuestra mano para cambiar la situación, si esta nos desagrada».

Se puede experimentar falta de deseo por muchos motivos, desde el estrés hasta los cambios hormonales (menopausia, embarazo, posparto...) pasando por factores externos (económicos, laborales, familiares, sociales...) que puedan afecten directamente a las ganas de mantener una interacción sexual. Por eso lo que propone la experta para reactivar la pasión sexual y acabar con esa fase es ir creando poco a poco lo que ella denomina, la «caja de los deseos», un kit de accesorios y herramientas de placer que incluyan cosmética natural y juguetes eróticos que ayuden a incorporar el juego a las relaciones y así dar el impulso necesario para volver a disfrutar de la chispa que aportan esos encuentros.

Fuente: abc.es

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