Conducir somnoliento es tan peligroso como estar alcoholizado

NOTICIAS DE INTERÉS Ana COHEN
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Conducir somnoliento se considera un factor desencadenante de aproximadamente el 7 por ciento de todos los accidentes, y alrededor del 16.5 por ciento de los fatales. Algo que resulta aún más preocupante: los accidentes fatales han aumentado considerablemente, según la información publicada recientemente por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras en EE.UU.

Es difícil precisar el número exacto, dado que las bases de datos estatales no enumeran los accidentes producidos por somnolencia en una categoría separada. La designación también es subjetiva: no hay un equivalente al alcoholímetro para evaluar el grado de somnolencia que tiene un conductor. En cambio, depende de los automovilistas, sus pasajeros u otros observadores informar que el conductor estaba cansado y/o se quedó dormido, comentarios que no siempre se pueden obtener, especialmente en el caso de que haya muertos.

Sin embargo, en un estudio publicado en 2018, las imágenes de video de más de 3,500 conductores mostraron que el número de accidentes que involucraron estados de somnolencia fue cercano al 10 por ciento. Para ese estudio, las imágenes se habían recopilado en el transcurso de varios meses utilizando cámaras de video en el automóvil. Los investigadores analizaron las imágenes de los tres minutos anteriores a cada accidente, capturadas a una velocidad de 15 fotogramas por segundo, para poder medir la proporción de tiempo en que los conductores tenían los ojos abiertos.

“Puedes verlo con tus propios ojos en el video”, dice Brian Tefft, investigador principal de la Fundación AAA para la Seguridad del Tráfico y uno de los coautores del estudio. “Cuando alguien se está quedando dormido, verás que sus párpados se caen lentamente. Cuando nos fijamos en medidas como esa... sabemos que la proporción general de accidentes que involucran fatiga o somnolencia de moderada a severa está en las cercanías del 10 por ciento o más”.

Tefft también analizó datos del Departamento de Transporte y descubrió que los conductores que solo habían dormido cinco o seis horas eran más propensos a lo que llamó los “simples lapsos de atención” que todos los conductores hacen periódicamente, como no notar una señal de tráfico o juzgar mal cuánto tiempo lleva despejar una intersección. “Cometieron el mismo tipo de errores que todos cometemos de vez en cuando”, señala Tefft, “pero los cometieron con más frecuencia”.

El peligro de los microsueños
Más graves que los lapsos en la atención son los microsueños, que pueden durar menos de un segundo, pero pueden tener serias ramificaciones. No solo el vehículo sigue en movimiento, sino que “mucho puede cambiar en el entorno del tráfico”, remarca Tefft. Además, hay un retraso de tiempo adicional mientras el conductor se reorienta a la situación, lo que ralentiza aún más el tiempo de respuesta. Y luego está el quedarse dormido, lo que significa (obviamente) que el conductor simplemente no está respondiendo en absoluto. “A todos los efectos”, dice Tefft, “has renunciado al control del vehículo”.

Cuando se trata de adolescentes, conducir ya es lo suficientemente arriesgado, incluso antes de la falta de sueño. Es más probable que se accidenten que los conductores de todos los demás grupos de edad, y ese riesgo es más alto durante el primer mes después de obtener una licencia.

La Argentina posee un sistema federal de gobierno y cada jurisdicción conserva su autonomía en cuanto al otorgamiento de la habilitación, aquellas localidades que no se encuentren adheridas a la Ley Nacional de Tránsito y al Sistema Nacional de Licencias de Conducir pueden otorgar el registro de conducir conforme a su normativa local. Asimismo, existen algunas jurisdicciones que se encuentran adheridas pero con algunas reservas.

Fuente: TN

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