¿Tienes el hígado graso? Así debes adaptar la alimentación

DIETAS Cristina MERCADO
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El hígado es uno de los órganos más relevantes en la regulación de nuestro metabolismo y eliminar sustancias que pueden alterar el funcionamiento de nuestro organismo, por lo que mantener la función hepática óptima es imprescindible para evitar patologías que comprometen notablemente nuestra salud.

Las enfermedades relacionadas con nuestra función hepática, se dividen en 3 patrones de lesión, que son los siguientes: 

Patrón citolítico o de citólisis, inflamación hepática: elevación de las transaminasas (GOT/AST y GPT/ALT).
Patrón de colestasis, obstrucción del drenaje hepático: aumento de bilirrubina, fosfatasa alcalina y GGT.
Patrón de insuficiencia hepática: pudiendo ser aguda (aumento de la protrombina) o crónica (disminución de la albúmina).
Cualquiera de ellos puede avanzar desde estados leves a graves y retroalimentarse entre sí avanzando la situación fisiopatológica. Hoy te hablaré de la esteatosis hepática no alcohólica, o más conocida como hígado graso no alcohólico, en el que va a ser imprescindible adaptar la alimentación para revertir la situación y evitar su avance y las complicaciones que pueden desencadenar en una fibrosis hepática dónde el hígado pierde progresivamente su funcionalidad. 

La esteatosis hepática no alcohólica se engloba dentro de las patologías hepáticas citolíticas. Es una patología caracterizada por el acumulo de grasa en los hepatocitos sin un origen patológico previo ni un consumo excesivo de alcohol. 

El riesgo de padecerla se ve incrementado en individuos que sufren obesidad, aunque en personas con normopeso pero un índice de grasa visceral alto también es común, ya que tiene diversas causas que predisponen a sufrirlo entre las cuales la resistencia a la insulina se encuentra como la principal en su forma primaria. La razón de que la adiposidad visceral se sitúe como el principal desencadenante, reside en que contribuye al desarrollo de resistencia a la insulina con mayor influencia que la grasa subcutánea, aunque ambas contribuyen como factores causales. 

Causas que predisponen a desarrollar hígado graso:

Se pueden diferenciar entre:

Primarias: Resistencia a la insulina, diabetes tipo II, obesidad, hipercolesterolemia, hipertensión.
Secundarias: Fármacos como los corticoides, estrógenos,  o cirugías bariátricas como la gastroplastia.
Cómo adaptar la alimentación para frenar su avance a estadios más graves

Dada la importancia de la alimentación para revertir esta patología y evitar complicaciones en cuanto a la funcionalidad hepática, es necesario tener en cuenta las consideraciones nutricionales para las personas que padecen de hígado graso 

Los objetivos de la alimentación deben englobar:

Reducción del índice de grasa visceral.
Pérdida de peso.
Mejora de la sensibilidad a la insulina.
Crear un entorno antiinflamatorio en el organismo.

Para ello, la evidencia científica señala una alimentación basada en un patrón de dieta mediterránea, baja en hidratos de carbono de alto índice glucémico, en grasas saturadas y grasas trans, que sea rica en vitaminas (cubriendo requerimientos vitamina C), rica en fibra, proteínas vegetales, cereales integrales, frutas, verduras y grasas poliinsaturadas (omega-3) y adaptada a los requerimientos energéticos individuales para conseguir esa recomposición corporal y frenar su avance.

Por ello, una de las grandes premisas en estos pacientes será evitar consumo de alcohol, grasas saturadas y trans, azúcares simples y harinas refinadas.

El consumo de fructosa debe limitarse a un máximo de 25-30 g /día y siempre consumirse junto con la fibra, es decir, evitar tanto la fructosa añadida en determinados productos o evitando el consumo de fruta en forma de zumo, priorizando la fruta entera ya que la fibra contenida en ella influye en la absorción intestinal de la fructosa, ralentizándola y reduciendo el impacto que tiene sobre el hígado.

Además, una alimentación rica en fitoquímicos como los polifenoles y los carotenoides ayuda en su tratamiento. Estos fitoquímicos son sustancias químicas producidas por las plantas que se encuentran en los alimentos de origen vegetal y tienen efectos positivos en la salud reduciendo el riesgo de desarrollar determinadas enfermedades o mejorar la evolución de ellas gracias a sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, y su papel en el mantenimiento del sistema inmune, reducción de colesterol LDL y aumento HDL, papel beneficioso en enfermedades cardiovasculares y beneficios en la resistencia a la insulina y control de los niveles de glucosa en sangre, de gran interés en el hígado graso.

Qué nos dice la evidencia científica para la mejora del hígado graso

Darle un giro a tu alimentación va a ser imprescindible para el tratamiento, así que sigue estas recomendaciones y evita aquellos alimentos que van a propiciar el desarrollo a estadios patológicos hepáticos más avanzados y una perpetuación del estado inflamatorio en el organismo.

Además de la calidad de los alimentos y la restricción de aquellos desaconsejados, adaptar las necesidades energéticas individuales y las raciones de hidratos de carbono también será de gran importancia para conseguir esa pérdida de tejido adiposo visceral y subcutáneo y la mejora de los parámetros indicativos de la patología, así que con la ayuda de tu Dietista-Nutricionista y bajo estas recomendaciones, puedes hacerle frente a esta patología con éxito y ganar en salud.

Fuente: ABC

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