Dióxido de cloro: cuáles son los peligros de su uso

Esta sustancia no está autorizada como medicamento en Argentina y su ingesta e inhalación está desaconsejada por organismos internacionales.

SALUD Julia VOSCO
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En los últimos meses hemos conocido cientos de mitos sobre el coronavirus y los diversos tratamientos disponibles para combatir la enfermedad. Que se respira menos oxígeno al usar barbijo, que van a colocar microchips en las personas mediante la vacuna o que un método de prevención eficaz es poner picante o ajo a las comidas... Estos y otros supuestos son falsos, sin embargo, estas mentiras permanecen circulando en las redes sociales.

 El mito de que el dióxido de cloro es un posible tratamiento contra el coronavirus tampoco termina de desaparecer. En este caso, la responsabilidad ya no viene sólo de las redes sociales sino también de la misma Justicia federal y de algunos profesionales. Las autoridades sanitarias y los médicos llevan meses advirtiendo sobre los peligros que conlleva su uso, pero la creencia volvió a reflotar a raíz de un polémico fallo judicial que obligó a un sanatorio a suministrar la sustancia por pedido de un paciente.

El juez federal subrogante Javier Pico Terrero determinó que se le administre nebulizaciones de dióxido de cloro al paciente Oscar Jorge García Rúa a pedido de su hijastro, según el fallo al que accedió TN.com.ar. La sustancia no posee la autorización de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).

“El dióxido de cloro lleva años publicitándose como un remedio para muchas enfermedades que van desde malaria, a diabetes, asma, autismo o, incluso, el cáncer, pero ninguna institución sanitaria lo reconoce como medicamento”, explica a Con Bienestar Héctor Berzel, (M.N. 83.577), toxicólogo del Hospital Gutiérrez y asesor de Toxicología del SAME. La conductora Viviana Canosa fue denunciada ante la Justicia porteña por haber promovido públicamente supuestos beneficios de esta sustancia en su programa.

Tanto la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (ANMAT), como la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), aconsejaron no consumir productos que contengan dióxido de cloro o sustancias relacionadas (clorito de sodio, hipoclorito de sodio, lavandina) porque no hay evidencia científica sobre su eficacia y la ingesta o inhalación de estos podría ocasionar graves efectos adversos. La recomendación se hizo en base al informe de 2020 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

El dióxido de cloro y el clorito sódico reaccionan de forma veloz en los tejidos humanos y, si se ingieren, pueden causar irritación de la boca, el esófago y el estómago, con un cuadro digestivo irritativo severo, con la presencia de náuseas, vómitos y diarreas. También puede provocar graves trastornos hematológicos, cardiovasculares y renales.

Por otro lado, la disminución de la presión arterial puede dar lugar a síntomas graves como complicaciones respiratorias debido a la modificación de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno.

Adicionalmente, la inhalación a través de nebulizadores puede generar edema pulmonar, broncoespasmos, neumonitis química y edema de glotis, entre otras complicaciones respiratorias como bronquitis crónica y erosiones dentales. Las concentraciones elevadas o la exposición prolongada a esta sustancia pueden ocasionar efectos adversos en distintos órganos. En el peor de los escenarios, puede producir la muerte

La exposición en chicos al dióxido de cloro gaseoso podría reducir la capacidad de la sangre para transportar oxígeno más rápidamente que en adultos. Esto podría alterar el intercambio gaseoso a nivel pulmonar y generar hipoxia severa, con lo que se puede necesitar asistencia ventilatoria mecánica.

El 15 de agosto del año pasado un nene de cinco años murió en el Hospital de Plottier de Neuquén después de que sus padres le suministraran esta sustancia con la intención de evitar que contrajera la enfermedad.

En resumen, consumir dióxido de cloro en cualquier formato puede provocar un riesgo grave para nuestra integridad. En cualquier contexto, pero más aún en plena pandemia, lo mejor es evitar cualquier acto que nos ponga en peligro.

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