Las 6 enfermedades en las que los medicamentos para tratarlas no se pueden mezclar con café

SALUD Carola LEVI
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Despertar por la mañana y anhelar una taza de café caliente es un hábito que comparten muchas personas. Sin duda se trata de una de las bebidas favoritas para empezar el día con energía y buen humor, y cualquier hallazgo relacionado con los beneficios o efectos de su consumo despierta gran curiosidad.

La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) informa que el consumo de al menos una taza de café al día puede disminuir el riesgo a largo plazo de insuficiencia cardíaca. Sus estudios indican que, en comparación con aquellos que no beben café, la ingesta de cafeína reduce el riesgo de insuficiencia cardíaca en aproximadamente un 12% por cada taza. No obstante, la institución subraya que aumentar la cantidad de café que se consume no debe reemplazar los métodos médicos ampliamente probados para reducir los riesgos cardíacos, como dejar de fumar, perder peso y hacer ejercicio.

Históricamente, se consideraba que la infusión podía ser dañina para la salud: en 1991 el café fue incluido en una lista de posibles carcinógenos por la Organización Mundial de la Salud. No obstante, la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard señala que en 2016 fue exonerado de la lista, después de que una investigación demostrara que la bebida no estaba asociada con un mayor riesgo de cáncer. Por el contrario, se observó un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer entre la personas que consumen café con regularidad, una vez que se tuvo en cuenta adecuadamente su historial de tabaquismo. “La acumulación de investigaciones adicionales sugiere que el café, cuando se consume con moderación, puede considerarse una bebida saludable”, detalla la institución.

Sumado a ello, un informe de Nescafé evidencia que al hacer estudios en personas deportistas y sedentarias, se observó que la cafeína no solo mejoraba su rendimiento físico sino que también se vinculaba con una disminución del dolor muscular.

Gran parte de la popularidad del café se debe a sus supuestos poderes para aumentar la atención de las personas. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha confirmado que consumir 75 mg de cafeína, el equivalente a una taza de café, ayuda a mejorar la atención. Esto se debe a que la adenosina –molécula que se encuentra en el cuerpo y está asociada al sueño– y la cafeína tienen una estructura muy similar y esta última puede bloquear sus efectos y generar una sensación de alerta.

Café: cuándo puede ser contraindicado
Pese a sus bondades, una revisión de estudios realizada por un grupo internacional de investigadores, liderado por el científico especializado en endocrinología, Luigi Barrea, encontró que consumir café demasiado cerca del horario de la toma de medicamentos “debe tenerse en cuenta para evitar posibles interacciones”.

“Los alimentos no modifican el efecto del café en el cuerpo, aunque sí lo hace esta bebida en lo que se refiere a la absorción de nutrientes”, asegura la licenciada en Nutrición, Mercedes Engemann (M.P. 6650).

La advertencia se debe a que el efecto estimulante de la cafeína puede alterar la absorción y actividad de ciertos nutrientes e incluso, en algunos medicamentos interferir más. A continuación, una lista de los medicamentos para estar atentos según los especialistas.

1. Tiroides
A quienes tienen problemas de tiroides se les recetan medicamentos para equilibrar sus hormonas. El National Health Service (NHS) de Reino Unido sugiere “tomar levotiroxina una vez al día por la mañana, idealmente 30 minutos antes del desayuno o de una bebida con cafeína”. Esto, según la institución, es consecuencia de que el café impide la absorción completa de la medicación, por ende, no puede cumplir su función deseada. “Los informes de casos de pacientes muestran que el café puede incluso reducir la absorción de medicamentos para la tiroides a más de la mitad de efectividad”, advierte la entidad británica.

“También suele ser contraindicado para las personas con hipotiroidismo porque anula el efecto de la tetraiodotironina o T4 –el principal tipo de hormona tiroidea secretada por las células foliculares de la glándula tiroides–”, destaca Mietta.

2. Diabetes
Según un estudio de la Asociación Estadounidense de Diabetes, el consumo de bebidas con cafeína de cualquier tipo puede elevar los niveles de insulina y azúcar en sangre. La evidencia recopilada sugiere que un mayor consumo de cafeína podría dificultar la regulación del azúcar en sangre y aumentar el riesgo de complicaciones vinculadas a la diabetes. Con esto coincide Aldo Mietta, quien informa que esto se debe: al estímulo que produce la cafeína en el organismo y a la reacción pancreática que se adiciona si uno endulza la bebida. “Esto ocurre en todos los tipos de diabetes, especialmente en los que ingieren hipoglucemiantes y son insulinodependientes”, ratifica.

Cabe destacar que agregados al café como la leche, la crema y el azúcar pueden elevar aún más los niveles de azúcar en la sangre, lo que podría obstaculizar el funcionamiento de los medicamentos para la diabetes.

3. Asma
Las personas con asma usan broncodilatadores como aminofilina o teofilina que relajan las vías respiratorias, facilitando la respiración. Sin embargo, la ingesta de café puede desencadenar efectos secundarios como dolores de cabeza, inquietud, molestias estomacales e irritabilidad y también reducir la absorción del fármaco, según indica la investigación ya mencionada “El efecto del café sobre las propiedades farmacocinéticas de los fármacos: una revisión”.

4. Presión arterial
Es de público conocimiento que la cafeína eleva la frecuencia cardíaca y, consecuentemente, puede influir en la presión arterial. “Mezclar la ingesta de café con medicamentos para la presión arterial alta puede resultar problemático dado que la función principal de este remedio es reducir la carga de trabajo del corazón para bombear sangre a todas las células del cuerpo”, destaca Ramiro Heredia, (M.N. 117882), médico clínico del Hospital de Clínicas José de San Martín.

Una investigación titulada “El efecto del café sobre las propiedades farmacocinéticas de los fármacos: una revisión” sugiere que beber café mientras se toman ciertos medicamentos como la amlodipina – fármaco que se usa para tratar la hipertensión y la enfermedad de las arterias coronarias– puede comprometer su eficacia. Si bien en el escrito se detalla que normalmente “no es algo que pone en peligro la vida, se debe evitar su combinación”.

5. Antidepresivos, ansiolíticos y somníferos
“Medicamentos como las fenotiazinas o antidepresivos deben tomarse aproximadamente una o dos horas antes o después del café porque los taninos presentes en dicha bebida no permiten que el organismo absorba completamente los químicos de las pastillas”, advierte la Lic. Engemann. Y detalla que sucede lo mismo con las medicaciones que se recetan para la ansiedad y el insomnio.

Por su parte, el farmacéutico Aldo Mietta (M.N. 10267), explica que en los casos de personas con depresión fisiológica se produce un déficit de serotonina en la sangre. Precisamente, la indicación de antidepresivos busca bloquear la serotonina en las arterias para que que se concentre allí. “Dado que la cafeína es un estimulante, provoca un desequilibrio y disminuye el efecto del medicamento”, enfatiza.

6. Alergia y resfríos
Combinar este tipo de medicamentos para la alergia y la gripe con café puede aumentar síntomas como la inquietud y la incapacidad para dormir. El sitio médico MedlinePlus informa que medicinas como la fexofenadina –fármaco antihistamínico utilizado en el tratamiento de los síntomas de alergia– o componentes como clorhidrato de pseudoefedrina –usado para aliviar la congestión nasal ocasionada por los resfriados–, no deben tomarse con café porque sobre estimulan el sistema nervioso central y aumentan los síntomas de inquietud, irritabilidad y alteraciones en el sueño.

Por último, Engemann hace énfasis en que la cafeína puede alterar la efectividad de medicamentos que: requieran ayuno, aceleren el sistema nervioso, sean relajantes musculares o tengan como efecto secundario náuseas y palpitaciones.

 

Fuente: La Nación

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