La sal es parte esencial de la historia de la humanidad. Durante milenios, se la utilizó como conservante de alimentos y jugó un papel en ceremonias religiosas y hasta como unidad de valor. Hoy, su consumo elevado está vinculado a complicaciones de salud. En promedio, las personas ingieren alrededor de 8,4 gramos de sal al día, lo cual supera la cantidad recomendada de 6 gramos. Este exceso contribuye a la hipertensión y afecta negativamente la salud intestinal, según estudios recientes.
La Doctora Emily Leeming, científica del microbioma, dietista y autora de Genius Gut: The Life-Changing Science of Eating for your Second Brain, explicó a The Telegraph que un exceso de sal altera el equilibrio de las bacterias en el intestino. Un estudio publicado en Nature observó que, al aumentar la ingesta de sal a 14 gramos diarios, se redujo la presencia de lactobacilos, microorganismos clave para la producción de ácidos grasos de cadena corta, que contribuyen a reducir la inflamación y relajar los vasos sanguíneos. Cuando estos procesos se alteran, la presión arterial tiende a aumentar.
En estudios con ratones, se observó que una dieta alta en sal afecta al cerebro y disminuye la capacidad de aprendizaje y memoria. Estos efectos parecen relacionados con la reducción de microbios beneficiosos en el intestino, como los bacteroidetes y proteobacterias, que desempeñan un rol crucial en la salud cognitiva y el equilibrio microbiano.
Además el consumo elevado de sal afecta la regulación del apetito. La sal interfiere con la liberación de GLP-1, hormona intestinal que controla la saciedad. Este fenómeno podría llevar a sentir más hambre
Por otro lado, cuatro de cada diez casos de cáncer de estómago están asociados a la infección por Helicobacter pylori, una bacteria que se aprovecha de un revestimiento estomacal dañado. Según The Telegraph, el exceso de sal debilita dicho revestimiento y facilita la acción de esta bacteria.
A pesar de estos riesgos, eliminar completamente la sal de la dieta no es necesario. La Dra. Leeming señaló que el cuerpo necesita aproximadamente 1,25 gramos diarios para funciones esenciales como la contracción muscular y la transmisión de señales nerviosas. Muchas personas superan esta cantidad debido a los alimentos procesados que contienen altos niveles de sodio, según The Telegraph.
A su vez, el exceso de sodio eleva la presión arterial y afecta directamente al microbioma intestinal. Estudios clínicos demostraron que una dieta alta en sodio reduce la cantidad de bacterias beneficiosas, como Lactobacillus, mientras que la disminución de sodio incrementa la producción de compuestos antiinflamatorios que mejoran la salud metabólica. El Dr. Chris Damman, gastroenterólogo del Digestive Health Center de la Universidad de Washington, explicó a The Washington Post que incluso pequeñas variaciones en la ingesta de sal impactan de manera a los microbios en el colon.
Según este médico, la falta de diversidad microbiana se asocia con mayor riesgo de obesidad, hipertensión y otras enfermedades crónicas.
A su vez, WebMD destacó que uno de los efectos inmediatos del consumo elevado de sal es la retención de líquidos. Al consumir más sodio, el cuerpo retiene agua, lo que genera hinchazón y un aumento rápido de peso. El exceso de sodio también afecta la capacidad de los riñones para eliminar líquidos, lo que contribuye al aumento de la presión arterial.
La Dra. Leeming recomendó incluir más frutas y verduras en la dieta, ya que contienen potasio, un mineral que ayuda a eliminar el sodio del organismo. También se puede reducir el uso de sal en la cocina empleando hierbas y especias. Según explicó a The Telegraph, el ajo y la canela ayudan a controlar la presión arterial. Además, alimentos ricos en potasio como plátanos, champiñones y aguacates ayudan a equilibrar los niveles de sodio y potasio, lo que resulta clave para la salud general.
Fuente; Infobae