Los beneficios de la lactancia materna para madre e hijo se demostraron en numerosos estudios científicos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el bebé sea alimentado exclusivamente por esa vía durante los primeros seis meses de vida. Sin embargo, aunque esto no sea posible, cualquier cantidad de leche materna puede beneficiar al niño, ya que una nueva investigación encontró que el amamantamiento, incluso cuando se combina con la alimentación con leche de fórmula, mejora la salud intestinal del bebé e influye de forma positiva en el desarrollo de su cerebro.
El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, y también permitió identificar metabolitos específicos que los fabricantes de leche de fórmula podrían añadir a este alimento infantil para optimizar el desarrollo saludable del cerebro, así como compuestos que se deben evitar.
Cómo influye la leche materna en los metabolitos del intestino
Los investigadores analizaron lo que se conoce como “metaboma fecal”: la colección diversa de metabolitos que se encuentran en el intestino y se eliminan con las heces. Los metabolitos son pequeñas moléculas que las bacterias intestinales producen en masa como subproducto de la metabolización de los alimentos y llegan al torrente sanguíneo, influyendo sobre el cerebro y otros órganos.
La leche materna, la fórmula y los alimentos sólidos también contienen metabolitos. “Observar el microbioma intestinal nos dice qué bacterias están allí, mientras que observar el metaboloma fecal puede ayudarnos a decirnos qué están haciendo”, explicó Bridget Chalifour, investigadora postdoctoral en el laboratorio de Alderete, quien añadió que “es como un boletín de calificaciones de salud para el intestino”.
Los especialistas recolectaron muestras fecales de 112 bebés de entre uno y seis meses de edad y analizaron químicamente qué metabolitos estaban presentes. Agruparon a los bebés en dos grupos dependiendo de cuánto fueron amamantados frente a cuánto fueron alimentados con fórmula. A los dos años, realizaron a los niños pruebas cognitivas, motoras y de lenguaje.
Comprobaron que las muestras de bebés en diferentes grupos de alimentación contenían niveles de metabolitos significativamente diferentes. Por ejemplo, al mes de edad, 17 metabolitos eran más abundantes cuanto más se amamantaba al bebé, y 40 eran más abundantes cuanto más se alimentaba al bebé con fórmula. Además, los investigadores identificaron 14 metabolitos que también estaban asociados con diferencias en las puntuaciones de las pruebas a los 2 años.
Qué más descubrieron los investigadores
Cuanto más metabolitos asociados con la leche materna tenía un bebé en sus heces, mejores resultados obtenía en las pruebas cognitivas cuando era pequeño, con la única excepción de la cafeína, ya que niveles más altos de cafeína –un estimulante– se asociaron con puntuaciones cognitivas más bajas, y los bebés amamantados tenían niveles más altos de cafeína en sus heces, tal vez porque las mamás pudieron haber estado amamantando mientras tomaban una taza de café.
Un metabolito particularmente beneficioso fue el colesterol: tanto al año como a los seis meses de edad; cuanto más mamaba un bebé, más colesterol tenía en las heces y cuanto más colesterol tenían los bebés en las heces, mejores resultados obtenían en las pruebas cognitivas. Esto tiene sentido, ya que el ácido graso es fundamental para formar circuitos saludables entre las células cerebrales. Como indican los investigadores, entre el 80% y el 90% del volumen del cerebro se desarrolla en los dos primeros años de vida.
Alderete reconoció que la lactancia materna no siempre es posible y destacó que, el hecho de que un niño no haya sido amamantado, no significa que vaya a tener déficits en el desarrollo neurológico, ya que los patrones de alimentación temprana son sólo uno de los muchos factores que contribuyen al desarrollo del cerebro.
Fuente: TN