


Día del Amigo: por qué los vínculos sociales son la llave para sentirse joven y vivir más
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Estar entre amigos, reírse, compartir una mesa, contar anécdotas, recordar viajes, hace bien y tiene efectos positivos para el bienestar general. Según el estudio más extenso en felicidad realizado por la Universidad de Harvard a lo largo de 85 años, se concluyó que ésta no depende de la adquisición de bienes materiales o del éxito externo. Si bien es cierto que estos aspectos pueden generar un bienestar transitorio, lo que logra un estado permanente de felicidad es el cultivar y mantener buenas relaciones con personas queridas.
El Estudio sobre Desarrollo Adulto comenzó en 1938 con cerca de 700 adolescentes. Algunos de ellos eran estudiantes de Harvard, otros vivían en los barrios más pobres de Boston.
La investigación los acompañó a lo largo de sus vidas, registrando su estado físico, mental y emocional. En la actualidad el estudio continúa y también incluye a las parejas y descendientes de los participantes originales.
Robert Waldinger, profesor de psiquiatría de la Universidad de Harvard y maestro zen, es el cuarto director del estudio y llegó a la conclusión que la calidad de nuestras relaciones es el mayor predictor de nuestra felicidad y salud a medida que envejecemos. Y afirmó que nunca es tarde para “reactivar” esas relaciones o construir conexiones nuevas.
La licenciada Agustina Fernández, psicoanalista, miembro de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), especialista en adolescentes, expresó a Infobae: “Es sabido que el hombre es un ser social, y eso implica, no sólo que depende de otros para sobrevivir cuando nace -de otros que lo alimenten, abriguen, cuiden, eduquen-, sino también que desarrolla su vida en comunidad. Tal vez, ese sea uno de los rasgos humanos por excelencia: hacer la vida con otros. En el entramado social de lazos afectivos, las amistades ocupan un lugar central que no siempre es reconocido”.
Sin embargo, para la ciencia, la amistad ha sido reconocida como predictora de una buena salud. Según Waldinger, hay cosas que podemos implementar en nuestras vidas que nos hacen más propensos a sentir felicidad la mayor parte del tiempo, entre ellas, cuidar la salud, la dieta, el sueño y el ejercicio: “Si goza de mejor salud, es más probable que sea feliz”.
Pero también lo es cuidar las relaciones. “Eso se debe en parte a que nos ayudan con la otra cara: no solo nos hacen felices; también nos ayudan a sobrellevar los tiempos infelices, los desafíos”, dijo el investigador.
La charla TED de Waldinger sobre qué es lo que nos mantiene felices y saludables fue vista más de 40 millones de veces, y dio lugar a su obra sobre las principales lecciones del estudio, llamada “The Good Life” (“Una buena vida”).
En el libro dijo: “La calidad de sus relaciones es lo que importa. En pocas palabras, vivir en medio de relaciones cálidas protege tanto la mente como el cuerpo. Este es un concepto importante, la protección. La vida es dura y, a veces, ataca de forma total. Las relaciones cálidas y conectadas protegen contra las flechas de la vida y del envejecimiento”.
En otra parte, el autor describió: “Una vez que habíamos seguido a las personas en el Estudio de Harvard hasta los 80 años, quisimos mirar hacia atrás en la mediana edad para ver si podíamos predecir quién se convertiría en un octogenario feliz y saludable y quién no. Así que reunimos todo lo que sabíamos sobre ellos a los 50 años y descubrimos que no eran sus niveles de colesterol de mediana edad los que predecían cómo iban a envejecer; era lo satisfechos que estaban en sus relaciones. Las personas que estaban más satisfechas en sus relaciones a los 50 años eran las más sanas (mental y físicamente) a los 80″.
Waldinger afirmó que la atención es la forma más básica del amor y así lo expresó en su obra: “Una buena vida no es el destino sino el camino y con quién caminas... Y al hacerlo, segundo a segundo, puedes decidir a qué y a quién le das tu atención”.
En conclusión, definió Waldinger: “Una buena vida es tener actividades que tienen significado para mí y hacerlas con personas que me importan y a quienes yo les importo”.
Sin embargo, la calidad de la amistad es importante para alcanzar ese bienestar que las reacciones pueden proveer. Explicó Agustina Fernández: “Es frecuente escuchar en el consultorio personas que tienen muchos contactos en las redes sociales y experimentan un profundo sentimiento de soledad. La amistad no es una cuestión de cantidad, no se trata de tener muchos amigos sino algunos vínculos cercanos e importantes”.
Agregó que en una sociedad donde los lazos afectivos, no sólo los amistosos, son cada vez más frágiles e inestables, las personas le temen al compromiso y suelen sentirse solas, o en su variable, abandonadas. “Se defienden estando en constante movimiento, es decir cambiando de amigos, de grupo, de actividad donde generar nuevos conocidos. ¡Vaya oxímoron, ‘nuevos conocidos’!”, expresó la psicoanalista.
Pero ¿cualquier persona es un amigo? María Fernanda Rivas, licenciada en Psicología, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, especialista en parejas y familias, definió a Infobae esa relación: “Amigo será aquel con quien se pueda abandonar temporalmente la ‘máscara social’ y mostrarse de ‘entrecasa’; o con quien se pueda establecer una situación de intimidad y compartir un mismo estado afectivo. La intimidad también se asocia al poder estar ‘a solas’ en presencia de otro –sin que esto cause incomodidad- y a la vez estar emocionalmente disponible para este”.
Y agregó: “Un amigo suele ser testigo de diferentes aconteceres de nuestra vida: el crecimiento, los logros, los dolores, las alegrías. Por tal motivo, a veces, participa en la construcción de nuestra memoria, ya que posee recuerdos que quizás hemos olvidado o deformado. Puede acercarnos nuestras distintas “versiones” de otras épocas para que podamos reconocernos”.
Finalmente, destacó: “La verdadera amistad requiere tiempo, afecto, historias compartidas, acuerdos -y también desacuerdos- y la libertad de volverse a elegir en cada encuentro”.
Fuente: Infobae

