Los hábitos saludables frenan el deterioro cognitivo: cuáles son los 12 factores de riesgo que pueden prevenirse

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Pilar PARDO
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Se sabe que llevar un estilo de vida saludable previene enfermedades y contribuye a una mejor salud física y mental. Esa es la clave que los médicos nos dicen al abordar el tema de la prevención de enfermedades de todo tipo, desde las cardiovasculares hasta las cognitivas. Pero para tener un buen estilo de vida saludable, es clave incorporar hábitos que mejoren nuestra calidad de vida.

Los expertos afirman que el practicar ejercicio regular, no fumar, no comer demasiado, tener un buen descanso sin interrupciones y dormir al menos 8 horas son hábitos saludables que mejoran la calidad de vida y previenen varias enfermedades. Y sobre todo, insisten en que previenen el riesgo de padecer deterioro cognitivo hasta un 40%.

 Los datos surgen de un documento publicado en 2020 por la Comisión de la prestigiosa revista The Lancet en el que los expertos indicaron que el daño cognitivo podrían prevenirse o retrasarse al enfocarse en 12 factores de riesgo modificables, que incluyen obesidad, diabetes tipo 2, inactividad física, consumo excesivo de alcohol y tabaquismo.

En la actualidad, hablar de bienestar hace referencia a alcanzar una mejora en la calidad de vida de las personas, estimulando la mente y manteniendo la capacidad funcional en el desarrollo evolutivo.

En una entrevista con Infobae, el doctor Julián Bustin, Jefe de Gerontopsiquiatría y de la Clínica de la Memoria de INECO afirmó que “se ha demostrado que ejercitarse regularmente, junto a la estimulación cognitiva y la actividad social, aumenta la sensación de bienestar personal en todas las personas, especialmente en las mayores de 60 años”.

“Existen 12 factores de riesgo para el deterioro cognitivo que los podemos modificar con nuestros hábitos, lo que permitiría reducir en un 40% las posibilidades de tener un deterioro de ese tipo. Estos son: sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, obesidad, diabetes, discapacidad auditiva, bajo nivel educativo, lesiones traumáticas en la cabeza, contaminación del aire, consumo excesivo de alcohol, depresión y contacto social poco frecuente”, detalló el experto, que afirmó que si bien un 60% representa lo que se denomina riesgo desconocido, en cambio el 40% restante es potencialmente modificable y ese es el que podemos adoptar y cambiar.

Para el especialista, “se trata de factores que pueden ser modificados a partir de la adquisición de diferentes hábitos saludables, tales como la realización de actividad física, la incorporación de dietas balanceadas, el desarrollo de un descanso adecuado, la estimulación cognitiva, la actividad social, control de los factores de riesgo cardiovasculares (p. ej.: presión arterial, colesterol, azúcar en la sangre, etc.) y todos los elementos necesarios para mejorar la audición (p. ej.: audífonos)”.

Hoy en día, los avances en el campo de la salud y las mejoras en el estilo de vida de la sociedad, llevaron a un crecimiento sustancial de la esperanza de vida generando mayor interés por parte de este grupo de la población en incluirse en mayor cantidad de actividades sociales y educativas.

Siguiendo el parámetro de riesgo precisado por expertos en el artículo de The Lancet se puede diferenciar los mayores riesgos por edad que existen.

-En la infancia, un 8% está vinculado al nivel educativo.

-En la edad adulta, un 8% está relacionado con la pérdida auditiva, un 3% a una lesión con traumatismos cerebrales, un 2% a hipertensión y luego le sigue 1% por consumo de alcohol y otro 1% por tener obesidad.

Ya en la tercera edad se observa que fumar representa un 5%, la depresión, un 4%, el aislamiento social, otro 4%, el sedentarismo, 2%, la contaminación del aire, 2% y la diabetes, 1%.

Según la Alzheimer’s Research UK, la principal organización benéfica de investigación de la demencia del Reino Unido, existen 12 hábitos para reducir el riesgo de demencia en las personas a cualquier edad, especialmente en el último tercio de vida

1- Dormir al menos siete horas por noche

2- Desafiar regularmente al cerebro

3- Cuidar el bienestar mental

4- Mantenerse socialmente activo

5- Cuidar la audición

6- Comer una dieta balanceada

7- Mantenerse físicamente activo

8- Dejar de fumar

9- Beber responsablemente

10- Mantener un nivel saludable de colesterol

11- Mantener una presión arterial saludable

12- Manejar la diabetes lo mejor posible

Los científicos esperan que al crear conciencia sobre los factores de riesgo, que cambian a medida que las personas envejecen, puedan tomarse medidas para reducir sus posibilidades de contraer la enfermedad. De hecho, este tipo de patologías se convirtieron en el “mayor temor” de las personas con respecto al envejecimiento, según reveló el director médico de Alzheimer’s Research UK, el profesor Jonathan Schott.

Y si bien un número cada vez mayor de personas se someten a pruebas genéticas para conocer las probabilidades de desarrollar algún tipo de trastorno cognitivo, para los especialistas “una mayor conciencia pública sobre los cambios en el estilo de vida podría reducir los casos en decenas de miles al año”.

Trabajo y salud mental

La doctora María Roca, Coordinadora Científica de INECO y Directora de INECO Organizaciones, destacó la importancia que tiene la salud emocional, el manejo del estrés y la gestión de las emociones en el ámbito laboral.”Estamos aproximadamente un tercio de nuestra vida o más en nuestro puesto de trabajo, por eso la importancia que esto tiene si se piensa que otro tercio se debería estar descansando”, dijo Roca.

El trabajo puede ser un dador de estrés y de desafíos, pero simultáneamente puede ser también un dador de bienestar. Desde las neurociencias, lo que se dice es que nuestro cerebro está preparado para adaptarse a estos cambios, pero que ellos y el bienestar también se construyen y que hay maneras particulares de hacerlo”.

¿Pero, a qué se considera bienestar? La ciencia lo define como una habilidad que se cultiva y se construye pero, como la mayoría de las habilidades humanas, su construcción requiere de la inversión de tiempo y esfuerzo. La construcción y el cuidado del bienestar deben convertirse en un hábito que se cultive no de manera artificial, sino inmerso en nuestra realidad cotidiana.

El camino hacia el bienestar es un sendero lento y pausado que se transita día por día, por eso, los expertos coinciden en que para empezar no son necesarios cambios abruptos, alcanza con modificar pequeños hábitos cotidianos y sostenerlos a lo largo del tiempo para obtener resultados.

Fuente: Infobae

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