Cómo funciona el “termostato” del cuerpo

Nuestro organismo tiene una forma sofisticada de regular la temperatura.

NOTICIAS DE INTERÉS Julia VOSCO
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Estos últimos días vivimos la primera ola de calor de la temporada. El cuerpo tuvo que trabajar de forma intensa para moderar la temperatura corporal en días en los que la sensación térmica se ubicó en torno a los 40 grados. ¿Cómo consigue nuestro cuerpo no desintegrarse en un medio infernal?

Para entender ese proceso de regulación térmica primero hay que tener en cuenta que la energía en el universo no se crea ni se pierde, sino que se transforma. La que proviene del sol se llama nuclear, se convierte en química cuando es absorbida por vegetales y animales, y, al consumirlos, la vamos incorporando. Luego, somos los seres humanos quienes perdemos calor ya sea por factores ambientales o por procesos biológicos, que pueden ser externos o internos.

Una vez producido, el calor es transferido y repartido a los distintos órganos y sistemas. Los seres humanos somos homeotermos, eso quiere decir que mantenemos siempre una misma temperatura, independientemente del ambiente en el que nos encontremos. La normal, de acuerdo con la American Medical Association, puede oscilar entre 36.5 y 37.2ºC. El organismo se encarga de mantener ese equilibrio térmico porque, de lo contrario, varios de nuestros sistemas, como por ejemplo, el nervioso, se verían comprometidos.

Los mecanismos reguladores de la temperatura corporal son: conducción, convección, radiación, evaporación y sudoración. Los dos primeros tienen que ver con el contacto entre dos objetos, el calor siempre va a pasar del más cálido al más fresco. Es decir, nos sucede cuando tocamos algo frío o sentimos viento fresco en el cuerpo como el de un ventilador o el del aire acondicionado.

“Cuando la temperatura del entorno se acerca a la del cuerpo humano, empezamos a sentir falta de confort porque ya el organismo no puede perder el calor hacia el ambiente que nos rodea, como pasa en los días en los que el termómetro supera los 35ºC”, expone a Con Bienestar Jorge Franchella (M.N. 44.396), director del Programa de Actividad Física para la Salud y el Deporte del Hospital de Clínicas.

La pérdida de calor por radiación se produce en forma de rayos infrarrojos. Se genera un intercambio de energía electromagnética entre el cuerpo y el medio ambiente u objetos más fríos y situados a distancia. Por ejemplo, cuando estamos en la nieve.

Por otro lado, la evaporación y sudor son las otras dos forma de regular la temperatura corporal, implican que hay agua dentro del cuerpo, la que llega a los folículos pilosos y se evapora en la piel, enfriándola en este proceso. Es por eso que existe la sudoración durante las épocas más cálidas del año.

Esto empeora si hacemos actividad física en verano porque una cuarta parte de la energía que generamos con el ejercicio se transforma en movimiento, mientras que las tres cuartas partes restantes se disipan como calor. Esto significa que sobreexigimos al cuerpo, ya que nuestro termostato interno tiene que expulsar ese superávit calórico.

¿Qué sucede en un ambiente acuático? En contacto con el agua perdemos 25 veces más calor que cuando contactamos con el aire. Es por eso que, el simple hecho de sumergir las piernas en una pileta o estar dentro de una en días de mucho calor, aunque el líquido no esté frío del todo, el organismo bajará su temperatura con mucha facilidad. Incluso hay gente que, al rato de estar sumergido, puede llegar a sentir frío aunque el agua esté templada. Más aún si, además, corre un poco de viento.

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