Vacunas contra el coronavirus: cuántas hay y cuáles llegarán a la Argentina

El Gobierno anunció un plan de vacunación con características de “epopeya”, pero aún reina la confusión. Un panorama actualizado de las que podrían llegar este verano.

SALUD Julia VOSCO
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En el mundo, hay 320 vacunas en desarrollo y bajo investigación. Ninguna es original de la Argentina, que anunció un plan de vacunación donde hasta ahora reina la incertidumbre. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) evalúa documentación presentada por las farmacéuticas BioNTech/Pfizer, Janssen y AstraZeneca por sus vacunas y sólo Rusia pidió una preaprobación de emergencia para la Sputnik V, desarrollada en Moscú.

En la actualidad y en líneas generales, se utilizan cuatro tipos de vacunas. La vacuna viva atenuada es aquella que porta el virus debilitado, con la ventaja de que puede durar toda la vida, con uno o dos pinchazos. Para tratar el sarampión, las paperas, la rubéola o la varicela se usan este tipo de preparados.

Su versión contraria es la vacuna inactivada, que usa la versión muerta del germen que causa la enfermedad. Estas no tienen una respuesta tan fuerte y duradera, por lo que es preciso que se necesiten varias dosis para poder adquirir inmunidad. Uno de los ejemplos más claros es la vacuna de la gripe.

El tercer tipo de vacuna que existe es la de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas. Ésta porta alguna parte específica del virus, como su proteína, azúcar o cápsula, que actúa sobre partes clave del germen. La limitación que tiene es que es probable que se necesiten vacunas de refuerzo para obtener amplia protección. La hepatitis B y el virus del papiloma humano se curan con este tipo de vacunas.

Por último, están las de toxoides, que recogen el producto nocivo fabricado por el germen que causa la enfermedad para crear inmunidad en las partes del virus que causen la enfermedad. La difteria y el tétanos precisan de esta vacuna.

Las vacunas más avanzadas
Sputnik V

El presidente Alberto Fernández, de 61 años, anunció que sería el primero en dársela “porque no tiene ninguna duda en su calidad”. Pero la semana pasada eso fue puesto en duda, cuando el presidente ruso Vladimir Putin, de 68 años, dijo que prefería esperar un aval científico mayor sobre los efectos de esta fórmula en personas mayores de 60 años.

El ministro de Salud ruso, Mikhail Murashko, estimó que la semana próxima comenzaría la vacunación en esta población de riesgo, porque los estudios de eficacia habrán finalizado. La información oficial rusa sobre su vacuna es considerada parcial por sectores de la comunidad científica.

Desde el lado comercial, el CEO del fondo soberano que impulsó el desarrollo de la vacuna rusa aseguró además que este preparado “mantendrá una alta eficacia contra la nueva cepa de coronavirus detectada en el Reino Unido”.

Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud explicó que la Argentina “debe recibir 10 millones de tratamientos de la vacuna Sputnik V entre lo que queda de este año, y enero y febrero de 2021″ y especificó que “en este primer embarque, son 300 mil dosis” y que se está trabajando “para que lleguen lo antes posible”.

BNT162 (Pfizer y BioNTech)

Utiliza la tecnología conocida como ARN: es ingeniería genética para generar una respuesta inmunitaria en el organismo introduciendo en el cuerpo la información necesaria para fabricar la proteína del virus que provoca que las células humanas se infecten.

Si los datos que se publiquen al final del ensayo en una revista científica son consistentes, representarán un cambio de paradigma en la ciencia, porque sería la primera vacuna genética de la historia.

El mayor inconveniente es la necesidad de mantener las dosis a una temperatura inferior a -70° C para evitar que la sustancia pierda su efecto. Esto puede convertirse en un obstáculo importante en regiones remotas o muy cálidas.

¿Llegará a la Argentina? Hay más vaivenes que certezas. Desde el laboratorio Pfizer, dijeron que “continúan las conversaciones” con el Gobierno nacional para garantizar la llegada de dosis a la Argentina, pero no brindaron más detalles al respecto. Hubo anuncios oficiales sobre la llegada inminente de esta vacuna, pero no se cumplieron hasta aquí.

Además, voluntarios argentinos colaboraron con el ensayo clínico, cuyos resultados ahora aprovechan otros países

Esta vacuna también forma parte del grupo de vacunas basadas en ARN. El reciente anuncio de Moderna, se basó en 95 participantes en ensayos clínicos diagnosticados con COVID-19. Se sugiere una tasa de efectividad del 94%.

Hoy comenzó en los Estados Unidos la distribución de esta vacuna. A diferencia de la rusa, cuenta con una investigación publicada en The New England Journal of Medicine que pondera la seguridad e inmunogenicidad en personas de más de 60 años.

Cuando un gobierno no tiene negociaciones entabladas para contar con ella, se podría acceder a través de los convenios que gestiona la Organización Mundial de la Salud. Por ahora, no se la espera en concreto en la Argentina.

AZD1222 (Universidad de Oxford y AstraZeneca)

La revista científica avaló los resultados presentados previamente por la universidad británica. Destacó que la vacuna es eficaz en una media del 70% cuando se aplican dos dosis, pero que llega al 90% cuando se administra media dosis seguida por una dosis completa un mes después.

El empresario argentino Hugo Sigman aseguró que la Argentina producirá al menos 150 millones de dosis de la vacuna. MAbxience, se encargará de fabricar el principio activo (la materia prima) de la vacuna de Oxford-AstraZeneca. Una vez concluido, el producto será entregado a AstraZeneca, que lo enviará a México, donde el laboratorio Liomont se ocupará de fraccionarlo y envasarlo.

“Desde allí, AstraZeneca distribuirá la vacuna de manera equitativa en América Latina (con excepción de Brasil, que llegó a un acuerdo por separado). El precio comprometido es de 4 dólares, sustancialmente menor al de las vacunas de otras compañías”, dijo Sigman.

El laboratorio confirmó que espera entregar al país más de 22 millones de dosis de la potencial vacuna, que comenzará a distribuirse durante la primera mitad de 2021.

CoronaVac (Sinovac)

Luego de la suspensión de las pruebas clínicas en Brasil por la muerte de un voluntario, se aclaró que la muerte no había tenido nada que ver con la vacuna y se retomó el estudio con normalidad.

Sinovac es una vacuna inactivada, que funciona mediante el uso de partículas virales muertas para exponer al sistema inmunológico al virus del COVID-19 sin riesgo de una enfermedad grave.

Un de las principales ventajas de la vacuna de Sinovac es que se puede almacenar en una heladera estándar a 2-8 grados Celsius, al igual que la vacuna de Oxford.

Desde Córdoba, cursan negociaciones para adquirir su propio lote de vacunas. Bajo un gran hermetismo, funcionarios provinciales, junto a las principales autoridades sanitarias, mantienen contactos con los principales laboratorios internacionales productores.

JNJ-78436735 (Johnson & Johnson)

Basada en la tecnología del vector viral no replicante (el mismo utilizado por la Universidad de Oxford / AstraZeneca y la Sputnik V), Perú, Chile, México, la Argentina, Brasil y Colombia se habían ofrecido a participar en el ensayo, con la esperanza de tener acceso preferencial a la vacuna.

La farmacéutica espera un análisis inicial de los datos a fines de enero. Si la prueba tiene éxito, la empresa planea solicitar la autorización de los Estados Unidos en febrero.

Ad5-nCoV (CanSino)

La Fundación Huésped anunció el inicio en la Argentina de un nuevo estudio de Fase 3 de una vacuna contra el SARS-CoV-2, que será llevado adelante en 11 centros de salud en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y Mar del Plata.

La vacuna fue desarrollada por el Beijing Institute of Biotechnology, CanSino Biologics Inc, de China.

El desarrollo de CanSino Bio es una vacuna vectorial que utiliza un adenovirus 5, que es un adenovirus humano. En las vacunas vectoriales, se utiliza adenovirus de chimpancé, como es en el caso de la vacuna que desarrolló la Universidad de Oxford. Los rusos usan el adenovirus 25 y en la segunda dosis, el adenovirus 5.

“El adenovirus es un virus defectuoso porque se le saca la parte que puede dar la enfermedad y se introduce material genético para que el organismo genere anticuerpos”, describe Eduardo López, infectólogo, asesor presidencial durante la pandemia de coronavirus y miembro de la Fundación Socolinsky.

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