Cómo bajar el nivel de autoexigencia

Es momento de fomentar cosas que nos hagan frenar un momento en la vorágine, observar y reordenar prioridades

NOTICIAS DE INTERÉS Julia VOSCO
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Si en la antigua normalidad la sobreexigencia no era sana, en este contexto en que la carga es mucho mayor, el problema se agudiza. Hay que replantearse dónde estamos ubicados, qué estamos valorando y en qué se invierte el esfuerzo.

Sobreexigirse, aspirar a la perfección en todas las obligaciones, pensar que se debe alcanzar la imagen de lo que se espera de cada uno (mandatos familiares y sociales incluidos), sumado a lo que interiormente se desea ver en el espejo es agobiante.

Exigirse es parte de un proceso de superación personal, pero las personas demasiado exigentes nunca se conforman. Minimizan sus logros y éxitos, se desvalorizan por sus errores, se critican constantemente. Viven con ansiedad por el temor que tienen a equivocarse o errar, por el miedo a no hacer todo con la perfección que buscan.

Es lo que le pasa a millones de personas y, como consecuencia, viven tensionados, insatisfechos, estresados, sin poder sentirse felices.

¿Cuál es el origen de la sobreexigencia?
Este comportamiento, que por lo general surge en la infancia de la exigencia excesiva de los padres, lleva a sentir que se tiene valor sólo cuando se satisfacen las necesidades de los demás. La dinámica tiene que ver con qué estrategia se usa para recibir el amor y reconocimiento.

Es decir, "valemos por lo que hacemos y no por lo que somos". Que nada sea suficiente genera frustración y, debido a que se coloca la satisfacción personal por fuera de uno, el sentimiento es de un gran vacío.

El buen líder interior
Hay que darse las posibilidades y los espacios de experimentación. Todo está bien desde el punto de vista que son experiencias y aprendizajes. Afortunadamente, hay técnicas para salir de la dinámica perjudicial de sobreexigencia. Aquí, comparto algunas recomendaciones:

1. Ser egoísta. El primer paso es intentar dejar de mirar hacia afuera y comenzar a mirar hacia adentro para equilibrar. Pensar qué se necesita, qué se quiere, ganas de qué hay. Si la persona es sobreexigida, este paso va a parecer egoísta. Es fundamental comenzar a conectar con uno mismo, con lo que produce placer. Una comida preferida, un baño caliente, o simplemente dormir en vez de ocupar el tiempo en cumplir con alguien más.

2. Poner límites. Las personas sobreexigidas no saben o no pueden decir que no y terminan con una agenda llena de requerimientos que hacen felices a otros. Es hora de poner límites a todos: pareja, hijos, padres, jefe y e incluso a uno mismo. Cambiar la mirada, ser más indulgente y autocomprensivo.

3. Mantener en el camino elegido. Dejar de cumplir con las expectativas que durante tantos años pusieron en uno. Es muy posible que genere un movimiento en los demás, que cuestionen las nuevas decisiones. Es vital mantenerse firme y priorizarse. Las relaciones con el entorno serán incluso más sanas.

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