Lo que hay que saber sobre el síndrome posanticonceptivo (PBCS): una preocupación tras dejar la píldora hormonal

SALUD Carola LEVI
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Miles de personas comparten hoy sus experiencias al dejar los anticonceptivos hormonales en plataformas digitales, entre testimonios que van desde el alivio emocional hasta cuadros de ansiedad, fatiga o trastornos menstruales.

Un estudio reciente publicado por Verywell Health explica que el síndrome posanticonceptivo (PBCS) es un conjunto de síntomas físicos y emocionales que pueden surgir tras suspender los anticonceptivos hormonales, especialmente la píldora.

Pero detrás de esta multiplicidad de síntomas emerge un patrón que, aunque no está reconocido oficialmente por la medicina, comienza a tomar nombre y visibilidad: el síndrome posanticonceptivo, conocido por sus siglas en inglés como PBCS (Post-Birth Control Syndrome).

Un conjunto de síntomas ignorado durante décadas
Según la doctora Aviva Romm, autora del libro Hormone Intelligence, este síndrome afecta aproximadamente a una de cada cinco mujeres.

Aclara que no se trata de una enfermedad en sí ni de un diagnóstico clínico formal, sino de una denominación que permite englobar un conjunto de manifestaciones físicas y emocionales que ocurren tras suspender la anticoncepción hormonal.

Estas incluyen cambios de humor, caída del cabello, acné, alteraciones del ciclo menstrual, entre otros. La explicación fisiológica detrás del PBCS radica en el mecanismo de acción de los anticonceptivos orales: estos interrumpen la producción hormonal natural del cuerpo mediante una dosis constante de hormonas sintéticas que imitan al estrógeno y la progesterona.

Esta regulación artificial suprime la ovulación, evitando el embarazo. Al abandonar la píldora, el cuerpo debe reajustarse a la producción natural, lo cual puede generar un desbalance temporal.

Un llamado a la información y la autonomía
Para la endocrinóloga naturista Jolene Brighten, con sede en Portland, Oregon, el desafío es institucional: el sistema médico debe formar a sus profesionales para abordar el PBCS con seriedad. “La mentalidad de ‘prescribir y olvidar’ en torno a los anticonceptivos es un protocolo deficiente”, afirma.

Hasta que esa transformación ocurra, la responsabilidad recae sobre las usuarias, que deben exigir información completa y formular preguntas claras sobre los posibles efectos de dejar la anticoncepción hormonal.

Brighten y Knopman coinciden: el problema no es el anticonceptivo en sí —cuya relevancia se mantiene vigente frente a la amenaza a los derechos reproductivos—, sino la falta de preparación frente a los efectos secundarios que su suspensión puede generar.

En palabras de Knopman, “experimentar el PBCS puede ser incómodo, pero en la mayoría de los casos es transitorio. Lo que realmente genera sufrimiento innecesario es la falta de educación al respecto. Si una persona está preparada, puede afrontar el proceso con menos ansiedad”.

Hacia una atención más consciente y equitativa
El reconocimiento del síndrome posanticonceptivo no implica deslegitimar los beneficios de los anticonceptivos hormonales, sino promover una conversación más honesta y completa sobre sus efectos. La salud reproductiva y hormonal de las mujeres exige una mayor transparencia, preparación médica y respeto por la autonomía informada.

Además, es necesario abandonar la visión reduccionista que considera la anticoncepción exclusivamente como una herramienta de control natal.

La forma en que interactúa con el cuerpo femenino —sus ciclos, su química interna, su equilibrio emocional— merece un abordaje integral, preventivo y actualizado.

No basta con recetar la píldora: es urgente acompañar también su retirada. Solo así podrá evitarse que miles de personas atraviesen en soledad, incertidumbre y malestar una transición que podría ser mucho más contenida y comprendida.

Finalmente, el PBCS pone en evidencia una deuda más amplia del sistema sanitario: la falta de educación menstrual y hormonal desde etapas tempranas.


Normalizar la conversación sobre los efectos secundarios de los tratamientos hormonales y fomentar el acceso a información basada en evidencia científica son pasos esenciales para garantizar una atención ginecológica más humana, informada y respetuosa de la experiencia individual.

Fuente: Infobae

     

 

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