Proteínas de origen vegetal o animal: cómo cambia la necesidad de nutrientes según la edad

NUTRICIÓN Julia VOSCO
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Una dieta rica en proteínas de origen animal puede salvar vidas infantiles, pero para los adultos, las plantas tienen la última palabra.

Así lo concluyó un extenso estudio publicado en la revista Nature, que analizó datos nutricionales y demográficos de 101 países entre 1961 y 2018.

¿El hallazgo? Las proteínas animales favorecen la supervivencia en los primeros años de vida, mientras que las proteínas vegetales se asocian a una menor mortalidad entre los 30 y los 70 años.

El análisis sugiere que la efectividad de los macronutrientes en la salud humana no es uniforme a lo largo del ciclo vital. La supervivencia infantil, especialmente durante los primeros cinco años, mejora significativamente con un suministro suficiente de proteínas y grasas animales. Estas contribuyen al crecimiento y fortalecimiento inmunológico en una etapa de alta vulnerabilidad biológica.

Por el contrario, en adultos de mediana edad y mayores, la proteína vegetal, acompañada de un menor consumo de grasas totales, aparece como un factor clave para reducir la mortalidad.

La hipótesis detrás de este fenómeno apunta a los efectos acumulativos de la dieta en enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.

La sostenibilidad en la balanza

La investigación cobra mayor relevancia en un momento en que los sistemas alimentarios globales enfrentan una presión creciente para ser más sostenibles. La producción de alimentos de origen animal representa una parte considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero. En consecuencia, se promueve cada vez más la transición hacia dietas basadas en plantas.

Sin embargo, el estudio advierte que una reducción indiscriminada del consumo de proteínas animales podría tener consecuencias negativas para ciertos grupos etarios, especialmente niños y mujeres embarazadas. Por ello, los autores recomiendan diseñar políticas nutricionales que consideren la edad como un factor crítico en la planificación alimentaria.

Diversidad económica y regional

El estudio también expone desigualdades en el acceso a diferentes fuentes de proteína. Los países con mayor Producto Interno Bruto (PIB) per cápita presentan una mayor disponibilidad de proteínas animales. En cambio, las regiones con menores recursos económicos —incluyendo gran parte de América Latina, África y Asia— dependen en mayor medida de las proteínas vegetales.

A lo largo de las décadas analizadas, se observó una tendencia hacia la paridad en la disponibilidad de ABP y PBP a nivel mundial. Esta convergencia refleja tanto un aumento en el consumo de PBP en regiones tradicionalmente carnívoras como un incremento en la producción y consumo de ABP en zonas históricamente más vegetales.

Ciencia y datos detrás del hallazgo

Los investigadores utilizaron el marco geométrico para la nutrición (GFN), una herramienta analítica que permite explorar cómo las combinaciones de nutrientes afectan distintos parámetros de salud. Se cruzaron datos de hojas de balance alimentario de la FAO, estadísticas de población de la ONU, y registros de mortalidad de la Base de Datos de Mortalidad Humana.

En total, se analizaron más de 4.000 tablas de vida específicas por país, año y sexo, permitiendo identificar patrones claros y consistentes en las asociaciones entre macronutrientes y mortalidad por edad.

¿Qué dieta recomiendan para qué edad?

El mensaje central del estudio es claro: la dieta óptima varía con la edad. Las estrategias de transición hacia sistemas alimentarios sostenibles deben reconocer esta variabilidad y evitar un enfoque único. Redistribuir los recursos alimentarios, adaptando la proporción de proteínas animales y vegetales según la etapa de la vida, podría ser la clave para equilibrar salud pública y sostenibilidad ambiental.

Fuente: Infobae

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