Qué es la dermatitis atópica y por qué el diagnóstico temprano mejora la calidad de vida

SALUD Julia VOSCO
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La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria y crónica de la piel, caracterizada por brotes frecuentes, picazón intensa, irritación, dolor, enrojecimiento, costras e infecciones.

Las lesiones pueden ubicarse en la cara, el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de flexión de las extremidades. Afecta aproximadamente del 15% al 25% de niños y adolescentes y del 1 al 3% de los adultos. Y en palabras de la médica dermatóloga (MN. 94872) y presidenta de la Sociedad Argentina de Psoriasis (SOARPSO), Débora Kaplan, “tiene un alto impacto en la calidad de vida, ya que atraviesa todos los ámbitos (familiar, laboral, social) de la persona que la presenta”.

En la dermatitis atópica intervienen factores genéticos, ambientales, alteraciones inmunológicas y problemas en la función de barrera de la piel. Existen otras enfermedades desencadenadas por el mismo proceso inflamatorio y es muy frecuente que coexista con diferentes afecciones alérgicas.

“Al principio puede aparecer como una dermatitis, pero luego, pueden darse otras manifestaciones alérgicas como la alimentaria, la rinitis o el asma -aportó la médica especialista en alergia e inmunología Alicia De Falco (MP 15122), presidenta de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC)-. Estas enfermedades asociadas no deben descuidarse, ya que, de lo contrario, la calidad de vida del paciente se verá afectada”.

La importancia de la detección temprana

La dermatitis atópica es una enfermedad que requiere de un abordaje multidisciplinario en el que intervengan diferentes profesionales. “Es importante trabajar de manera interdisciplinaria entre el dermatólogo y el alergólogo. De esta manera, se beneficia el paciente, ya que se aborda de manera simultánea el cuidado de su piel y de su alergia. También se garantiza una evaluación y un tratamiento especializado”, agregó De Falco.

El diagnóstico a tiempo es el primer paso para poder cambiar el rumbo de una enfermedad, y la dermatitis atópica no es la excepción. “Nos permite un tratamiento apropiado e individualizado del paciente, contribuir al alivio de los síntomas en aquellos casos con enfermedad más grave y avanzada, identificar y tratar, de ser necesario, las comorbilidades asociadas y en los casos leves, evitar la progresión del eczema”, aseguró la presidenta de la Sociedad de Dermatología Pediátrica para Latinoamérica (SDPL), María Eugenia Abad (MN 87054).

Dependiendo del perfil del paciente, es una enfermedad que, especialmente en la primera infancia, puede lograr la remisión en un número significativo; en otros casos, puede requerir de un tratamiento crónico y controlado por profesionales especializados.

Para los casos con enfermedad moderada o grave, en los últimos años, han aparecido diversas herramientas terapéuticas que permiten mejorar sustancialmente la calidad de vida, controlando la picazón y las lesiones cutáneas de los pacientes que van desde los medicamentos biológicos (inhibidores de las interleuquinas 4 y 13), hasta los tratamientos orales (inhibidores de JAK).

“Actualmente, contamos con varias herramientas y opciones de tratamiento aprobadas para esta enfermedad, desde medicación oral hasta terapia biológica. Estas alternativas están dirigidas a mejorar las manifestaciones de la piel, a reducir y controlar la picazón y prevenir las exacerbaciones. Esto debe acompañarse de otros recursos como la identificación de factores desencadenantes y agravantes y una adecuada información sobre el cuidado de la piel y las expectativas basadas en el conocimiento de la enfermedad. Y tener en cuenta que el tratamiento debe ser personalizado para cada paciente”, detalló Kaplan.

Cerca del 90% de los pacientes ve afectada diariamente su calidad de vida, ya que la dermatitis atópica impacta en los ámbitos laboral, escolar, social, vincular y económico.

La picazón, principal síntoma de la enfermedad, no es un aspecto menor, las personas a las que la piel les pica en forma crónica e intensa (que sucede en contextos o situaciones imposibles de controlar como la escuela, el trabajo, en el transporte público, en un evento social o al intentar dormir) tienen el triple de posibilidades de desarrollar depresión y el doble de experimentar ansiedad. Cuando los pacientes deben calificar la intensidad de su picazón en un rango del 1 al 10, el promedio general asciende a 7.

Fuente: Infobae

 

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