El riesgo de enfermedad cerebral en el rugby está vinculado con la duración de la carrera como jugador

NOTICIAS DE INTERÉS Ana COHEN
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El año pasado, exjugadores de rugby británicos diagnosticados con demencia de inicio temprano y otras enfermedades neurológicas irreversibles, como el excapitán de Gales Ryan Jones, y Steve Thompson, el hooker ganador de la Copa Mundial de Inglaterra en 2003, anunciaron que iban a demandar a la World Rugby y a las federaciones de sus países por considerar que no protegen a los rugbiers profesionales y amateurs contra los riesgos claros vinculados a las conmociones cerebrales.

En una entrevista, en 2020, Thompson, entonces de 42 años, le dijo a The Guardian: “No recuerdo haber ganado el Mundial. Puedo verme ahí saltando y celebrando. Pero no puedo recordarlo. Honestamente, no conozco el resultado de ninguno de los partidos”.

Los jugadores de deportes de contacto están expuestos a sufrir traumatismos de cráneo reiterados, lo que puede tener importantes consecuencias para su salud cerebral. Pero ahora los investigadores están preocupados por los resultados tardíos y adversos de esos golpes en los jugadores de rugby, fútbol y fútbol americano.

Según un nuevo estudio de neurocientíficos de las universidad de Glasgow, Escocia; Sidney, Australia; Boston, EE.UU, entre otras; , por cada año de rugby jugado, con repetidos golpes en la cabeza, el riesgo de que los deportistas desarrollen una enfermedad cerebral degenerativa llamada encefalopatía traumática crónica (ETC) aumenta considerablemente.

El médico, profesor e investigador Vitor Tumas, de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto (FMRP) de la Universidad de São Paulo (USP), especialista en Neurología, explicó, en una nota del portal de noticias de esa casa de estudios, que la encefalopatía traumática crónica fue descubierta en los boxeadores a principios del siglo XX, pero los atletas de otros deportes que sufren traumatismos craneales repetitivos, como el rugby, el fútbol americano e incluso el fútbol, pueden ser afectados por la enfermedad. Según Tumas, también se ha descrito en veteranos militares que participaron en entrenamientos en conflictos militares”.

Según explicó a Infobae el doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires, INBA, “estos constantes golpes en la cabeza son los que van creando con el tiempo un daño y un deterioro neurológico″.

Se cree que la ETC es el resultado de repetidas lesiones en la cabeza que golpean el cerebro contra el costado del cráneo y dañan sus tejidos. Así se conduce a una abundancia de compuestos químicos en el cerebro y a problemas en los receptores vinculados al aprendizaje.

El doctor Andersson describió: “Este tipo de traumatismos producen un violento sacudón en el cerebro, lo que hace que las neuronas puedan provocar una ‘despolarización’, es decir, un cambio en su potencial eléctrico que causa que los neurotransmisores se activen todos al mismo tiempo”.

El trauma repetitivo, según Tumas, provoca una acumulación de cambios que desencadenan un proceso inflamatorio. A partir de cierto punto, esto comienza a provocar el depósito de varias proteínas anormales en el cerebro, siendo la principal la TAU fosforilada. Este proceso, a largo plazo, se vuelve irreversible y progresivo.

Aunque solo se puede hacer un diagnóstico después de la muerte, la ETC se manifiesta con mayor frecuencia en etapas posteriores de la vida como problemas de memoria, cambios de humor, depresión y demencia; sin embargo, a personas que murieron a los 17 años se les ha diagnosticado esta afección.

En este nuevo estudio sobre el rugby, publicado en Acta Neuropathologica, realizado entre 31 exjugadores de rugby que donaron sus cerebros para la investigación, alrededor de dos tercios (68%) de los cerebros examinados por neuropatólogos tenían ETC. El diagnóstico post mortem se realizó tanto en jugadores amateurs como de élite. El riesgo de desarrollar ETC se relacionó con la duración de la carrera de rugby de un jugador, y cada año adicional de juego agregaba un 14 por ciento al riesgo de CTE.

El doctor Andersson explicó que la encefalopatía traumática crónica es una enfermedad irreversible causada por los constantes golpes en la cabeza. “Es muy importante tener en cuenta que puede producirse por golpes que no llaman demasiado la atención. O sea, cuando uno habla de traumatismo del cráneo y sobre su repercusión, siempre se está imaginando un paciente que se pegó en la cabeza, que perdió el conocimiento, que puede tener fractura, que va a un hospital, le hacen tomografía, resonancia, etc. No, en este caso pueden ser golpes banales, pero que se van dando con frecuencia y constantemente”.

Y agregó el neurólogo: “La encefalopatía traumática crónica en una fase avanzada tiene síntomas de deterioro cognitivo parecidos al Alzheimer y de un trastorno motor tipo Parkinson”. La ETC, explicó Andersson, se desarrolla en cuatro fases:

1. Problemas de concentración y dolores de cabeza.

2. Depresión, temperamento explosivo, problemas de memoria a corto plazo.

3. Discapacidad cognitiva, dificultad mental para organizar y física para llevar a cabo tareas múltiples, problemas en el razonamiento.

4. Demencia.

Tumas coincidió en que son característicos los cambios de comportamiento como depresión, ansiedad, agresividad, impulsividad e incluso paranoia

Y afirmó en la nota citada: “Los síntomas de la enfermedad pueden parecerse mucho a enfermedades psiquiátricas, como el Alzheimer, en diversas etapas de la enfermedad, y los pacientes tienen una tendencia muy fuerte al suicidio”.

La ETC obtuvo su nombre recién en 2002, después de décadas de investigación y gracias a la visión de un médico inmigrante en Estados Unidos. Se trata del nigeriano Bennett Omalu, un patólogo forense que hace 13 años tuvo la responsabilidad de conducir la autopsia de la estrella del fútbol americano Mike Webster, quien había muerto de manera repentina e inesperada. Omalu tuvo la idea de recoger capas (láminas) del cerebro del fallecido y allí descubrió una serie de lesiones que abrirían una puerta trascendental para el deporte: la encefalopatía traumática crónica.

En el estudio publicado en Acta Neuropathologica, diecinueve jugadores habían informado antecedentes de conmociones cerebrales, aunque estas son igualmente comunes en atletas sin ETC, lo que sugiere que la cantidad de golpes en la cabeza sin conmociones sumados a lo largo de una carrera como jugador impulsa los cambios cerebrales.

“El ETC es una enfermedad prevenible; existe una necesidad urgente de reducir no sólo el número de impactos en la cabeza, sino también la fuerza de esos impactos, tanto en el rugby como en otros deportes de contacto, para proteger y prevenir el ETC en estos jugadores” dijo Ann McKee, autora del estudio y neuropatóloga del Centro ETC de la Universidad de Boston.

El estudio, aunque pequeño, añade otra evidencia al sombrío patrón que emerge de los deportes de contacto. Tanto los jugadores aficionados como los atletas profesionales, las estrellas del deporte, tanto femeninas como masculinas, pueden desarrollar ETC después de años de partidos agotadores y entrenamiento duro.

Gran parte de la evidencia sobre los golpes en la cabeza y el riesgo de ETC proviene de jugadores de la Liga de Fútbol Profesional de EE. UU. (NFL): más del 90 por ciento de los ex atletas de la NFL en varios grandes estudios post mortem han sido diagnosticados con ETC. Los estudios sobre el fútbol, el fútbol americano, y ahora los jugadores de rugby, están arrojando resultados igualmente impactantes.

“El rugby tiene un riesgo notablemente alto de conmoción cerebral en comparación con otros deportes de contacto, aunque hasta ahora se han descripto relativamente pocos casos de ETC en exjugadores de rugby”, señalaron McKee y sus colegas.

A medida que crece la evidencia, se ha llegado a comprender que el mayor factor de riesgo de ETC son los golpes repetidos en la cabeza, independientemente de los síntomas de la conmoción cerebral, y ahora se sabe que múltiples lesiones en la cabeza “leves” pueden provocar problemas de memoria y otros déficits cognitivos.

En junio, un estudio de 631 jugadores de fútbol fallecidos (el estudio de ETC más grande hasta la fecha) encontró que las posibilidades de los jugadores de la NFL de desarrollar ETC estaban relacionadas tanto con el número y la fuerza de los impactos en la cabeza como con la duración de las carreras de los jugadores, pero no con el número de conmociones cerebrales que sufrieron.

De acuerdo al doctor Andersson, estas consecuencias de los golpes en la cabeza no eran totalmente desconocidas. “La enfermedad de Parkinson pugilística, que padecía el famoso boxeador estadounidense Muhammad Alí, por ejemplo, se la adjudicaba casi exclusivamente al boxeo, pero con esta publicación que hacen en el año 2002, esto generó una revolución en el deporte más practicado en los Estados Unidos: cientos o miles de jugadores y de familias empezaron a denunciar a la Asociación de Fútbol Americano por el deterioro cognitivo y físico que habían sufrido al practicar el deporte”.

Estos hallazgos sugieren “que podríamos reducir el riesgo de ETC mediante cambios en la forma en que los jugadores de fútbol practican y juegan”, dijo Dan Daneshvar, neurocientífico de la Facultad de Medicina de Harvard.

“Si reducimos tanto el número de impactos en la cabeza como la fuerza de esos golpes en la práctica y los juegos, podríamos disminuir los riesgos de que los atletas desarrollen ETC”, concluyó el neurocientífico.

El factor principal, advirtió Tumas, es prevenir el problema, ya que la enfermedad no tiene cura. Quienes practican deportes de riesgo como la lucha, el rugby, el fútbol y el fútbol deben prestar atención a este problema y ser aconsejados para intentar reducir el impacto de estos traumas.

Andersson contó que el doctor Vincent Gouttebarge, médico Jefe de Football Players Worldwide, FIFPRO, fue nombrado miembro de un grupo experto del International Football Association Board (IFAB), para estudiar si deben modificarse las normas del fútbol profesional con tal de garantizar la mejor protección de los jugadores que sufren una conmoción cerebral. IFAB ha reunido un grupo de médicos, antiguos árbitros y entrenadores para examinar la posibilidad de presentar una norma específica en casos de conmoción cerebral, y equiparar en ese ámbito al fútbol con el rugby y el hockey sobre hielo.

El doctor Gouttebarge, que fue futbolista profesional de la liga de Países Bajos, sufrió dos conmociones cerebrales que inicialmente fueron desestimadas por el personal del club, y desde el año 2013 ha estado presionando a las autoridades futbolísticas para que introduzcan un protocolo en ese ámbito.

Andersson explicó que una serie de incidentes destacados, ocurridos en la Copa Mundial de la FIFA y de la UEFA desde el año 2016, ha puesto de manifiesto el tratamiento que recibe la conmoción cerebral en el fútbol. El personal médico del club tan solo dispone de tres minutos para identificar si un jugador con una lesión en la cabeza sufre una posible conmoción cerebral.

El doctor Gouttebarge defiende que los médicos del club dispongan de al menos 10 minutos para evaluar si un jugador sufre una conmoción cerebral, con la posibilidad de introducir un sustituto durante ese intervalo.

Fuente: Infobae

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