¿Te dejas caer en tu sofá a diario? Estas son las consecuencias

ALIMENTACIÓN Y SALUD Sara Blanc
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La mayoría de los entrenadores tienen clientes con un perfil muy agradecido. Es pura lógica. Si alguien decide pagar para cuidar su estado de forma, para empezar tendrá una actitud positiva hacia el ejercicio físico. La oferta busca satisfacer aquello que demanda el mercado, esto conlleva que la publicidad y la información de los medios de comunicación acabe enfocándose en determinadas personas dejando de lado a otras. Explicar la importancia de un peso muerto a quienes jamás lo harán, acaba siendo poco práctico. No va con ellos. Este punto cobra especial protagonismo cuando hablamos de personas mayores, o aquellas con un sobrepeso suficiente para acarrear ciertas limitaciones. Aunque no es algo que les ocurra solamente a ellos, ambos casos suelen compartir un gesto cotidiano, esa manía de dejarse caer en su sillón y que podríamos llamar el punto de ‘no retorno’.

¿Qué es eso del ‘punto de no retorno’?

Creo que no sale en ningún manual, es una manera de referirme a ese momento en el que una persona que está sentándose deja de hacer fuerza para desplomarse cómodamente cuando alcanza casi el final del recorrido. No debemos confundir esto con llegar un viernes a casa,  lanzarnos al sofá y dejar patente que empieza el fin de semana y nos disponemos a descansar a pierna suelta. Hablo de ese gesto que puedes detectar en alguna persona que conoces bien, el que muestra claramente que llegado un punto no son capaces de retener su peso y se abandonan sabiendo que hay un cojín detrás y no el vacío. Algo tan simple es un síntoma de una falta de fuerza muscular que poco a poco va a ir degenerando en un problema más grave. Vamos a ver las características y soluciones específicas para estos dos grupos de población a los que ‘menos caso’ se les hace en la comunicación relativa al ejercicio físico:

Personas de avanzada edad. Suele ocurrir cuando tienen que sentarse en sillas de altura mediana a baja. La solución que da el mercado de los fabricantes de muebles es la de hacer sillas y sofás cada vez más altos, incluso hacen sillones eléctricos que incorporan Detenernos en el punto inmediatamente anterior al que ya no podemos hacerlo es un buen ejercicio un movimiento que ayuda a ponerse de pie. Estas cosas facilitan tu vida, pero agravan el problema. A medida que envejecemos, perdemos agilidad y nuestros movimientos son más rígidos y lentos. Esto no afecta solo al rendimiento deportivo, hablamos de cosas tan simples como entrar y salir de la cama, sentarse y levantarse del asiento del inodoro, etc. Si la solución que aplicamos consiste en quedarnos inmóviles, pronto tu cuerpo se adapta a tus propias restricciones. Si dejas que músculos no trabajen en un cierto rango de movimiento, poco a poco perderás tu capacidad de ejercer fuerza en dicho rango de movimiento. Este ciclo se retroalimenta de manera constante, ya que en cuanto tu cuerpo detecte/sienta esa falta de fuerza evitará automáticamente esa posición y poco a poco dicha limitación irá aumentando, por esta razón los últimos grados de flexión antes de sentarnos son cruciales. Aunque quede muy bien subirnos a un bosu y el equilibrio es una cualidad que conviene conservar, hay que volver a los básicos y detectar en qué punto esa persona mayor ya no puede sostener su peso al sentarse, incidir en esa posición hasta que sea capaz de aguantarla y entonces avanzar a una altura algo inferior. El trabajo isométrico puede ser una buena opción, si hacerlo en el aire resulta muy difícil siempre se pueden utilizar las sentadillas a la pared.

Personas con sobrepeso. Aquí puede que el problema sea más desafiante porque no solo se trata de fuerza muscular y equilibrio, sino también de la aparición muy rápida de la fatiga y dificultades derivadas de la compresión de las articulaciones. Con estas personas el momento de ‘abandonarse’ tiene un componente distinto, porque le estamos añadiendo muchos kilos extra a la ecuación, no es solo un problema que tenga que ver con un rango de movimiento, se necesita fuerza muscular suficiente para ser capaces de retener un peso muy elevado en una posición vulnerable. También aquí hay que volver a los básicos. La sentadilla al cajón es un fantástico ejercicio para ir ganando esta fuerza muscular. Se puede comenzar con una caja o cajón relativamente alta e ir ganando profundidad poco a poco siendo siempre capaz de manejar su propio peso corporal.

¿Solo ocurre en la tercera edad y en personas obesas?

Bueno, son dos casos muy típicos en los que hay que tomar cartas en el asunto para que el problema no se haga más grave, pero lo cierto es que con el nivel de sedentarismo de la población en general, cada vez es más frecuente ver a personas que ‘se desploman’ al sentarse sin tener ningún tipo de problema físico. La vitalidad de la adolescencia dura lo que dura, el gimnasio a los veinte años tiene una prioridad relativa en nuestra vida, más bien poca, a los treinta llegan las primeras pizzas que no elimina tu organismo y se acumulan en partes concretas del cuerpo, así que decides que no hay nada mejor para combatirlo que subirse a una cinta a caminar mucho mucho mucho. Y así pasan los años y un día, no me atrevo a decir cuándo, ya no serás capaz de elegir cómo te sientas. La gravedad decidirá por ti. Tener una musculatura sana es una necesidad, nunca una preocupación que solo atañe a tontitos y tontitas preocupados por la estética. Vigila tus movimientos, si aparece alguna debilidad que no tenga justificación alguna consulta a un profesional y trabaja aquellos ejercicios que necesitas en tu caso, no los que has visto al cachas de turno de una peli. No dejes que tu musculatura se atrofie solo por falta de uso, deja a un lado la vagancia y que la fuerza te acompañe.

Fuente: abc

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