Análisis y estudios: el seguimiento médico es clave para controlar la obesidad de los chicos

SALUD Ana COHEN
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La mayoría de los niños en los Estados Unidos diagnosticados con obesidad no se realiza las pruebas de laboratorio recomendadas para afecciones concurrentes como la diabetes y la enfermedad hepática, según un nuevo estudio de la Universidad de Yale, Estados Unidos.

Otra realidad es que reciben pruebas potencialmente innecesarias que pueden ser perjudiciales para los pacientes, dicen los investigadores. El estudio fue publicado el 14 de julio en JAMA Network Open.

En 2007, la Academia Americana de Pediatría publicó un conjunto de recomendaciones sobre cómo evaluar la salud de los niños con obesidad. Esas pautas instan a los médicos a evaluar a estos chicos para detectar diabetes, enfermedad hepática y trastornos lipídicos cada dos años; no se recomiendan las pruebas de insulina de rutina y la detección de la disfunción tiroidea.

Para el nuevo estudio, los investigadores analizaron dos bases de datos de reclamos de seguros presentados entre 2018 y 2019, y encontraron que poco más de una cuarta parte de los niños recibió las pruebas recomendadas, mientras que una proporción similar recibió pruebas innecesarias.

“Esto nos indica que, si bien las recomendaciones de detección están disponibles, en realidad no se están implementando en la práctica”, dijo la doctora Mona Sharifi, profesora asociada de pediatría y salud pública y autora principal del estudio.

Su coautor Kao-Ping Chua, profesor asistente de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, señala: “Este es un problema importante porque cerca de 1 de cada 5 niños estadounidenses tiene obesidad y la detección temprana de afecciones relacionadas con la obesidad puede marcar una gran diferencia para los niños durante el transcurso de sus vidas”.

Cuando el seguimiento de los chicos es excesivo o inadecuado
Las pruebas excesivas también pueden someter a los pacientes a daños innecesarios, reconoce Sharifi. Estas pruebas pueden hacer que los pacientes y sus familias se preocupen por una afección que en realidad no tienen. Y los falsos positivos pueden llevar a visitas adicionales, pruebas y preocupaciones que no están justificadas.

“El otro inconveniente, el costo adicional, afecta el nivel de la población y el sistema de salud”, agregó.

Sharifi y sus colegas también encontraron que los pacientes que recibieron las pruebas recomendadas a menudo fueron sometidos a protocolos demasiado amplios que incluían múltiples pruebas innecesarias. Esto, dicen, también puede conducir a falsos positivos.

Ella y sus coautores ofrecen sugerencias para mitigar el problema:

Agregar alertas en los registros electrónicos de salud, por ejemplo, podría incitar a los médicos a ordenar pruebas para los pacientes que las necesitan.
Las pautas de los análisis deben ser claras tanto en el lenguaje como en el razonamiento para fomentar la adopción.

“Los redactores de directrices deben ser muy claros al ofrecer pautas específicas, procesables y directivas que puedan implementarse en la práctica rutinaria”, sugiere Sharifi. “Tampoco se pueden simplemente lanzar directrices al mundo. También es necesario complementarlos con otras herramientas y estrategias para apoyar la implementación”.

Sharifi es parte del subcomité de la Academia Americana de Pediatría que trabaja en la actualización de las pautas de la organización sobre la detección recomendada para niños diagnosticados con obesidad. Se espera que las recomendaciones revisadas se publiquen más adelante en 2022

Fuente: TN

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