La ropa que ya no nos entra: ¿incentivo para adelgazar o fuente de frustración?

ALIMENTACIÓN Y SALUD Ludmila Moscato
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Donar ropa que valoramos no es sencillo. En el medio de las numerosas limpiezas a las que sometemos al armario cada tanto, puede que aquellas prendas que en un momento nos quedaron pero que ya no nos entran, sean difíciles de "soltar".

De hecho, hace no tanto -cuando primaba otro paradigma en el ámbito de la nutrición- muchos profesionales recomendaban incluso comprarse ropa un talle más chica como incentivo de bajar de peso.

Sin embargo, hoy en día, muchos son los argumentos que cuestionan este tipo de métodos y hasta incluso la costumbre de conservar aquellas prendas.

Algo de todo esto se vio reflejado semanas atrás, cuando para la famosa gala del Met Kim Kardashian contó que se sometió a una dieta extrema para bajar 8 kilos en 3 semanas, y poder así "entrar" en un vestido usado por Marilyn Monroe.

La mediática contó, además, que no participaría de los festejos posteriores a la gala porque en su habitación la esperaba toda la comida que no había ingerido en ese período.

La lluvia de críticas no tardó en llegar: señalaron que al ser una personalidad con tantos seguidores, su discurso podía incentivar conductas inadecuadas, como privaciones excesivas seguidas de atracones.

Una decisión difícil de tomar
Muchos son los factores que pueden llegar a dificultar la donación de prendas, sobre todo de aquellas que nos gustan.

Por un lado, no puede soslayarse el alto costo de la ropa, que puede llevarnos a preservar más tiempo del recomendable la ropa aunque no la usemos. Estefanía Fryd, consultora oficial de Marie Kondo en Argentina, concuerda con este enfoque.

“Cuando no dejamos ir una prenda porque está como nueva o casi no la usamos, en realidad lo que estoy queriendo decir es que no la usé lo suficiente como para amortizar su precio y la verdad es que probablemente nunca lo vayamos a hacer", asegura la organizadora, que acaba de lanzar el libro "El arte de organizar: Guía interactiva para organizar tu casa y mejorar tu vida".

"Si me pongo a comparar el valor original del producto con el valor actual, entonces no me voy a poder desprender de nada. Así como apenas sale de la concesionaria un auto nuevo ya es considerado usado, lo mismo pasa con la ropa: apenas sale del local, tenga o no etiqueta, ya es considerada usada; entonces, no esperemos recuperar su valor original", propone.

La nutricionista Mery Caporale suma otra cuestión: "En Argentina somos muy fieles a las marcas, le tomamos cariño a una prenda adquirida, y muchas veces cuesta desprenderse de ella", analiza.

Además, delinea otra cuestión cultural: "No está tan instalado, como en otros países, la costumbre de la donación de ropa para organizaciones de caridad".

Pero además, opera la secreta esperanza de que podamos volver a usarla "en algún momento", cuando tengamos un peso parecido al del momento en el que la adquirimos.

"El miedo al arrepentimiento es uno de los motivos, pero la realidad es que si dejé ir un objeto que no me hacia feliz y despues descubrí que sí, no pasa absolutamente nada, el mundo sigue girando de la misma manera", minimiza Estefanía.

"Muchos psicólogos dicen que otro de los motivos es porque estamos o muy aferrados al pasado o le tenemos miedo al futuro, o como me dijo una chica en una charla: 'a mi me pasan las dos cosas'", describe.

Qué preguntas hacernos
A la hora de plantearnos qué hacer con la ropa que no nos queda, pero que nos gusta, la nutricionista Mery Caporale sugiere, antes que nada, hacer foco en el presente y no en el pasado.

Por eso, es importante remontarnos al momento en que la adquirimos: "Hay que tener en cuenta que cuando usábamos esa ropa no estábamos en el mismo momento que hoy", destaca.

E insta a que nos hagamos determinadas preguntas antes de tomar una decisión.

"En primer lugar, yo pensaría en qué etapa de mi vida me encuentro: ¿pasé por un embarazo? ¿Estoy atravesando la menopausia? ¿Me practicaron hace poco una cirugía? O por ejemplo: ¿Estoy dejando un hábito no saludable y esto me llevo al aumento de peso?", sugiere.

En cualquier caso, también recomienda prestar atención a otros factores, como la magnitud de la diferencia de peso: "Si el aumento no fue significativo, la guardaría. Por lo contrario, si fue un cambio abrupto, la sacaría para no generarnos presión", analiza.

Prendas "por si"
A la ropa de la que no nos desprendemos por si adelgazamos, Estefanía las llama "prendas por si".

"Por si engordo, por si adelgazo, por si vuelvo a quedar embarazada, por si se vuelve a usar... La realidad es que no sabemos cuándo eso puede llegar a ocurrir, y además está todo el tiempo en el placard mostrándote lo que no sos, lo que no pasó, lo que no llegó a ser y eso puede no ser bueno para la autoestima", sugiere.

"Además, quizás cuando bajemos de peso y nos entre ese jean, tal vez ese modelo ya no se usa más, la moda vuelve pero diferente, no es lo mismo la riñonera de antes que la de ahora", reflexiona.

¿Guardarla o donarla?
¿Cuál es el riesgo de guardar la ropa por demasiado tiempo? "A veces guardamos ropa de hace mucho tiempo atrás, y cada vez que la vemos nos bajoneamos porque no estamos logrando volver a entrar", plantea Caporale.

"Como señalé, este es otro momento de la vida, no el mismo que cuando uno era por ahí más joven y usaba ese jean". De hecho, el paso del tiempo es un factor insoslayable que, más allá del peso, tiene un impacto concreto.

"Si yo tengo 40 años, puedo tener el mismo peso que cuando tenia 30 , pero seguramente por esta nueva etapa en la vida que estoy transitando, mi composición corporal puede ser diferente tanto en músculo como en grasa, que suele ubicarse por ejemplo en la zona abdominal", explica.

Y concluye: "Se puede dar que cambiemos de talle, pero que pesemos lo mismo".

Ocurre lo mismo cuando compramos ropa de talles más chicos con la idea de, a toda costa, entrar ahí. “Nos sometemos a pasar hambre, hacer dietas restrictivas, ¿a qué costo? ¿Hacernos daño por una simple prenda?", plantea.

Y cierra: "Si alguien quiere bajar de peso, que sea por una cuestión de salud, y no por encajar en un estereotipo que no nos define como personas", recomienda.

Claves para deshacernos de lo que no usamos
Estefanía Fryd, brinda claves para ayudarnos a lograrlo, tomando el ya célebre método de Marie Kondo.

"Lo primero es sacar todo y examinar cada prenda, pensando si me hace feliz o no. Teniendo en cuenta que lo que te hace feliz -puede ser ese jean con buen calce, el color de esa remera que te favorece, el escote, lo que sea. Eso es lo que consideramos que nos hace felices. Entonces uno sabe cuales son esas prendas que si y cuáles no”, explica.

"Pero -plantea- ¿qué pasa con esas que nos dan dudas? Bueno, podemos hacernos determinadas preguntas como por ejemplo: ¿hace cuánto que no lo uso? ¿Por qué no lo venía usando? ¿Me resulta cómoda? Y una pregunta que me encanta: si hoy lo viera en el local, ¿la volvería a comprar?”

Por otro lado, no considero que haya que deshacerse de una prenda por tener 5 años: "Si la seguimos usando, nos queda bárbaro y nos hace felices, puede valer mucho más que una nueva que quizás no me convenza", esboza.

"Ahora bien, si hay algo que no usé el invierno pasado, ¿por qué habría de usarlo en este? En ese caso, sí, donemoslo", invita.

Hacia el cambio de hábitos
En lugar de conservar o adquirir ropa más chica y plantearse "entrar", Caporale sugiere ponerse objetivos lógicos, que puedan sostenerse en el tiempo. Esos son los que no solo nos ayudarán a adelgazar (en caso de que sea necesario), sino mantener un peso saludable.

"Para establecer metas coherentes, lo primero que deberíamos hacer es situarnos en el momento en que me encuentro, en el aquí y el ahora, y desde ahí proponernos metas que podamos cumplir”, propone.

Y ejemplifica: "Por ejemplo, si no hago actividad física, empezar de a poco sin pretender entrenar todos los días".

Por último, ante el miedo al arrepentimiento, Estefanía también propone no quitar el foco del momento presente: "El criterio de la felicidad implica lo que me hace feliz hoy, en mi presente, no lo que me hizo en el pasado o lo que puede llegar a ser en un futuro".

"Lo importante es que llegues a tu casa e independientemente de la ropa, todos los objetos que te rodeen te representen, la idea es que todo tenga buena energía, sobre todo en el hogar, que es donde pasamos mucho tiempo. Sabemos que hay personas que, como no se rodean de este tipo de objetos, meten excusas para pasar el menor tiempo posible en su casa, porque no están cómodas", cierra.

Fuente: Clarin

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