Coronavirus: ¿es mejor la inmunidad natural o la que ofrecen las vacunas?

Ambas generan anticuerpos neutralizantes y protección celular. Una dosis predeterminada asegura una respuesta fuerte y apropiada.

SALUD Julia VOSCO
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La segunda ola de coronavirus y la nueva cepa detectada en el Reino Unido devuelve las preocupaciones de nueve meses atrás, cuando se desató la pandemia. Ahora, una de las preguntas más inquietantes apunta a saber quién estará más protegido del COVID-19: ¿los que ya se contagiaron y salieron con anticuerpos del trance o los que serán vacunados? La experiencia de lo que pasó con otras vacunas en el pasado puede ayudar a proyectar respuestas.

“En enfermedades como neumococos o meningococos (dos tipos de bacterias) en chicos o las causadas por el virus del papiloma humano (VPH), la inmunidad producida por la enfermedad es a corto plazo”, plantea a Con Bienestar Bárbara Broese (M.N. 130.018), jefa de Epidemiología del Hospital Central de San Isidro.

“Las nuevas vacunas tuvieron un 90 por ciento y un 94,5 por ciento de efectividad”, afirmó el senador estadounidense Rand Paul, republicano por Kentucky y oftalmólogo. Y el COVID-19 “adquirido naturalmente” era 99,9982 por ciento efectivo, afirmó.

Paul es una de las muchas personas que, cansadas de las cuarentenas y las pérdidas económicas, difunde los beneficios de sobrevivir a una infección de coronavirus. Al senador, se le diagnosticó la enfermedad este año y argumentó que haber sobrevivido a un ataque de COVID-19 le confiere una mayor protección que ser vacunado, señala el diario The New York Times.

¿Qué hay de cierto?
La cadena británica BBC realizó esta pregunta a tres expertos: ¿La vacuna provoca una mayor respuesta inmune que la propia infección?

“Cuando te suministran una vacuna, recibes una dosis predeterminada que sabemos provoca una respuesta inmune fuerte y apropiada, capaz de prevenir la infección en un gran porcentaje de los casos”, explicó Jennifer Gommerman, inmunóloga de la Universidad de Toronto, en Canadá.

“Hay muchas similitudes: las dos cosas generan anticuerpos neutralizantes e inmunidad celular. Pero una de las grandes diferencias es que las vacunas no provocan el daño colateral de una respuesta inmune extremadamente robusta, que en mucha gente puede ser perjudicial y causar daño en los pulmones”, dice Gommerma.

Carlos Rodrigo, vacunólogo y director clínico de Pediatría del Hospital Germans Trias i Pujol, en Barcelona, advierte que pasar la enfermedad “es una aventura, un azar, una ruleta rusa: mientras que a algunas personas no les ocasiona ningún problema, a otras les causa problemas gravísimos. Y a otras no tan graves pero persistentes en el tiempo, e incapacitantes”.

¿Entonces?
La respuesta corta: no se sabe. Pero las vacunas para el COVID-19 previnieron la enfermedad de manera predecible, y son una apuesta mucho más segura, dijeron los expertos.

Con la vacuna “se garantiza una respuesta inmunitaria estandarizada en toda la población. Es una forma de controlar la respuesta y no dejarla al azar”, dice Maitreyi Shivkumar, profesora de Biología Molecular en la Facultad de Farmacia de la Universidad De Montfort, en Reino Unido.

“Al ser una enfermedad nueva cuyos estudios sobre la vacuna fueron diseñados para determinar su seguridad y eficacia más que para evaluar la duración de la inmunidad, no hay consenso aún sobre por cuánto tiempo se extiende el efecto protector de ninguna de las dos variantes de inmunidad”, concluye Broese.

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