Cenar después de cierta hora aumenta el riesgo de sufrir enfermedades

NUTRICIÓN Sandra PALACIOS
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Una investigación reciente liderada por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad de Columbia en conjunto, destacó la importancia del horario en que se consumen las calorías diarias.

El estudio encontró que ingerir más del 45% de las calorías después de las cinco de la tarde está asociado con un aumento en los niveles de glucosa en sangre, independientemente del peso corporal, la composición de la dieta o la cantidad total de calorías consumidas.

Diana Díaz Rizzolo, investigadora de la UOC, explica que este efecto no está relacionado con factores como el sobrepeso o una dieta poco saludable: “En este estudio, aunque los participantes con ingesta tardía no tenían diferencias en cuanto a la ingesta calórica total comparados con los que comían temprano, los comedores tardíos mostraron mayores concentraciones de glucosa en sangre después de una prueba de tolerancia a la glucosa”.

Crononutrición: el vínculo entre los horarios y el metabolismo
Por su parte, estudios de la Universidad de Murcia encontraron que quienes comían después de las tres de la tarde perdían menos peso al seguir una dieta mediterránea en comparación con aquellos que lo hacían más temprano.

Además, las investigaciones han demostrado que cenar cerca de la hora de dormir reduce la tolerancia a la glucosa, lo que puede tener consecuencias metabólicas a largo plazo.

“El cuerpo tiene un reloj central que coordina funciones como la liberación de hormonas y el procesamiento de nutrientes, basado en los ciclos de luz y oscuridad. Comer tarde puede alterar este reloj, afectando la forma en que regulamos la glucosa durante la noche”, explica Díaz Rizzolo.

El impacto de comer tarde
Según Marta Garaulet, catedrática de la Universidad de Murcia, investigaciones recientes han demostrado que durante la noche, cuando la melatonina está alta, el cuerpo tiene menor capacidad para metabolizar carbohidratos.

Esto se debe a que la hormona del sueño reduce la actividad del páncreas, afectando la producción de insulina. Este fenómeno, combinado con cenas tardías frecuentes, puede contribuir al desarrollo de estados prediabéticos, diabetes tipo 2 y obesidad.

Por su parte, Manuel Botana, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), coincide en la importancia de educar a la población sobre la relación entre los horarios de las comidas y la salud. Sin embargo, advierte que el reciente estudio tiene limitaciones, como un bajo número de participantes y la falta de un grupo control de personas sanas.

Recomendaciones para una alimentación saludable
En este contexto, los expertos ofrecen pautas para minimizar el impacto de los horarios en la salud metabólica. Garaulet recomienda evitar comidas mientras los niveles de melatonina son altos, lo que implica:

Evitar desayunos muy temprano.
Almorzar antes de las 3 p.m. y preferiblemente antes de las 1:30 p.m.
Cenar alrededor de las 8:00 y 8:30 p.m., dejando al menos tres horas entre la cena y el sueño.
Mantener un intervalo de 12 horas entre la cena y el desayuno para favorecer la movilización de grasas.
En definitiva, redistribuir la ingesta calórica a lo largo del día y priorizar horarios más tempranos podría ayudar a prevenir problemas metabólicos como el riesgo de enfermedad cardiovascular, concluyen los investigadores.

Fuente: La Nacion

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