Los beneficios del limón y los mitos sobre él: ¿Es cierto que depura y adelgaza?

NUTRICIÓN Juana BLANCO
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Para absorber los malos olores del frigorífico, para depurar el organismo en ayunas, para perder peso, para eliminar manchas de la cara, para quitar la grasa de la encimera... Los múltiples y populares usos del limón no siempre tienen base científica y este fruto figura a menudo en la lista de falsos mitos nutricionales, especialmente sobre todo aquello que tiene que ver con sus supuestas propiedades adelgazantes o detox, ya que ni se ha demostrado que su consumo ayude específicamente a perder peso ni tampoco que tenga una capacidad depurativa concreta. Lo que sí cuenta con evidencia es que el limón es rico en vitamina C, tiene pocas calorías (22 kcal por cada 100 gramos) y es antioxidante.

Por cada 100 gramos de porción comestible el limón aporta unos 50 mg de vitamina C, un micronutriente que ayuda al funcionamiento normal del sistema nervioso, protege las células frente al daño oxidativo y mejora la absorción del hierro. Además, es esencial para la formación de colágeno, un componente fundamental de los tejidos conectivos que contribuye a mantener los vasos sanguíneos, huesos, cartílagos, encías, piel y dientes en buen estado. Incluso colabora en disminuir el cansancio y la fatiga, pues contribuye a la regeneración de la vitamina E y optimiza la absorción del hierro, lo que influye en el bienestar físico y mental.

Aunque la contribución de la vitamina C en la capacidad para absorber el hierro es importante, conviene saber cómo consumir el limón o combinarlo para que cumpla esa función. Un ejemplo para maximizar esa absorción de hierro sería aderezar con zumo de limón una ensalada de lentejas o un plato de espinacas porque eso permitirá aumentar la absorción del hierro «no hemo» procedente de esos vegetales. Otra opción puede ser consumir comidas ricas en hierro acompañadas con una bebida a base de agua con limón exprimido.

Eso sí para situar el aporte de vitamina C en contexto cabe destacar que un limón mediano puede pesar entre 100 y 200 gramos y que esos 50 mg de vitamina C que aportaría el limón por cada 100 gramos supondría llegar a la mitad de consumo diario recomendado de vitamina C. Según recoge un informe reciente del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) la recomendación para adultos se sitúa entre los 95 y 110 mg al día y esa cantidad asciende a 105 mg para embarazadas y de 155 mg para las madres en lactancia.

Además de vitamina C, el limón aporta vitamina A, fibra y minerales como el calcio, el fósforo, el magnesio y el potasio. Esto hace que además tenga cualidades diuréticas y que contribuya a reforzar el sistema inmunológico y nervioso.

Por tanto, no es que el limón tenga cualidades milagrosas, sino que es uno de los alimentos cuyas propiedades nutricionales hacen que su consumo regular sea una buena opción alimentaria de la que beneficiarse en el marco de una dieta equilibrada.

¿Cuánto sabes sobre el limón?
El limón destaca también por su versatilidad culinaria. De hecho suele ser uno de los básicos en la cocina pues su característico toque cítrico es apreciado en una amplia variedad de platos.

Su aroma, su característica piel rugosa y su textura son ampliamente conocidas, pero lo que quizá resulte algo menos popular es su composición y sus partes.

Lo que usualmente se conoce como corteza se llama en realidad flavedo. Su color varía de verde a amarillo chillón según la madurez. Contiene numerosas glándulas de aceites esenciales que caracterizan su aroma. Estas glándulas, ricas en terpenos, constituyen una auténtica barrera contra los ataques de los insectos y los microorganismos.

La capa interior blanca y esponjosa del fruto se llama albedo y es la fuente más importante de pectinas y glúcidos. Su espesor varía según la variedad y la madurez del fruto.

El endocarpo, más conocido como pulpa , es la parte comestible y supone entre el 65% y el 70% del peso del limón. Es de color amarillo pálido. Suele estar dividida en gajos que esconden células alargadas (pelos endocarpianos formados por pequeñas cavidades en la que acumulan agua, glúcidos y ácido cítrico) envueltas en una epidermis interna (endocarpino). Es lo que se conoce como las bolsas del zumo. Cada gajo contiene cientos de bolsitas y esporádicamente puede haber alguna semilla.

La parte central del limón que es un flagelo blanco se llama columela o eje central y es más o menos grueso en función de la variedad.

Lo cierto es que más allá del aporte informativo o curioso que pueda suponer conocer las diferentes limón de esta fruta, en realidad este tipo de datos son relevantes pues los nutrientes del limón se reparten entre la pulpa, la corteza y la capa interior blanca y esponjosa bajo la corteza. Según los expertos de la FEN (Federación Española de Nutrición), la pulpa contiene ácidos orgánicos como el ácido cítrico, el ácido málico, el ácido acético y el ácido fórmico; y compuestos fenólicos como los ácidos cafeico y ferúlico que son potentes antioxidantes. Aunque en realidad los componentes más interesantes del limón son los fitonutrientes, en concreto los limonoides, que se encuentran en la corteza. De ahí que no resulte extraño que la sabiduría popular haya incluido en numerosas recetas, tanto dulces como saladas, la ralladura del limón.

Además tanto esa capa interior blanca y esponjosa que se encuentra bajo la corteza (que aporta glúcidos y fibra soluble en forma de pectina) como la pulpa contienen flavonoides (citroflavonoides) entre los que destaca la hesperidina, la diosmina, la naringenina y la eriocitrina, que son son compuestos antiinflamatorios que contribuyen a la prevención de enfermedades.

Fuente: abc.es

 

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