Cómo saber si tu microbiota está enferma: diez preguntas con respuesta

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Camila MARTINEZ
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El equilibrio de la microbiota, ese conjunto de bacterias, virus, arqueas, hongos y otros microorganismos que habitan en nuestro interior, es esencial para la salud. Por eso cuando se altera ese equilibrio, lo que se conoce como disbiosis, pueden darse síntomas como distensión abdominal, hinchazón, gases, alteraciones en el tránsito intestinal, dolor en la tripa, aparición de intolerancias alimenticias o incuso a nivel mental puede estar relacionada con trastornos de la conducta, ansiedad, depresión o incluso trastornos del neurodesarrollo, según explican Mariola Melero (@nutricionydietetica.melero), dietista-nutricionista y Licenciada en Ciencias Biológicas; y María Leyva (@maria_lex12), Licenciada en Farmacia y Grado en Nutrición Humana y Dietética.

Con la ayuda de ambas expertas desgranamos diez claves en forma de preguntas con respuesta para entender por qué la microbiota, tal como aseguran las divulgadoras, puede influir en la aparición de numerosas enfermedades y por qué, a su vez, son muchas las patologías que pueden alterar la microbiota.

1. ¿Cómo afecta el estrés a la microbiota?
Cuando hablamos del eje intestino-cerebro podemos imaginar, como propone Mariola Melero, una carretera de doble sentido de modo que todo lo que ocurre en el cerebro afecta al intestino y viceversa. Así, la experta aclara que la microbiota y el cerebro se comunican entre sí por varias rutas y distintos metabolitos o mediadores como el sistema inmunológico, el sistema nervioso y el sistema circulatorio. «Los mediadores que circulan por estos sistemas serían las citoquinas en el sistema inmunitario, el nervio vago en el sistema nervioso y por vía sistémica, hormonas, neurotransmisores y metabolitos producidos por el intestino, como por ejemplo los ácidos grasos de cadena corta«, explica.

Por tanto, lo que revela Melero es que un estrés mantenido en el tiempo o un estrés crónico puede afectar a la calidad, diversidad y cantidad de microbiota, y a los metabolitos que estas producen.

2. ¿Cómo se produce la conexión del cerebro con el intestino?
El intestino es considerado como el órgano inmunitario más importante y como el segundo órgano con más número de neuronas, de ahí que se haga referencia al eje intestino-cerebro. Pero además según matiza Melero esta conexión se hace a través de una doble dirección endocrina, inmunitaria y neuronal, que son los canales que transportan información. «La microbiota intestinal produce unos metabolitos a través de la digestión y fermentación de los alimentos que forman parte de las rutas de señalización de las funciones que son esenciales, de ahí la importancia de que esté sana, pues de ella dependerán las sustancias que producen los microorganismos que habitan en ella«, afirma la dietista-nutricionista.

Así, una microbiota saludable dará los metabolitos necesarios para el buen funcionamiento del organismo, pero si se altera (se vuelve disbiótica) también producirá metabolitos, pero nocivos para la salud.

3. ¿Cómo se trabaja con los psicobióticos para beneficiar la microbiota?
Antes de explicar qué es un psicobiótico conviene aclarar qué es el psicobioma que, según revela María Leyva, está formado por las bacterias intestinales que se comunican de forma directa con el sistema nervioso y el cerebro y que producen sustancias (neurotransmisores) que pueden llegar a influir en nuestro estado de ánimo.

Por tanto, un psicobiótico es un concepto amplio que engloba a cepas probióticas y a todas las intervenciones sobre la microbiota cuyo fin es actuar sobre las señales del eje intestino-cerebro para conseguir efectos positivos sobre la cognición, el estado de ánimo, el sueño, las emociones y el resto de las funciones neurológicas.

Conviene aclarar, según plantea la experta, que no todas las cepas tienen esa actividad psicobiótica, por lo que lo aconsejable no solo es elegir el probiótico adecuado con la ayuda del especialista, sino también alimentarse adecuadamente para aportar los nutrientes que necesita la microbiota.

4. ¿Cómo influyen los ritmos circadianos en la microbiota?
Los relojes circadianos endógenos celulares permiten el control rítmico de múltiples procesos fisiológicos y lo que ya se ha estudiado, según aclara Melero, es que una alteración tanto de los ritmos circadianos como de la microbiota es la base de muchos procesos patológicos.

Lo que beneficia a la microbiota es el descanso nocturno y el horario de comidas regulado. La explicación está, según revela Melero, en que la cadencia de la microbiota intestinal se expresa a través de la secreción de moléculas en determinados momentos del día. Mientras que por la noche predominan los genes relacionados con el metabolismo de la energía, la reparación del ADN y el crecimiento de las células, durante el día las bacterias producen moléculas que consolidan su propia colonización del intestino. «Si alteramos el ciclo de sueño y comida se verán modificadas las vías de señalización y esto hará progresivamente cambios profundos que llegarán a alterar el ecosistema intestinal«, alerta.

Existen hallazgos interesantes en este sentido, según informa la experta. Uno es que el ayuno nocturno es beneficioso para la microbiota, pues se producen ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, que son fundamentales para proteger el intestino. Y otro es que la transformación de triptófano en serotonina está vinculado con la producción de melatonina, que es la hormona inductora del sueño.

Esto significa que el tiempo de sueño controla la cadencia de la ingesta alimentaria a través de los procesos de alimentación y ayuno; y si este ciclo se altera, se pueden dar desequilibrios en la microbiota que aumenten el riesgo de padecer enfermedades metabólicas como la diabetes o la obesidad.

5. ¿Qué alimentos protegen y cuidan la microbiota?
La alimentación que protege la microbiota es aquella cuya base son los alimentos naturales de se consumen en la llamada dieta mediterránea, pero además ha de ser muy variada y predominantemente de origen vegetal, según aconseja Melero.

Los alimentos que protegen la microbiota son los que contienen fibras prebióticas, como por ejemplo las legumbres, los cereales integrales, las frutas, las verduras y los tubérculos cocidos. Los que resultan perjudiciales para la microbiota son los ultraprocesados de la comida rápida, rica en harinas refinadas, azúcares y grasas animales que empobrecen la variedad, la calidad y el número de bacterias de la microbiota.

6. ¿Cuál es el efecto del ejercicio sobre la microbiota?
Tal como asegura María Leyva, existe una influencia bidireccional entre la microbiota y el ejercicio de modo que la composición de la microbiota influye en la resistencia o rendimiento, repercute en el entrenamiento y en la relación con la actividad física en general, y, a su vez el ejercicio tiene repercusión en el bienestar y la diversidad de la microbiota. «El eje intestino-músculoestá también condicionado por la microbiota intestinal, ya que una disbiosis puede alterar la homeostasis intestinal, afectar las uniones estrechas del intestino, aumentando la permeabilidad intestinal y que el aumento de la endotoxemia y de los marcadores proinflamatorios, que van hacia la circulación sistémica alteran el músculo esquelético en tamaño, composición y función«, aclara Leyva.

Por tanto, se puede concluir que el ejercicio mejora la diversidad de los microorganismos de la flora intestinal y esto conlleva a una mejoría en el funcionamiento metabólico y a nivel inmunitario.

7. ¿Qué beneficios aporta a la microbiota el contacto con la naturaleza?
Salir al campo y estar en contacto con la naturaleza es tan positivo para los microorganismos que habitan el intestino como para el resto del cuerpo y la mente. De hecho, tal como explica Leyva, se ha visto que estar en contacto con espacios verdes y ambientes más naturales, alejados de la contaminación influye positivamente sobre el intestino, ya que aumenta la diversidad de especies bacterianas beneficiosas. «Todo esto puede conllevar una mejoría, no sólo a nivel de la microbiota intestinal, sino que al mejorar ahí, repercute a nivel inmunitario, incluso mejora la microbiota cutánea», aporta.

8. ¿Se producen cambios en la microbiota si tenemos mascotas?
Para dar respuesta a esta cuestión la dietista-nutricionista Mariola Melero explica que la microbiota se puede dividir en dos grupos, una es autóctona, es decir, está con nosotros desde los primeros años de vida y suele ser estable a lo largo de la vida del individuo y otra que es alóctona, es decir, es transitoria y se puede ver modificada por el ambiente. Sobre esta última, por tanto, es sobre la que las mascotas podrían tener un efecto beneficioso, especialmente en los bebés y en los niños pequeños ya que puede aumentar la riqueza y la diversidad de la microbiota intestinal; así como disminuir la tasa de enfermedades alérgicas y atópicas y reducir el riesgo de sufrir enfermedades metabólicas.

«Los resultados de algunos estudios confirman que tener una mascota en casa, puede tener un impacto positivo con la microbiota del intestino y de la piel por el contacto físico», concluye Melero.

9. ¿Qué pasa en la microbiota si nos automedicamos?
Existen varios medicamentos que pueden alterarla y arrasar con ella, si bien María Leyva aclara que, lógicamente, si se tiene una patología será conveniente tomarlos, aunque siguiendo el consejo médico y/o farmacéutico.

En general los antibióticos son de los que más perjudican la microbiota, si bien Leyva aclara que existen otros medicamentos que pueden afectar si se toman de manera crónica e incluso pueden llegar a provocar la desaparición de algunas cepas. De ahí la importancia de evitar el abuso, la automedicación y la sobremedicación, siempre bajo prescripción médica o farmacéutica.

Con respecto a los antibióticos, la experta insiste en la importancia de evitar tomarlos ante cualquier síntoma de un resfriado, por ejemplo, no solo por el daño que pueden causar al a microbiota, sino también por las resistencias que se están generando debido a su uso indiscriminado y masivo.

Además la experta revela que en el caso de que se tengan con consumir por consejo médico es importante consultar para tomar después unos probióticos que ayuden a que el impacto de estos fármacos sobre el organismo sea menor.

10. ¿Pueden ser nocivos para la microbiota los tóxicos ambientales?
Cada vez estamos expuestos a más y más tóxicos ambientales y la repercusión es negativa, según afirma Leyva, no sólo a nivel intestinal, sino también desde el punto de vista neurológico, cutáneo, endocrino…

Con respecto a los efectos que pueden causar los metales pesados en la microbiota, la experta asegura que no solo la alteran sino que además la biotransformación de esos metales pesados (ej, mercurio, cadmio…), que provienen de alimentos, cocinado, contaminación ambiental hace que aumenten esos efectos nocivos. «La microbiota intestinal tiene una función barrera, afectando a la absorción de esos metales pesados, sin embargo, la exposición, sobre todo prolongada a esos tóxicos, llega a alterar su función, su composición y su perfil metabólico», explica.

Por eso Leyva hace hincapié en la importancia de hacer un buen uso de los probióticos, ya que se ha demostrado que reducen la absorción de esos metales a nivel del tracto intestinal, mejoran la detoxificación y ayudan a conservar la función barrera.

En definitiva, lo más recomendable es intentar llevar un estilo de vida saludable y, en la medida de lo posible, alejarse de xenobióticos, tóxicos, disruptores endocrinos o microplásticos que puedan alterar las funciones de nuestros órganos.

Fuente: abc.es

 

 

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