Una sexóloga opina sobre lo que pasa cuando te masturbas por la mañana

SEXUALIDAD Ivana ALFARO
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Algunas personas prefieren madrugar y arrancar el día con una rutina activa, ya sea física o mental. Otras, en cambio, sienten que su mayor energía empieza a fluir con fuerza algo más tarde, lo que hace que su despertar sea menos activo y más relajado. Estas diferencias entre cronotipos («alondras», los más madrugadores; y «búhos»; los más vespertinos) responden a los ritmos circadianos que, según asegura Lucía Jiménez, sexóloga de Diversual, se definen en base a la fluctuación de sustancias que el cuerpo segrega en función de la hora del día y de la cantidad de luz solar a la que haya estado expuesto. De esta manera y en función de esa cantidad de luz, la sexóloga explica que el hipotálamo activa la producción de unas hormonas concretas y la inhibición de otras, lo que repercute directamente en los comportamientos que se tienen.

Así, según resume Jiménez, en torno a las seis de la mañana, se produce un aumento de la presión sanguínea, sobre las nueve de la mañana se da un pico de testosterona y en torno a las diez de la mañana se alcanza el nivel máximo de activación y concentración. «Esto sería lo que sucedería, por lo general, en un cuerpo regulado, con unos hábitos del sueño adecuados y una exposición solar óptima (independientemente de que existan diversos cronotipos, o sea, tendencias a tener más energía en unos momentos del día que otros)«, argumenta. Sin embargo, es cierto que, tal como matiza la sexóloga, es difícil que muchos de nuestros comportamientos puedan ajustarse de forma natural a estos parámetros biológicos y fisiológicos debido a los ritmos de vida actuales, a los horarios laborales y escolares y/o a las obligaciones diarias.

Por eso, como analiza la sexóloga, lo más habitual es encontrar discrepancias entre los hábitos sexuales reales y los que los ritmos biológicos podrían marcar. De hecho, tal y como revelan las conclusiones de la Encuesta de Hábitos Sexuales 2024 realizada por Diversual recientemente, un 24,9 % de los españoles encuestados prefieren mantener relaciones sexuales por la noche.

Pero, ¿Qué pasaría si pudiéramos ajustar nuestras prácticas y nuestros comportamientos a nuestra biología? Apelando a esa información sobre el pico de testosterona que se vive por la mañana tal vez podría considerarse, según apunta la experta, que el momento ideal para tener sexo ya sea de forma individual o en pareja, podría ser al despertar.

Además esto sería algo que, según asegura, podría dar pie a los siguientes beneficios físicos, mentales y emocionales:

Beneficios de la masturbación
Mayor autoconocimiento.
Liberar hormonas placenteras.
Ayuda a combatir el estrés.
Reduce el dolor articular y muscular.
Mejora la circulación.
Aumenta la propiocepción.

Veamos cada uno de ellos:

Mayor autoconocimiento: La masturbación implica vivir un contacto íntimo con otra persona y consigo mismo. Mediante las manos, o mediante accesorios como los vibradores o dildos, se puede aprender mucho de lo que nos da placer y sobre nuestra manera de reaccionar ante esos estímulos, creando así una relación más estrecha y fluida con el cuerpo. Hacerlo desde por la mañana puede servir de termómetro para saber si estamos más sensibles de lo normal, si nos sentimos más tensos o relajados y si convendría actuar para tener un mejor arranque del día.

Liberar hormonas placenteras, como las endorfinas, la serotonina y la dopamina, que aportan al cuerpo sensaciones de relajación, satisfacción y placer. Algo que, según recuerda la experta, puede ser bastante útil desde por la mañana. Es interesante pensar que, en realidad, son muchas las personas que siguen cada mañana un ritual al despertar: desde tomar un café a meditar pasando por practicar algún deporte (correr, pilates, yoga, CrossFit...). Sin embargo, el sexo es algo que suele quedar relegado en ese momento del día, tanto si hablamos de relaciones de pareja como si nos referimos a la masturbación. Y eso es algo que, tal como explica la sexóloga, puede ser un error pue se trata de una actividad que produce placer y que puede ayudar a afrontar el día mejor y menos estresados.

Da energía y ayuda a reducir el estrés: Si nos centramos en cómo ayuda químicamente al cerebro puede decirse, como apunta Mónica Chang, experta en bienestar sexual de iroha, que masturbarse por las mañanas contribuye a que esa persona esté más alerta y despierta porque sube el flujo sanguíneo y, por tanto, el oxígeno en el cerebro durante el resto del día. Además, la liberación de epinefrina y norepinefrina que se produce con este acto puede proporcionar un impulso extra de energía. Y no solo eso, sino que la liberación de oxitocina puede ayudar a reducir los niveles de estrés.

Reduce el dolor: Según revela la sexóloga de Diversual cuando una persona se masturba, se produce fisiológicamente la liberación de sustancias que pueden considerarse como « analgésicos naturales», lo que ayuda en la disminución del dolor. «Para aquellas personas que padecen dolor crónico o que tienden a tener contracturas, puede resultar de gran alivio«, comenta.

Mejora la circulación: Durante la excitación sexual, aumenta la frecuencia cardiaca. La masturbación es una actividad física moderada que puede ser especialmente saludable para aquellas personas más activas, que suelan incluir el deporte en sus rutinas matinales.

Aumenta la propiocepción: la capacidad para estar en contacto con las sensaciones físicas, la posición de las distintas partes del cuerpo en el espacio y los cambios que se dan en él aumentan con una actividad como la masturbación, pues el hecho de poner atención en uno mismo contribuye a entrenar esa habilidad y aumentando la sensibilidad a cada estímulo.

Por último, la sexóloga invita a experimentar, ser imaginativo y descubrir nuevas maneras o fórmulas que ayuden a conectar con los ritmos circadianos. Si la persona suele despertase algo más adormecida, un tacto más amable y algo más lento puede resultarle más agradable. Para ello, según explica, puede ser una buena opción el uso de lubricantes y aceites corporales, así como actuar más allá de la zona genital, estimulando otras zonas erógenas o más sensibles ubicadas en el pecho, el cuello, las caderas o los brazos, por ejemplo; o incluso haciendo uso de elementos externos, como las sábanas o algún juguete erótico.

Fuente: abc.es

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