Piel y deporte: cómo proteger tu cuerpo cuando te ejercitas al aire libre

SALUD Ivana ALFARO
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La piel es envoltura, barrera y protección, pero también tiene memoria. Si se cuida, cuidará. Y si no se mima ni atiende, dejará al descubierto la fragilidad y vulnerabilidad del cuerpo cuando se expone al sol, a la humedad y a los contrastes de temperatura, especialmente durante la práctica deportiva al aire libre. Algunos de los riesgos cutáneos a los que se enfrenta la piel de un deportista son los perjuicios de la radiación UV, las lesiones mecánicas (por rozamiento o fricción), los daños térmicos ambientales, la exacerbación de las dermatosis, las infecciones cutáneas producidas por hongos, virus y bacterias; las picaduras de animales y las dermatosis debidas al contacto con algunas plantas, según revela la Dra. Rosa Taberner, que coordina junto a la Dra. Lourdes Navarro las campañas relacionadas con el deporte de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Coincide en este análisis el coordinador del Grupo Español de Fotobiología de la AEDV, el Dr. José Aguilera, quien incide en la importancia de seguir pautas preventivas como la hidratación (no sólo con agua, sino con sales minerales), la higiene, el uso de productos que protejan frente a rozaduras o fricciones (con base de vaselina y sustancias hidrantes y nutritivas) y, sobre todo, la «exposición solar inteligente». Este concepto, según aclara el Dr. Aguilera, va mucho más allá del uso correcto de cosméticos fotoprotectores pues implica medidas para reducir el estrés térmico como practicar deporte en las horas del día en las que la temperatura sea más baja (a primera hora de la mañana o a última de la tarde, pues el 50% de la radiación solar se concentra entre las 12 y las 16 horas), situarse habitualmente en la sombra, entrenar en zonas en las que haya posibilidad de hidratarse a menudo, emplear gorras con visera de frente y protectores laterales y traseros que cubran cabeza, cuello y orejas, vestir ropa técnica deportiva (de polyester o de algodón) para evitar la humedad excesiva y aumentar la transpiración del sudor; y llevar gafas de sol homologadas.

Factores de riesgo
Pero además de la hora del día conviene atender a otros aspectos como la altitud, la latitud y el tipo de superficie en el que se realiza la práctica deportiva ya que, como aclara el fotobiólogo, algunos de estos aspectos hacen que la radiación solar sea más alta. Así, recuerda que por cada 1.000 metros de altitud aumenta el índice UVB un 8 por ciento y que cuanto más cerca esté del ecuador el lugar en el que nos encontremos, mayor será la radiación. En cuanto a las superficies, tanto la nieve como el agua (mar, piscinas, lagos...) o incluso la arena de la playa funcionan como reflectores que potencian esa radiación. Y no sólo eso sino que, como añade la Dra. Taberner, factores como la sudoración, el eritema, la abrasión y la inmersión en agua producen fotodegradación. Por eso es especialmente importante el uso (y reaplicación continua) de fotoprotección, sobre todo en el caso de los deportes acuáticos (surf, windsurf, natación, vela...).

Fotoprotección: más y mejor
Para prevenir las lesiones cutáneas y el riesgo de sufrir en el futuro signos de cáncer de piel, así como para prevenir el estrés oxidativo, el envejecimiento prematuro de la piel y la pérdida de elasticidad la clave es elegir un cosmético fotoprotector potente. Según explica el fotobiólogo José Aguilera, lo ideal es que su SPF o factor de protección solar sea 50+ y que incluya un factor de protección UVA no inferior a 30. Además debe ser resistente al agua (water resistant) o, si se practican deportes acuáticos, se usen los altamente resistentes al agua (very high water resistant).

En cuanto a la cantidad se recomienda aplicar unos 2 mg por centímetro cuadrado (6 cucharaditas de café), una medida que se puede calcular de forma sencilla: se echa un buen cordón de producto en el índice y otro en el dedo corazón y se aplica en la cara. Después se usa esa misma medida para cada brazo, para cada pierna y dos medidas iguales para proteger la totalidad del torso.

Puede aplicarse cinco minutos antes de iniciar la práctica deportiva (esa creencia de tener que hacerlo una hora antes es algo obsoleto). Se reaplicará cada dos horas si se sale a caminar y cada hora y media si se corre, se hace ejercicio intenso o si se realizan actividades en el mar o la piscina.

Lo cierto es que, a pesar de la labor divulgativa que hacen los dermatólogos en este sentido (sobre todo a través de las acciones de la AEDV), algunos deportistas siguen ignorando la fotoprotección. La explicación a esta dejadez está, según apunta la Dra. Taberner, en que los perjuicios que provoca la exposición excesiva a la radiación solar (como puede ser el carcinoma basocelular y carcinoma espinocelular o el melanoma, que es el más peligroso) no suelen verse a corto plazo. «Como es algo que puede pasar factura en el futuro y no de forma inmediata, este tipo de medidas preventivas se suelen olvidar, aparcar o posponer a pesar de su relevancia. Tanto es así que algunas personas pueden llegar a gastarse, por ejemplo, grandes cantidades en gadgets tecnológicos para conocer su rendimiento o en calzado deportivo mientras que dedican cero inversión al cuidado y a la protección de su piel», aclara.

Para la experta, que ha elaborado junto a la Dra. Navarro una lista de recomendaciones específicas para el cuidado de la piel en el deporte (recogidas por la Fundación Piel Sana de la AEDV en forma de decálogo), la clave está en convertirlo en un hábito tan necesario como protegerse frente a fricciones o ampollas pues, aunque cada deportista tenga sus manías, ya es posible elegir productos adaptados a la práctica deportiva. Desde cremas hasta sprays pasando por barra, roll-on o stick o incluso geles. «No hay excusas, pues es posible aplicarse un protector sin pringarse las manos, sin engrasarse de forma excesiva o incluso sin provocar irritación en los ojos. La industria cosmética ya ofrece productos cómodos, con texturas ligeras, fáciles de aplicar y que no dejan restos en la piel», revela.

Decálogo para proteger la piel del deportista
1Aplique el fotoprotector (se recomienda un FPS +50) antes de salir a hacer deporte y reaplique a la hora y media (si practica actividades acuáticas o de alta intensidad) y a las dos horas en el resto

2Proteja la piel del sol no solo cuando se realiza deporte al aire libre sino en el día a día, ya que puede estar expuesto al sol cuando entrena pero también en sus ratos de ocio o trabajo

3Recuerde que el sudor actúa como una lupa incrementando el efecto de la radiación solar. Use las sombras para protegerse frente a este efecto procure hidratarse correctamente

4El deporte de competición supone llevar el cuerpo a un esfuerzo máximo que puede producir un desgaste del sistema inmunológico, por lo que urge primar la vigilancia frente al cáncer de piel

5Al igual que invierte en ropa, zapatillas y dispositivos tecnológicos para mejorar su rendimiento, el deportista debe atender al cuidado de su piel porque le reportará más beneficios de lo que cree tanto a corto como a largo plazo

6La fotoprotección se debe complementar con medios físicos de protección: gorras, gafas de sol homologadas y ropa deportiva técnica

7Es aconsejable nutrirse correctamente, con alimentos ricos en propiedades antioxidantes y cuidar especialmente la hidratación (que además incluya sales minerales)

8Usar el calzado adecuado evitará la aparición de ampollas y hematomas en la piel y en las uñas. Una correcta transpiración previene las infecciones por hongos

9Mantener bien hidratadas las zonas de la piel sometidas a roces (pies, cara interna de los muslos, axilas, zona del pezón) ayudará a prevenir la aparición de irritaciones y ampollas

10El deporte en altitud o en zonas con superficies que reflejan la luz (nieve, agua, arena...) aumentan la intensidad de los rayos solares

Pero además es importante la hidratación ya que, como insiste el Dr. Aguilera, con el estrés térmico, la sudoración excesiva y la sobreestimulación del corazón se pierden las sales minerales y el agua que necesita el organismo, lo que hace que esté aún más expuesto a los riesgos de la radiación solar (tanto de los rayos UVB como de los UVA). «Cuando se practica deporte al aire libre el cuerpo queda sometido a un estrés térmico que hace que el daño solar sea mucho mayor que si estuviéramos en reposo, por ejemplo sentados en la playa mirando al mar», concluye

Fuente: abc.es

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