Exposición al sol, golpe de calor y otros cuidados esenciales para niños en vacaciones

SER PADRES Pilar PARDO
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Durante el verano, las vacaciones y las Fiestas, los chicos están más expuestos a algunos riesgos y lesiones que son posibles de prevenir.

Y si bien los adultos también quieren descansar, como suele decirse, el trabajo de ser madre y padre es una ocupación que se extiende las 24 horas del día, los 365 días del año.

 
Para evitar inconvenientes, en medio del descanso y lejos de casa, a modo de guía para padres, Infobae compiló las cinco situaciones de las que más hay que proteger a los más chicos durante las vacaciones.

1- Piletas y el riesgo de ahogamiento

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ahogamientos representan la segunda causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo en niños y adolescentes menores de 20 años, luego de los accidentes de tránsito.

“El ahogamiento es la causa de muerte más frecuente por lesiones externas en niños menores de cinco años en la Argentina”, comenzó sobre este punto el médico pediatra, Lucas Navarro (MP 4133), integrante del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

El especialista destacó que “se trata de un episodio que no produce ninguna señal de alarma, por lo tanto, es necesario supervisar en todo momento a los niños, principalmente a los menores de cinco años que no tienen noción de riesgo y por más que se les diga que tengan cuidado, no caminen por el borde, por citar algunos ejemplos, no lo va a entender”.

Con él coincidió la médica pediatra Ángela Nakab (MN 68.722), secretaria de la Subcomisión de Medios y Comunicación de la SAP y jefa del Hospital de Día Polivalente del Hospital Elizalde, para quien “en los niños de entre uno y cuatro años la intervención de los padres se hace particularmente necesaria porque es un período donde el ímpetu infantil aumenta, por lo que se debe estar muy atentos ya que es una edad en la que, por las propias características de su desarrollo físico y emocional, el niño se esfuerza por alcanzar la autonomía: trata de satisfacer su curiosidad y su necesidad de actividad, y prueba y desafía para afirmar su propia independencia”.

“Entonces, en todo momento tiene que haber un adulto atento (no con el celular, no tomando alcohol, ni consumiendo sustancias, sino vigilando a los niños) -continuó Navarro-. Y si estamos en una reunión con mucha gente, se debe designar a un adulto responsable, porque si los cuidan entre todos no los cuida nadie. Deberá haber siempre un adulto designado que vea qué hacen los chicos, si están en una pileta, en un río, o en el mar”.

Y tras asegurar que “los inflables para las pileta no son seguros debido a que los chicos pueden quedar con la cabeza para abajo y los pies para arriba y se pueden ahogar”, recomendó que “lo ideal sería que las piletas tengan un cerco de seguridad de entre un metro 30 y un metro 50 de altura con barrales verticales para que no se puedan trepar y una puerta de seguridad a prueba de niños”.

2- Traslados seguros

Como se dijo, los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte en niños entre los cinco y los 20 años.

“O sea, el momento en que los chicos corren más riesgo es cuando se los sube a un auto”, destacó Navarro, quien instó a los padres a “ser conscientes del riesgo que los niños corren cuando se los lleva sueltos en el auto”. “El riesgo de llevar un niño suelto en la ciudad circulando a 30 kilómetros por hora es equivalente a hacerlo caminar por la cornisa de un segundo piso; es exactamente el mismo riesgo: chocar a 30 kilómetros por hora es lo mismo que caer un segundo piso y eso es lo que los padres deberían entender”.

Es por es que los niños que miden menos de un metro 35 de altura, que no pueden usar el cinturón de seguridad porque no les da la altura, “deben trasladarse en un sistema de retención infantil, ya sea huevito, butaca o booster según la edad”, aconsejó el pediatra.

“Los más chiquitos deben ir mirando hacia atrás, o sea, contramarcha y la recomendación de la Academia Americana de Pediatría es que los chicos viajen a contramarcha el mayor tiempo posible que permita su sistema de retención infantil, o sea si pueden viajar hasta los tres o cuatro años mirando para atrás mejor”, aseguró Navarro.

Cuando el niño supera determinado peso y altura ya puede viajar mirando para adelante, “pero siempre se debe leer atenta y cuidadosamente el manual de instrucciones del sistema de retención infantil y del auto para instalarlo correctamente”. “Luego irán sujetados con la sillita y con el cinturón de seguridad en lo que se llama booster con respaldo para finalmente poder usar el cinturón de seguridad, ya en la adolescencia”, destacó el especialista, quien insistió en que “los menores de 12 años deben ir en el asiento trasero porque se suelen lesionar gravemente con los airbags en caso de accidente”.

3- Golpe de calor

“En verano, el cuerpo intenta disipar el calor que genera a través de la transpiración, y aumenta la circulación de la piel para perder calor (por radiación), aunque este mecanismo no es muy útil en los días calurosos”, comenzó a explicar Nakab en este punto.

Y tras explicar que “cuando hace mucho calor, el cuerpo tiene dificultades para regular su temperatura y ésta puede elevarse más de 37° por deshidratación, agotamiento del mecanismo natural del sudor y desajuste del centro cerebral que controla la temperatura corporal”, la pediatra destacó que “si esto ocurre, sobreviene el agotamiento por calor y de persistir, más grave aún, el golpe de calor”.

“Los niños chiquitos menores de un año y las personas mayores de 65 son los que tienen más chances de sufrir un golpe de calor porque les cuesta acceder al agua, no dicen que tienen sed, y si no se les ofrece y están en un ambiente muy caluroso, puede sufrir golpe de calor”, agregó Navarro, quien describió que “un niño que presenta un golpe de calor se pone rojo, transpira, luce cansado y adormecido, hasta que llega a desmayarse y si eso persiste puede perder la vida lamentablemente”.

Para prevenirlo, recomendó “mantener los ambientes lo más templados posible, ventilar, bañarlos frecuentemente, ofrecerles agua, si son niños lactantes ofrecer la teta más seguido, evitar las bebidas azucaradas porque no hidratan”.

4- Exposición al sol

La piel de los niños menores de seis meses es muy vulnerable a los rayos del sol, por eso es que no deben exponerse, ”ni siquiera si están un poquito amarillitos, que es una costumbre muy frecuente”, aseguró Navarro. “Su piel se quema muy fácilmente con sólo caminar un par de cuadras al sol”, destacó.


“En los niños mayores de seis meses, pueden usar protectores solares físicos, que tienen óxido de titanio u óxido de zinc (son esos protectores que al colocarlos la piel queda blanca)”, recomendó el pediatra, y amplió: “Se coloca al menos media hora antes de salir al sol, una aplicación generosa en todos los lugares de piel expuesta (orejas, hombros, debajo de la malla, los pliegues, las manos) y hay que repetir la aplicación si se meten a la pileta o al mar, si se baña o transpiró mucho”.

Los mayores de dos años pueden usar los protectores solares que usan los adultos con la misma indicación de que para los menores de dos años.

A estas recomendaciones, Nakab sumó:

- No exponerse (niños ni adultos) al sol entre las 10 y las 16 horas.

- En los niños usar un protector solar con factor de protección solar (FPS) superior a 30, de amplio espectro contra UVA/UVB.

- Utilizar un sombrero que proteja no sólo la cabeza y los ojos, sino también las orejas.

- Utilizar protector solar incluso los días nublados.

- Todos los protectores solares, aun los resistentes al agua, deben ser reaplicados al salir del agua.

- En el agua y en la arena los rayos solares se reflejan, por lo que es imprescindible contar con la protección adecuada.

- Buscar preferentemente la sombra.

5- Cuidado con los mosquitos

“Los mosquitos pueden transmitir enfermedades como el dengue, zika y chikunguña, por eso debemos protegernos y proteger a los más chicos tratando de no tener recipientes con agua en las casas porque estos mosquitos se caracterizan por ser domiciliarios, y por otro lado aplicando repelente siempre que se esté al aire libre”, explicó Navarro.

El pediatra aclaró que “los repelentes que tienen DEET (NdR: DEET es la sigla que se usa para mencionar una sustancia química compuesta por N,N-dietil-meta-toluamida) se pueden usar en niños a partir de los dos meses, eso ya está avalado por la Academia Americana de Pediatría y por la SAP, aunque la etiqueta no lo dice”.

Y sostuvo que “la marca comercial más conocida, cuyo recipiente es color naranja, se puede usar en crema o en spray a partir de los dos meses”.

Sobre esto, Nakab aconsejó “aplicar el repelente de insectos en la piel expuesta y colocar los repelentes en atomizador o aerosol al aire libre para evitar inhalarlos”. “Es importante que los niños pequeños no manipulen este producto y supervisar a los niños mayores cuando los usan”, recomendó la pediatra, quien indicó que “luego del protector solar, siempre es recomendable aplicar el repelente 30 minutos después”.

Además, “en las zonas en las que el niño puede estar expuesto a los insectos, proteger cochecitos y cunas con tul para evitar las picaduras”.

Por último, Navarro precisó que “las tabletas y los líquidos que se enchufan no son muy efectivos, pero si se los usa hay que separar la cuna del bebé un metro y medio de esos de esos aparatos”, al tiempo que destacó que “la citronela, que es lo único disponible para usar en menores de dos meses, es cierto que es inocua para los niños pero también para los mosquitos, o sea, no es muy efectivo para repeler los mosquitos”.

Fuente: Infobae

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