Cada vez son más aquellos que exploran distintas corrientes de alimentación en busca de un estilo de vida más consciente. Dos propuestas ganaron adeptos en las últimas décadas: el vegetarianismo y el veganismo. A grandes rasgos, el vegetarianismo excluye todo tipo de carnes, pero no así sus derivados como lácteos, miel o huevos. En cambio, el veganismo elimina todas las proteínas de origen animal. Dentro de este último grupo, una rama más restrictiva, el crudiveganismo, invita a alimentarse únicamente de vegetales crudos. Es decir, todo lo que se consume está crudo o, a lo sumo, deshidratado o con un tratamiento térmico que no supere la temperatura máxima que alcanzaría un alimento expuesto al sol, es decir, cuarenta y dos grados centígrados.
Gran parte de quienes se vuelcan al vegetarianismo o al veganismo, empiezan a practicar este tipo de dieta por argumentos éticos, como el respeto de la vida de los animales, por razones medioambientales o en contextos de depurar el organismo. En cambio, quienes optan por el crudiveganismo, también llamado alimentación viva, raw food o raw vegan, suelen perseguir los beneficios de una alimentación fisiológica.
¿Cuáles son los alimentos que mejor se adaptan a nuestra fisiología? Frutas y verduras crudas, hortalizas, hongos, frutos secos, raíces, semillas, algas y cereales o legumbres, que se consumen germinados. “El alimento fisiológico es aquel que puede ser correctamente procesado por las enzimas digestivas, las mucinas y la flora intestinal; en resumen: el alimento ancestral. Definimos al alimento fisiológico como aquel que nutre, energiza, revitaliza y depura, sin requerir procesamiento y sin generar ensuciamiento” asegura Néstor Palmetti, técnico en dietética y nutrición natural, en su libro “Cuerpo Saludable”. No obstante, el autor advierte que el cambio alimentario es una condición necesaria pero no suficiente a la hora de resolver problemas crónicos: “consumir alimentos fisiológicos sin realizar contemporáneamente un proceso depurativo del organismo, sería como echar nafta premium en un motor carbonizado y fuera de punto: el motor seguirá fallando igualmente”
Son múltiples los beneficios para la salud que se obtienen al consumir vegetales crudos, tanto por el acceso a una mayor calidad de nutrientes como a nivel de su metabolización y frecuencia vibratoria. “La función del alimento es vitalizar y garantizar el metabolismo energético, basado en fenómenos de transmutación biológica, sintonización y resonancia entre órganos y alimentos” sostiene Martin Lui, chef especializado en alimentación viva y coordinador general del Espacio Depurativo, uno de los centros de depuración más importantes de nuestro país. “Un cuerpo humano saludable resuena en una determinada frecuencia, con una longitud de onda asociada que va entre 6.200 y 7.000 Angstrom. Los alimentos resuenan por encima o por debajo de esta banda del espectro”, explica Lui. Los Angstrom (Å) son la unidad de medida utilizada para cuantificar la emanación electromagnética: cada alimento que entra a nuestro cuerpo tiene su propia vibración y su sintonía afecta nuestra propia frecuencia energética. “Al ingerir alimentos de igual o superior longitud de onda, como los alimentos crudos, el cuerpo no tiene dificultades en metabolizarlos y generar los fenómenos de intercambio, beneficiándose del aporte elevado. Cuando ingerimos alimentos de inferior longitud de onda, el organismo se ve perjudicado, pues debe adecuar dicha oscilación, a fin de establecer un adecuado intercambio metabólico. Si este último tipo de alimentos se hace abundante y cotidiano, a largo andar, el cuerpo se agota, baja su nivel vibracional, se desvitaliza y comienza a resonar en niveles inferiores de longitud de onda, que son justamente los que emite una persona enferma. De allí la importancia de nutrirse prevalentemente de alimentos crudos, como frutas, verduras fermentadas, semillas activadas, brotes, algas marinas, entre otros que resuenan por encima de los 8.000 Å y por tanto vitalizan al organismo, evitando el ámbito para el desarrollo del desorden energético, que luego se traduce en enfermedad y en envejecimiento prematuro” afirma Lui.
“Si bien es una dieta que es muy sana, ya que los alimentos no pierden nutrientes al ser cocinados, es bastante restrictiva y requiere una planificación exhaustiva. Uno tiene que prácticamente dedicarle su vida a cubrir los requerimientos y preparar ese tipo de alimentación” señala la médica funcional Florencia Raele. “Es una dieta que no es para todo el mundo. La mayoría de la población tiene algún tipo de patología o disbiosis intestinal, debido a varios factores como ser los pesticidas, los mayores niveles de estrés o los antibióticos, que perjudican la flora intestinal. Entonces, al empezar este tipo de dieta, empiezan a sufrir patologías digestivas, por la inclusión de grandes cantidades de fibra y tantas lectinas en reemplazo de las proteínas de origen animal. Por esta razón, hay que estar muy atento a las deficiencias nutricionales, sobre todo B12, hierro, vitamina D, zinc y selenio, por mencionar algunos, así como a nuevos síntomas que aparecen como erupciones o alergias” advierte Raele.
Para la medicina funcional, la bio-individualidad es la clave: un abordaje integral y personalizado de la salud, adaptado a las variables individuales de cada paciente. “Si bien el crudiveganismo no es algo que recomendamos como base, no se desaconseja y de hecho hay gente a la que le va muy bien con este tipo de alimentación. Lo que sucede es que en una dieta crudivegana es muy difícil llegar a los requerimientos nutricionales, sobre todo el aporte de proteínas, que se restringe prácticamente a las semillas. Por eso es importante estar atento a las deficiencias nutricionales y eventualmente suplementarse muy bien” afirma Raele.
“Para procesos depurativos o detox específicos, con alimentación de calidad, lleva a quien la practica a sentir un beneficio” sostiene Raele. Sin embargo, según la especialista, no es una dieta sostenible en el tiempo. “Ser vegetariano es distinto, ser crudivegano es el extremo”, sintetiza la especialista, autora de “Nutrición Holística”, “Medicina Ancestral” y “Medicina Preventiva en tu cocina”
Para Martín Lui, sin embargo, este tipo de dietas se recomienda para cualquier persona que esté dispuesta a asumir el compromiso, con la voluntad de querer sentirse más vital, más enérgico, más limpio y más liviano energéticamente. “Siempre y cuando se tome como una transición acompañada por un profesional de la salud que pueda dar seguimiento de lo que va sucediendo para así poder integrar todo lo que va apareciendo. Es importante tener presente que no hay soluciones ‘mágicas’. Solo una suma de factores, entre ellos la toma de conciencia y nuestra voluntad, puede devolvernos el equilibrio y la plenitud” sostiene.
“El verdadero equilibrio se logra desde el interior, hacia el exterior. Los alimentos crudos tienen la capacidad de depurar el organismo dado a su aporte de oxígeno, enzimas, bacterias benéficas y demás nutrientes que abundan en todos los alimentos en estado natural. Comer ‘vivo’ es la forma más eficiente de revertir y evitar situaciones de desorden y enfermedad. Más allá de los beneficios en salud y rejuvenecimiento, esta alimentación generará otros efectos positivos a nivel de pensamientos y actitudes. Como dice un proverbio oriental: ‘según sea tu alimento, así será tu mente; según sea tu mente, así será tu pensamiento; según sea tu pensamiento, así será tu actitud’”, sintetiza Lui.
Fuente: La Nacion