Las ocho maneras en que se manifiestan los disparadores emocionales y las terapias para abordarlos

SALUD Ivana ALFARO
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Todos arrastramos situaciones no tan buenas, áreas sensibles que duelen en el interior, estratos psicológicos dominados por la ira, el miedo, la angustia o la vergüenza. Los triggers o disparadores emocionales son dimensiones que despiertan una reacción psicofisiológica difícil de regular.


“Si bien estas realidades son frecuentes en quienes lidian con un trastorno de estrés postraumático, la mayoría lo experimentó alguna vez. Basta con exponerse a una situación, persona o escena determinada que recuerde a un instante difícil del ayer, para que emerja esa reacción tan intensa”, señaló la psicóloga española Valeria Sabater.

A veces, nos cae mal que alguien nos ordene algo porque se nos pueden venir a la mente, por ejemplo, algunos de nuestros padres si es que fueron severos y autoritarios en nuestra infancia. No es raro guardar en nuestro universo psicológico la mecánica de un detonante mental. Estos disparadores son improntas en el cerebro emocional que retrotraen a un instante doloroso o traumático del ayer. La mente condiciona esas experiencias y hace reaccionar con intensidad cuando nos exponemos a situaciones semejantes. Son como señales de otro tiempo aún no resueltas.

Es cierto que estas vivencias angustian y no agradan. Sin embargo, como indica un trabajo realizado en la Universidad de Maryland, las emociones son decisivas en la experiencia humana, permiten adaptarse mejor a complejos escenarios sociales, pero para ello, es pertinente comprender su función y regularlas con efectividad. Lo que duele debe abordarse y no dejarse de lado. “Esa es la clave”, indicó la especialista.

Cómo se manifiestan los triggers
La ciencia de los mental triggers se articula con frecuencia alrededor de los traumas, pero no siempre es necesario llegar hasta este extremo para sufrirlos. Basta con tener una vivencia no gestionada de forma correcta, para reaccionar ante ciertas cosas o situaciones de una forma desregulada. Los disparadores emocionales suelen manifestarse de la siguiente manera:

Mayor impulsividad.
Mezcla de vergüenza e ira.
Sentimientos de inseguridad y amenazas.
Se asoma el miedo y la necesidad de huir.
Experimentar un elevado estrés y ansiedad también es asociado a un disparador mental.
El desempeño laboral se perjudica, ya que cuesta más adaptarse a determinadas circunstancias.
Al vernos expuestos a determinados eventos, podemos sufrir miedo y una angustia elevada.
Es frecuente que las relaciones socioafectivas se resientan, pues respondemos mal, discutimos más y nos enojamos por nada.

Los desencadenantes emocionales también se acompañan de una marcada respuesta fisiológica, del modo siguiente:

Mareos.
Náuseas.
Temblores.
Sudoración.
Taquicardia.
Dolor en el pecho.
Vacío en el estómago.

Qué tipos de disparadores emocionales existen
Hay muchas personas que experimentan una respuesta emocional intensa y desadaptativa ante situaciones determinadas y, en apariencia, normales. Lo más complejo es que no saben qué les sucede, no entienden el porqué de esas experiencias. A la hora de tratar los disparadores psicológicos es pertinente saber en qué momentos ocurren y qué los desencadena porque esto permite detectar su tipología. Sabater dijo que, por lo general, se limitan a tres esferas concretas:

Los disparadores de trauma. Son los más comunes y definen esas situaciones en que, después de una vivencia adversa, somos incapaces de procesar lo sucedido, así como las emociones difíciles que derivan de ella.
Los disparadores de ira. En este caso, estaremos también ante pacientes traumados que manejan de forma muy deficiente sus emociones. Son personas que reaccionan siempre con rabia, con ira y de forma violenta y desafortunada.
Los disparadores de ansiedad. Son experiencias vinculadas a estados de gran nerviosismo. Pueden relacionarse con fobias (como el miedo a hablar en público o tener que hablar por teléfono). También a situaciones que generan estrés y que no se saben manejar, como discutir con la pareja o negociar con un jefe.
Cómo se trata este tipo de disparadores psicológicos
Los disparadores emocionales son el síntoma de una realidad psicológica subyacente que debe tratarse. Se los considera el mecanismo indicador de que hay algo por resolver, que impide adaptarse y tener una vida funcional y satisfactoria. Una de las estrategias de ayuda es reconocer que lo más importante para abordar los disparadores psicológicos es saber qué los desencadena porque solo así se comprende el origen de la herida.

Otra es descubrir dónde está la herida. Puede que seamos una de esas personas que reacciona mal cuando recibe una negativa. Es posible, incluso, que nos obsesione el temor a que los demás nos dejen de lado o abandonen. Esto hace que procesemos con intensidad muchas reacciones y tergiversemos, quizás, las palabras de otros. Lo más importante para abordar los desencadenantes emocionales es saber dónde está la herida. Para ello, hay que tomar conciencia de todas esas situaciones que despiertan emociones negativas y así es como descubriremos lo que debemos resolver.

No temer al dolor, comprenderlo y aliviarlo. Como suele decirse, a veces hay que aprender a sufrir para dejar de sufrir. ¿Qué significa esto? Que debemos dejar espacio a las emociones para precisar su origen y abordarlas. Si lo reprimimos, el sufrimiento siempre estará latente. Es momento de responsabilizarse de él.

Las mejores terapias psicológicas para abordar los triggers
Por lo general, no siempre podremos por nosotros mismos deshacer el nudo que orquestan estos mecanismos internos. Los mental triggers se instalan en la cabeza y permanecen ahí durante mucho tiempo, condicionando las respuestas. En estos casos, y según nuestras necesidades, se recomiendan dos tipos de tratamientos psicológicos:

La terapia EMDR o de desensibilización y reprocesamiento por movimientos es la más adecuada para abordar los traumas psicológicos.
La terapia cognitiva conductual será efectiva en caso de que los detonantes emocionales tengan como origen la ansiedad. Con ella, es posible manejar esos pensamientos y creencias disfuncionales, para regular mejor las emociones y conductas.

Fuente: TN

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