Cáncer de tiroides: los tratamientos varían según la edad de cada paciente

SALUD Ana COHEN
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El cáncer de tiroides, que afecta a la glándula productora de hormonas para la regulación del metabolismo, se origina cuando las células sanas de este órgano cambian y proliferan sin control, formando una masa o tumor.


Así lo explicó la doctora Laura Maffei (M.Nº 62441.), endocrinóloga y referente en su área a nivel nacional e internacional, que además señaló: “Este tipo de cáncer es el más común dentro de los que afectan a las glándulas. En relación con su incidencia, el cáncer diferenciado de tiroides se presenta en una frecuencia del 80% en mujeres y ha venido aumentado durante las últimas décadas”.

“Otro dato para destacar y en alusión a los factores de riesgo, es que suele afectar en la edad media de la vida, es decir, entre los 20 y los 55 años. Sin embargo, puede aparecer en todas las edades, desde la niñez a la edad adulta y obviamente también puede ser diagnosticado en hombres. El cáncer diferenciado de tiroides tiene un excelente pronóstico, sobre todo en personas jóvenes”, expresó.

La especialista dijo que hay otros tipos de cáncer de tiroides: el anaplásico, que afecta en general a las personas de mayor edad, y el medular de tiroides que es más agresivo que el diferencial.

Clases de tumores tiroideos
Maffei indicó que un tumor puede ser benigno o maligno y explicó: “Los tumores tiroideos también pueden llamarse nódulos y su aparición puede descubrirse de manera accidental mirándose el cuello, -en el caso de los hombres al afeitarse-, en una palpación del cuello en un control médico de rutina o también por dolor. En cualquier caso, esto debe significar una alerta para realizar una consulta endocrinológica”.

“Es el especialista quien establecerá los pasos a seguir, valorando las hormonas tiroideas con análisis de sangre y realizando una ecografía de tiroides. Esta última adquiere un rol principal en el diagnóstico, especialmente en la fase inicial, ya que, las características nodulares pueden dar una pista en alusión a la sospecha o no de malignidad”, aseveró.

La médica dijo que es necesario “completar los estudios médicos con un dosaje de hormonas tiroideas, una ecografía y la punción del nódulo con aguja fina, un procedimiento invasivo pero sencillo, que corroborará o no las sospechas de cáncer, catalogando las células encontradas según sus cambios”.

“Esta clasificación se llama “Bethesda” y permite estudiar los cambios celulares encontrados desde la benignidad a la sospecha de malignidad ya que el resultado final depende de la anatomía patológica luego de la cirugía”, añadió.

Diagnóstico y tratamiento del cáncer de tiroides
La endocrinóloga aseguró que el diagnóstico y tratamiento del cáncer diferenciado de tiroides evolucionó y expresó: “Uno de los puntos importantes es el desarrollo tecnológico de los equipos ecográficos que generan imágenes de alta definición de los órganos y sus alteraciones. Además pueden describir la vascularización de estos nódulos, lo cual nos permite mejor diagnóstico para establecer conductas terapéuticas más apropiadas cada día. Por otra parte, la biología molecular viene ayudando a paso firme, comprobando dentro de los casos dudosos aquellos que se solucionarán con cirugía o no”.

También consideró que el avance se produjo debido a que las investigaciones mostraron que, gracias a la poca agresividad de la mayoría de estos tumores, “es viable realizar cirugías menos invasivas (como la extirpación de un solo lóbulo de la tiroides) algo que hace años era difícil” y dijo que “en casos muy definidos, cuando el tumor tiene menos de 1 cm, puede acordarse con el paciente el compromiso de realizar su seguimiento periódico vigilando los cambios que puedan ocurrir sin operar. Este proceso se llama “vigilancia activa””.

“Cada paciente recibe un tratamiento personalizado teniendo en cuenta edad, género, tamaño del tumor y si tiene ganglios afectados o no y cuántos, logrando así lo que llamamos un tratamiento a medida de cada persona. Las cirugías de tiroides actualmente resultan mucho más seguras y, al ser realizadas por profesionales altamente capacitados, existirán menores complicaciones y se lograrán además buenos resultados estéticos”, indicó.

Controles y medicación del cáncer de tiroides
Maffei dijo que el seguimiento de un paciente con cáncer de tiroides incluía “la radiación de barridos corporales con yodo radiactivo cada 6 meses y era necesario suspender la medicación -Levotiroxina- que tomaba para que este se vuelva hipotiroideo y, de esta manera, se lograba subir los índices de la hormona llamada TSH”.

“Eventualmente las células restantes captarían el yodo administrado. Luego de dos años, el control del tratamiento continuaba en forma anual hasta completar los 5 años de seguimiento. Actualmente el uso de la TSH recombinante logró que no sea necesaria la suspensión de la Levotiroxina y evitar estos periodos de hipotiroidismo intenso con el malestar que esto implicaba. Así, el seguimiento de un cáncer de tiroides se realiza en el contexto de una mejor calidad de vida”, manifestó.

Además, la especialista dijo que “las dosis de yodo utilizadas eran más altas, con lo cual en algunos casos podía provocar efectos secundarios como una disminución de la saliva o gastritis por afectación de las glándulas salivales o estomacales”, mientras que señaló que “actualmente, se ha podido determinar con mayor precisión quiénes requieren dosis de yodo y en qué dosis que, generalmente suelen ser más bajas”.

Fuente: TN

   

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