Cuanto más nos afecten las valoraciones de los demás, más vulnerables seremos

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Raquel Alcolea
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Durante la pandemia hemos aprendido que debemos hacer una nueva lectura de la vida, pero también hemos sentido la necesidad de desarrollar habilidades personales para adaptarnos a un cambio traumático del que muchas personas han salido desorientadas y sin saber cómo gestionar sus relaciones personales, el teletrabajo y, sobre todo, el cuidado de la salud mental y emocional. Ha sido y sigue siendo un contexto incierto del que se hace eco el Doctor Nicolás Romero en el programa 'La aventura del saber' de TVE y que le ha servido de caldo de cultivo para dar forma a su obra 'Empieza a Vivir' (Grijalbo).

El libro del doctor Romero es un manual cuyo objetivo es ayudar a organizar un proyecto sólido de crecimiento personal en torno a la salud, el talento, la formación de hábitos, el bienestar emocional y la toma de decisiones basándose en los cuatro pilares que recoge su método de los cuatro 'autos': autocuidado, autoconocimiento, autoestima y autoconfianza. Autocuidado, para aprender a cuidar las joyas de la corona del organismo, que son el cerebro y el sistema inmunitario; autoconocimiento, para conocernos mejor, identificar nuestro talento, desarrollar habilidades y formar buenos hábitos para mejorar nuestras expectativas de éxito; autoestima, para reconocer de las personas de las que nos rodeamos nos refuerzan o nos minan la autoestima y autoconfianza, para ganar seguridad que nos permita sentir que tenemos el control de nuestra vida.

¿Por qué asegura que lo primero que nos mueve a actuar es la emoción y no el pensamiento?

Es lo que nos dice la ciencia sobre el funcionamiento del cerebro. En un primer momento, todos hacemos las cosas porque experimentamos satisfacción, desagrado o miedo, no porque sea lo más sensato ni lo más decente. Seguimos consumiendo comida ultraprocesada porque nos resulta placentero a pesar de que somos conscientes de que es perjudicial. Nos dejamos llevar por las emociones positivas o negativas sin pensar en las consecuencias. Esa falta de coherencia entre lo que sentimos, lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos es la causa de buena parte de nuestros problemas vitales.

¿Cómo nos afecta a la salud el autoengaño?

El autoengaño surge por la falta de coherencia entre lo que se siente y lo que se piensa. Pero la supresión de la verdad en la mente consciente constituye el germen de algunos de los trastornos emocionales más frecuentes que nos afectan hoy en día. El autoengaño es un proceso adictivo que puede sacarnos de la realidad y destrozar nuestras relaciones personales. Hay que estar muy alerta para no caer en el autoengaño colectivo de sectas u otros grupos de pensamiento único de las redes sociales.

¿Y cómo podemos afrontar el autoengaño y evitar sus efectos nocivos sobre nosotros?

Para afrontar el autoengaño será clave no hacer nunca nada que sea importante en piloto automático cuando afecte a la autoimagen, la autoestima, la autoconfianza, el autoconocimiento, el autocuidado, el autocontrol, la autoexigencia y la automotivación. Algunos estudios revelan que recurren menos al autoengaño grupal quienes poseen una autoestima alta y la suficiente autoconfianza para comentar de manera abierta información negativa que empaña su imagen y su reputación. Por tanto, reforzar la autoestima y la autoconfianza será de gran ayuda para hacer frente al autoengaño.

¿Cuáles son las creencias falsas más populares en torno al metabolismo?

Las más difundidas son que el cuerpo pierde capacidad para quemar calorías y por eso engordamos, que existen personas con mala genética cuyo metabolismo lento las condena a la obesidad o que se puede acelerar el metabolismo con dietas milagrosas, pastillas o productos de herbolario. Un importante estudio publicado en la revista 'Science' desmiente todos estos falsos mitos. Deja muy claro que el metabolismo no se enlentece a partir de los cuarenta años, ni debido a las hormonas, ni a la menopausia.

¿Cómo podemos evitar convertirnos en comedores emocionales?

Con un mayor autoconocimiento. Tenemos que convertirnos en investigadores de nuestro comportamiento y preguntarnos el porqué de la acción de comer de modo emocional, el porqué del sentimiento de malestar que llevó a esa acción, el porqué de la emoción negativa que condujo al sentimiento, el porqué del pensamiento que provocó la emoción, el porqué de la situación que generó el pensamiento, hasta llegar así al primer desencadenante y desactivarlo.

«La falta de coherencia entre lo que sentimos, lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos es la causa de buena parte de nuestros problemas vitales»
Una de las asignaturas pendientes en tiempos de pandemia es el descanso, ¿qué factores hacen que durmamos peor?

El aumento de los problemas cotidianos nos ha quitado el sueño durante la pandemia. Las dificultades para salir adelante, el miedo a enfermar, las restricciones en muchos ámbitos de la vida y la situación económica han empeorado la salud mental y la regulación anímica de jóvenes y mayores. Algunos estudios señalan que las personas que han creído más en conspiraciones, abrigado sospechas y buscando culpables de la crisis han sufrido mayores niveles de estrés postraumático y pesadillas.

¿Qué hábitos o pautas de conducta pueden ayudarnos a evitar situaciones de estrés?

La estrategia más importante, por encima de todas, es aprender a soportar la presión que ejercen sobre nosotros los demás. Para ello necesitamos entrenarnos en el autocuidado, el autoconocimiento, los hábitos, y fortalecer la autoestima y la autoconfianza. De esa manera resolveremos los problemas con un mínimo nivel de estrés y conseguiremos tener una mente flexible que asuma las adversidades con normalidad. Pura inteligencia emocional.

La segunda pauta es no imponerse una autoexigencia laboral o familiar en grado extremo ni a corto plazo. No asumir el compromiso de «yo puedo con todo».

La tercera es controlar las situaciones de competencia social con otras personas modificando nuestra manera de ser. Hay que establecer unas prioridades y no rivalizar por cualquier cosa.

La cuarta sería abandonar la moda social de la hiperemocionalidad que nos impone estar subidos a un carrusel de emociones en todo momento. Entonces los buenos hábitos nos parecen aburridos y los abandonamos, provocándonos estrés.

En su obra hace referencia a la necesidad de cultivar la inteligencia corporal, ¿qué es exactamente y cómo podemos atender a esta capacidad?

Hoy existe una gran afición al running. Muchos corredores no saben nada de su cuerpo cuando comienzan a practicar este deporte. No me refiero solo a hacerse un chequeo médico, sino a sentirse, escucharse, conocer la calidad de su músculo (si es explosivo o de resistencia), cómo se recupera su organismo tras una carrera, qué alimentos le sientan mejor o descubrir si llevan una postura forzada que les hace sufrir contracturas y lesiones. La inteligencia corporal se construye ampliando la conciencia sobre el propio organismo, interrogándonos sobre él para llegar a comprenderlo y no pedirle imposibles que rompan sus equilibrios internos.

¿Por qué son tan importantes las recompensas para el cerebro y cómo podemos relacionar esto con la búsqueda de nuestros talentos?

La vida se mueve por recompensas. El cerebro es un sistema predictivo que busca permanentemente recompensas satisfactorias. Comida, agua, cobijo, pareja, dinero, fama, poder. Disponer de talento natural para desarrollar determinadas habilidades permitirá que obtengamos éxito en los resultados y recibamos más elogios y recompensas por ello. Cuando elegimos una actividad para la que estamos hechos, comprobamos que el progreso es fácil, nos cansa poco y la hacemos sin quejarnos.

Para crear o formar nuevos hábitos, ¿por dónde deberíamos empezar?

Primero tenemos que creérnoslo, desearlo de verdad y estar dispuestos a cambiar. En la mayoría de los casos, adquirir nuevos hábitos implica hacer cambios en nuestro estilo de vida y en nuestra identidad, que van a requerir una mentalización adecuada.

En segundo lugar, hay que tomar las decisiones correctas a tiempo para propiciar un ambiente idóneo que haga un hueco propio a ese hábito en nuestra vida.

Y, por último, hay que dedicar todo el esfuerzo que sea necesario para formarlo.

«Cuanto más sensibles seamos a las valoraciones de los demás, mayor es nuestra vulnerabilidad ante la envidia, los narcisistas y los falsos modestos»
¿Cuáles son las fases por las que tenemos que pasar para crear un hábito?

La formación del hábito tiene cinco fases: aliciente, deseo, conducta, refuerzo y recompensa. El aliciente es un aspecto positivo en el hábito que nos atraerá y nos servirá de estímulo para movernos a la acción. Cuando el cerebro recibe la señal del aliciente genera la fuerza interna del deseo para obtener la recompensa. Emprenderemos una conducta para aliviar la tensión del deseo. Estas acciones habrá que reforzarlas, según nos conduzcan a una recompensa inmediata o diferida. La recompensa es el objetivo final de cada hábito que aliviará la tensión generada por el deseo.

¿Cuáles son las señales que indican que tenemos dañada la autoestima?

La señal más importante de que nuestra autoestima está derretida es cuando no encontramos autodefiniciones positivas para reafirmarnos. Por el contrario, si nos definimos como personas estables, cumplidoras y comprometidas se reforzará la autoestima y nos llevará a conductas que respondan esa definición. Cuanto más sensibles seamos a las valoraciones de los demás, mayor es nuestra vulnerabilidad ante la envidia, los narcisistas y los falsos modestos. Podemos tener éxito y estar sufriendo ansiedad y depresión a causa de la influencia tóxica de estas personas. Los mejores fabricantes de autoestima son un profundo autoconocimiento que nos ofrezca una imagen real de lo que somos y una autoconfianza afinada sobre lo que podemos llegar a lograr.

Fuente: abc

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