Linfedema, qué es y cómo tratar esta enfermedad crónica que afecta a brazos y piernas

SALUD Rosario CALVO
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Cada 11 de noviembre se conmemora en Argentina el Día Nacional del Linfedema, una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Este padecimiento, que puede presentarse en hombres y mujeres, genera un impacto significativo en la vida diaria de quienes lo sufren.

El linfedema es una hinchazón causada por el mal funcionamiento del sistema linfático, que habitualmente transporta linfa—un líquido compuesto por agua y proteínas de alto peso molecular—desde los tejidos hasta el sistema venoso. “Cuando este sistema falla, hay una hinchazón de la parte del cuerpo, que conocemos con el nombre de linfedema”, explica la doctora Mabel Bussati, especialista en Flebología y Linfología del Hospital de Clínicas.

 Bussati enfatiza que el linfedema puede aparecer tanto en el nacimiento como en la edad adulta y se asocia a una amplia variedad de causas, desde anomalías congénitas hasta infecciones y enfermedades crónicas.

Comprendiendo el linfedema: causas y síntomas
El linfedema se clasifica en primario o secundario, dependiendo de su origen.

Linfedema primario: se debe a alteraciones hereditarias, como la hipoplasia linfática (insuficiencia en el desarrollo de los vasos linfáticos) y representa una fracción reducida de los casos. Dentro de esta categoría, se encuentran casos de linfedema congénito, que puede manifestarse antes de los dos años debido a una aplasia o hipoplasia linfática. Algunos ejemplos incluyen la enfermedad de Milroy, una afección familiar autosómica dominante que se asocia con mutaciones en el gen VEGFR-3. Este gen regula el crecimiento de los vasos linfáticos, y sus mutaciones provocan síntomas como ictericia colestásica, edema y diarrea por linfangiectasia intestinal.

Linfedema secundario: surge como consecuencia de una obstrucción o daño en los vasos linfáticos, frecuentemente debido a infecciones, lesiones o enfermedades como la insuficiencia venosa crónica. En estos casos, el flujo linfático se ve obstaculizado, y se genera una acumulación de líquido en los tejidos, causando hinchazón crónica y fibrosis en las zonas afectadas.

Los síntomas del linfedema incluyen una hinchazón densa en las extremidades, que se caracteriza por un edema fibroso que no deja marcas a la presión. Esta condición predispone a los pacientes a infecciones severas como la celulitis y linfangitis, y, en casos excepcionales, a desarrollar linfangiosarcoma, un tipo de cáncer asociado con el sistema linfático.

El impacto en la calidad de vida y la importancia del diagnóstico
El linfedema no solo afecta físicamente, sino que también tiene repercusiones emocionales. Según una encuesta realizada por el Hospital de Clínicas en 2023, entre los pacientes consultados, un 70% reportó sentirse “deprimido” por su afección, mientras que el 86% manifestó “preocupación” y el 84% indicó que su apariencia física se veía afectada por la hinchazón. Estos datos subrayan la relevancia de brindar apoyo no solo médico, sino también emocional y psicológico a quienes padecen esta condición.

Bussati destaca que un diagnóstico temprano puede prevenir la progresión hacia etapas discapacitantes del linfedema. “Es muy importante diagnosticar y tratar al paciente a tiempo para evitar formas discapacitantes. El diagnóstico brinda información al médico para determinar el mejor tratamiento para cada persona”, explica la especialista.

Si bien el linfedema se detecta principalmente a través de una evaluación clínica, en casos específicos se emplean estudios avanzados como la linfografía radioisotópica o la linfografía fluoresceínica, que proporcionan una imagen en tiempo real del flujo linfático. En casos más complejos, se utilizan resonancias magnéticas y tomografías contrastadas para determinar la extensión del problema.

Opciones terapéuticas y la importancia del autocuidado
Aunque el linfedema no tiene cura definitiva, existen tratamientos que ayudan a controlar sus síntomas y a frenar su progresión. Las opciones terapéuticas incluyen:

Drenaje linfático manual: un tipo de masaje especializado que facilita el movimiento de la linfa en el cuerpo, ayudando a reducir la hinchazón.
Compresión: se utilizan vendajes, dispositivos con velcro, mangas y medias elásticas para crear un gradiente de presión que permita que el exceso de linfa fluya fuera de las áreas afectadas.
Fármacos: algunos medicamentos flebolinfoquinéticos, utilizados bajo supervisión médica, pueden contribuir a aliviar los síntomas.
Medidas higiénico-dietéticas: llevar una dieta equilibrada y mantener una adecuada higiene de la piel son aspectos cruciales para reducir el riesgo de infecciones.

La especialista enfatiza que el autocuidado y la participación de los familiares son fundamentales en el manejo de la enfermedad. “Además de abarcar una mejora en los hábitos cotidianos, hay que aprender a convivir con síntomas y situaciones nuevas”, indica Bussati.

La actividad física, además, juega un papel central en la prevención del linfedema, ya que “toda clase de movimiento, actividad física, ejercicio físico, deporte, entrenamiento, las actividades diarias ponen en movimiento el sistema linfático”. Asimismo, una respiración profunda puede aumentar el flujo linfático y venoso, mejorando la circulación.

Factores hereditarios en los Linfedemas primarios: algunas enfermedades genéticas específicas, como la enfermedad de Meige, pueden causar síntomas variados como distiquiasis (presencia de pestañas adicionales), paladar hendido y edemas en las extremidades e incluso en la cara. Esta forma de linfedema se manifiesta típicamente en la pubertad o el embarazo, y es consecuencia de mutaciones en el gen FOXC2.

El linfedema tardío, por otro lado, suele aparecer después de los 35 años, con características clínicas similares al linfedema precoz, pero de menor severidad. Aunque existen casos familiares y esporádicos de linfedema tardío, su causa genética no está completamente identificada.

Fuente: Infobae


     


     

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