Tres mitos falsos sobre la soja que se han hecho más populares que sus beneficios

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Ana COHEN
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Por sus múltiples usos, sus propiedades nutricionales y su versatilidad culinaria la soja se ha convertido en un alimento popular no sólo en Asia, donde su uso es mayoritario, sino también en todo el mundo, especialmente a raíz del auge del vegetarianismo y del veganismo. La soja, de hecho, constituye una importante fuente de proteína de origen vegetal ya que contiene los nueve aminoácidos esenciales, esos que el organismo no es capaz de sintetizar por sí mismo.

Además aporta fibra, contiene ácidos grasos poliinsaturados, vitaminas (tiamina, niacina, riboflavina, vitamina B6 y folatos) y minerales como el calcio, el hierro, el magnesio, el potasio, el fósforo y el zinc.

Otra característica de la soja es su contenido en isoflavonas, cuya doble actividad (actúan a la vez como estrogénicas y antiestrogénicas) le confieren distintas cualidades que permiten regular el balance hormonal femenino. Sin embargo, tal como explica Isabel Viña (@isabelvina), médico residente de Endocrinología y Nutrición y aval científico de IVB Wellness Lab, una de las creencias equivocadas más extendidas en torno al consumo de soja tiene que ver precisamente con su relación con la salud hormonal de la mujer.

Así, tal como detalla, algo que está muy instaurado en la sociedad es pensar que la soja (tanto el alimento en sí como las isoflavonas de la soja) no puede ser consumida por mujeres que tengan antecedentes de cáncer de mama.

Sin embargo la experta explica que ya se ha demostrado científicamente que tanto el consumo de soja como de isoflavonas de soja es perfectamente seguro. Es más, según explica Viña, en las mujeres con antecedentes de cáncer de mama que han sido tratadas farmacológicamente el consumo de isoflavonas de soja no sólo ha demostrado ser protector frente al cáncer de mama sino que además se ha probado en estos casos una mayor tasa de supervivencia y menores tasas de recurrencia.

Sobre esta cuestión cita además el caso de las mujeres de Japón, un país con una de las menores incidencias de cáncer de mama del mundo y con un consumo de consumo de soja y de sus derivados muy superior al de otros países.

La explicación a su efecto beneficioso reside en que, según aclara Viña, las isoflavonas de soja se unen a los receptores de estrógenos pero no a aquellos que podrían tener un efecto perjudicial como es el caso de los de la mama y del endometrio. Eso significa que las isoflavonas de soja no tienen un efecto malo en ellos, según aclara. En el resto del cuerpo, tal como precisa Viña, actúan como un exógeno débil haciendo que muchos síntomas de la menopausia se vean atenuados gracias a ese efecto de estímulo de los estrógenos.

Versatilidad culinaria
La soja es un alimento polivalente del que se obtienen gran variedad de productos como: harina, aceite, lecitina, bebida de soja, tofu, productos fermentados con sal (tamari) o sin sal (tempeh) y otros como los brotes de soja. Tanto la fermentación a cargo de mohos y bacterias como la germinación (brotes), permiten que estos derivados sean más fáciles de digerir y que se enriquezcan en determinados nutrientes.

Aunque la soja es una legumbre y puede comerse en guiso, este es quizás su preparación menos popular ya que se puede encontrar en muy variadas presentaciones. Desde hace años se ha despertado un interés especial en España por los edamames o vainas de soja cocinadas y aderezadas con especias para tomar como aperitivo saludable. Sin embargo, tal vez lo más popular es el consumo de bebida vegetal de soja en sustitución de la leche de vaca. También se comercializan con éxito los postres de soja, el tofu como sustituto de la carne a la plancha o en guisos más o menos tradicionales o los brotes de soja en las ensaladas.

Otra de los mitos falsos con respecto al consumo de soja tiene que ver con la idea equivocada de que las personas con hipotiroidismo o que estén medicadas por ello no pueden consumir soja. En este sentido la Dra. Viña aclara que con respecto a este tema se ha hecho a nivel popular una interpretación errónea de las pautas de consumo. «Una cosa es que no se pueda consumir soja a la vez que se toma el fármaco de la tiroides, es decir, la levotiroxina y otra cosa diferente es que no puedas consumirla durante el resto del día», comenta. De hecho, los estudios han demostrado que aquellas personas que consumen niveles altos de soja y de isoflavonas de soja tienen la misma función tiroidea que las que no lo toman.

Por último, el tercer mito con respecto al consumo de soja es el que apunta a la conveniencia o no de que los hombres la consuman pues, según asegura la Dra. Viña, se ha llegado a decir que, de alguna manera, puede feminizarles alterando los niveles de testosterona y la producción de espermatozoides. Sin embargo la experta asegura que los niveles de testosterona en el caso de los hombres que consumen soja son completamente normales y que si esta creencia fuese cierta y su consumo fuese perjudicial para los hombres habría problemas de fertilidad masculina en los países asiáticos en los que se consume habitualmente soja y lo cierto es que no los hay, según aclara

Fuente: abc.es

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