Los efectos devastadores del ‘cardio’ obsesivo en el cuerpo de la mujer

NOTICIAS DE INTERÉS Ana COHEN
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Hoy en día está mal visto hacer ciertas distinciones, pero no conviene confundir la velocidad con el tocino. A la hora de hablar de las respuestas al entrenamiento existen diferencias evidentes entre sexos, no hablo tanto del rendimiento, sino en las consecuencias físicas que tiene. En paralelo a los datos objetivos, se añade lo subjetivo. Me refiero a ese terror infundado que tienen muchas mujeres a entrenar con pesas y, por el contrario, pensar que las largas sesiones de cardio son el camino adecuado. Este comportamiento obsesivo con el trabajo cardiovascular de media-alta intensidad no es exclusivo de mujeres, pero tiene unas consecuencias especialmente devastadoras en el cuerpo de ellas dado que tiene el riesgo potencial de detener de forma crónica la producción de la hormona tiroidea T3 como han demostrado numerosos estudios (al final del artículo os enlazo un buen número de ellos).

¿Qué es la hormona tiroidea T3?

La triyodotironina, también conocida como T3, es la hormona tiroidea que afecta a casi todos los procesos fisiológicos del cuerpo, incluyendo  su crecimiento y desarrollo, su metabolismo, la temperatura corporal y el ritmo cardíaco. Su función es estimular el metabolismo de los hidratos de carbono y grasas, activando el consumo de oxígeno, así como la degradación de proteínas dentro de las células. Vamos, que no es moco de pavo. Cuando los niveles de T3 son normales, el cuerpo quema suficiente energía para mantenerse caliente y los músculos funcionan con una eficiencia adecuada. Cuando estos niveles se disparan se produce el conocido como hipertiroidismo, y el cuerpo se vuelve ineficiente haciendo prácticamente imposible el aumento de peso. Si los niveles son muy bajos (hipotiroidismo), el cuerpo acumula grasa corporal con facilidad, y lo hace de manera casi independiente del nivel de actividad física que tengamos.

Las mujeres, sin saberlo, se exponen al hipotiroidismo con esas sesiones interminables de cardio a una intensidad media. Y en gran parte es una adaptación lógica inherente a un cuerpo que viene equipado de serie para soportar todo el peso de la reproducción. Olvídate de machismos o feminismos, el cuerpo es una máquina adaptativa que responde y evoluciona para sobrevivir. Su fin último es la supervivencia de la especie. Le importa un bledo si nos gustan las tallas XXS o las XXL. Ante un gasto constante y prolongado de energía día tras día, el cuerpo reacciona ralentizando el metabolismo para conservar recursos. Disminuyendo la producción de T3, tu cuerpo toma el control rápidamente para conservar energía.

Ojalá el consumo energético de nuestros electrodomésticos fuese tan inteligente. Los entrenamientos continuos de resistencia prolongada con esfuerzos que ronden el 65%/75% de nuestra frecuencia cardíaca máxima, preparan a tu cuerpo para ser una puñetera máquina de ahorro de grasa corporal. Tus células grasas dejarán de liberar dicha grasa con la eficiencia que lo hacían antes. Tus reservas energéticas que tenían como fuente tu grasa corporal descienden, como reacción a ello el cuerpo incluso pone en marcha una serie de reacciones que dificultan que los músculos quemen grasa tal y como se espera de ellos, al contrario, el cuerpo empieza a tomar medidas extraordinarias para retenerla. Todavía hay algo peor, y es que más pronto que tarde tu volumen muscular se verá afectado y con él la densidad ósea.

Todos estos fenómenos forman una tormenta perfecta que, tras dos o tres meses dejando charcos de sudor en una cinta de correr o una máquina elíptica, acaban en que el consumo de grasa de tu organismo esté en niveles increíblemente bajos y, además, todo tu cuerpo estará rugiendo para que le hagas llegar una avalancha de calorías que directamente se destinarán a tus almacenes de reservas (estéticamente suena mucho más feo). En este momento la combinación de unos niveles altos de insulina y cortisol no solo te hará engordar sino que creará nuevas células grasas para que puedas hacerlo mejor que nunca. Cuando esto le ocurre a alguien ya podemos adivinar qué medidas toma: cardio durante una hora cada mañana y otra por la noche para acelerar las cosas…

Si no quieres dejar de correr me parece bien. Por supuesto que es mejor que estar sentados en un sillón, pero modificar las intensidades, hacer sprints, cuestas, entrenamientos por intervalos tampoco creo que supongan cambios muy terribles. Y si eso lo combinas con dos o tres sesiones de trabajo de fuerza a la semana, verás una diferencia notable en tus resultados, y con mucho menos tiempo invertido en entrenamiento.

Fuente: abc

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