Fantasías sexuales masculinas y femeninas: estas son las más comunes en cada caso

SEXUALIDAD Amalia PINTO
fantasias-pareja-kvlG--620x349@abc

Fantasear, es decir, imaginar sucesos, historias o cosas que no existen en la realidad es algo habitual en el ser humano. Lo hacemos de forma natural y el hecho de crear una fantasía no lleva implícito que se quiera llevar a cabo, sino que se siente curiosidad por ese tipo de experiencia. Lo mismo sucede con las fantasías sexuales que, según define Rosa Navarro, sexóloga de Diversual, son pensamientos o representaciones mentales de contenido sexual que resultan excitantes. «Pueden ser historias muy elaboradas, una mezcla de imágenes o incluso pensamientos aislados que surjan de forma espontánea. También el hecho de recordar o rememorar encuentros sexuales ya vividos puede ser otro tipo de fantasías eróticas que se use para excitarse antes de una relación sexual, durante el encuentro o en una masturbación», explica

  En general fantasear y tener este tipo de pensamientos sexuales se relaciona con un aumento del deseo ya que, según apunta la experta, erotizar la mente puede contribuir a mejorar la función sexual, ya que es una forma sencilla de explorar la sexualidad y estimular la creatividad erótica.

Sin embargo esto no quiere decir que se quiera llevar a la práctica todo aquello que se imagine. De hecho, es importante, tal como propone la sexóloga de Diversual, diferenciar entre fantasía sexual y deseo. «Este tipo de fantasías se concibe como algo que se imagina, algo que, en la mayoría de las ocasiones, es improbable que se lleve a cabo. No es algo que deseamos que realmente suceda. Y ahí es donde reside la riqueza de las fantasías sexuales, en que no hay límites y en que nos permiten adentrarnos en prácticas poco comunes», aclara.

A pesar de esta consigna más genérica, lo cierto es que, en ocasiones, puede que sí que ambos miembros de la pareja decidan reproducir o llevar a la práctica esas fantasías. En estos casos la sexóloga ve adecuado ponerse en situación e imaginar si esa conducta nos resultaría placentera en la vida real. «A efectos prácticos es más seguro recrear en la mente una situación y tantear si es algo con lo que nos sentiríamos cómodos que exponerse directamente y comprobar in situ si eso va o no con nosotros», apunta. 

Fantasías masculinas vs femeninas
Las fantasías sexuales masculinas suelen ser, según precisa Navarro, algo más explícitas y visuales, además de que suelen incluir una mayor variedad de actividades sexuales. «Suelen ir también más asociadas a la genitalidad y ser más concretas en cuanto a las imágenes de la escena. El rol de dominación suele imperar, siendo ellos los que tienen el poder y control de la situación», revela. 

Las mujeres, por su parte, tienden a fantasear más con un contexto o situación que con acciones explícitas y abarcan zonas erógenas más amplias a la hora de reproducir lo que desean. Incluyen también una mayor cantidad de temáticas románticas y sus fantasías suelen estar mucho más guionizadas, de modo que en ellas se recoja todo tipo de detalles.

En lo que sí que suelen coincidir hombres y mujeres es en las fantasías en las que ambos practican sexo o reviven encuentros con su pareja actual. O incluso también con exparejas y relaciones pasadas.

Otro tipo de escenas que imaginan tanto hombres como mujeres es aquellas en las que practican sexo en lugares públicos o realizan tríos.

También los juegos de dominación suele ser una fantasía igualmente compartida. Tanto para ellos como para ellas el uso de accesorios de BDSM como antifaces, ataduras o fustas suele generar mucha curiosidad, e imaginarse dentro de una escena en la que se utiliza alguno de estos elementos puede resultar a ambos muy excitante.

Las fantasías sexuales que más se repiten
En los primeros puestos del ranking femenino, según apunta la sexóloga de Diversual, encontramos la fantasía de tener sexo con un desconocido. «Muchas mujeres fantasean con encontrarse con una persona que no conocen y tener un encuentro sexual bastante desenfrenado», comenta Navarro.

Otra situación con la que también fantasean las mujeres es con la posibilidad de practicar sexo con alguna celebridad; es decir, con algún cantante, protagonista de películas o personaje público al que admiran.

En el otro lado, una fantasía masculina muy común es el juego de roles en el que se imagina practicar sexo con personas que ejerzan un oficio concreto. Este tipo de fantasías tienen la ventaja de que son fáciles de replicar, ya que es sencillo llevarlas a cabo usando disfraces eróticos y otro tipo de accesorios. «Algo que también les suele gustar mucho a los hombres es imaginar a su pareja teniendo sexo con otra persona, sin necesidad de que implique participar en esa relación sexual», revela la sexóloga.

 ¿Y si no tengo fantasías?
Aunque las fantasías sexuales tienen una función adaptativa y son un indicador de salud sexual, el hecho de no tenerlas o no compartirlas con la pareja sexual no tiene que significar un desajuste en nuestra vida sexual, según aclara la sexóloga Rosa Navarro.

Lo que sí se ha evidenciado, no obstante, es que las fantasías sexuales influyen sobre la satisfacción sexual de tal modo que consiguen incrementarla. Y por eso suelen ser una herramienta útil en las terapias sexuales en aquellos casos en los que exista algún tipo de trastorno relacionado con el deseo y la excitación, tanto en los hombres como en las mujeres.

¿Puedo aprender a crear fantasías sexuales?
Ejercitar la imaginación en el ámbito sexual es factible y es una buena manera de trabajar el deseo sexual, según propone Navarro, quien explica que tanto la literatura como las películas eróticas pueden ser de gran ayuda..

Otra forma de trabajar las fantasías sexuales consiste en apoyarse en estímulos o en situaciones que ya tengan un sentido erótico para esa persona. Pueden ser objetos, lugares o prácticas sexuales concretas. El único requisito es que esa persona las considere excitantes. «Una vez que se haya identificado aquello que actualmente activa a esa persona a nivel sexual, ésta puede probar a elaborar pequeños relatos mentales usando ese listado. Al principio puede costar un poco, y las fantasías serán sencillas, pero a medida que se vaya practicando surgirán otras más elaboradas», aclara la sexóloga.

¿Es mejor mantenerlas en secreto?
Contar a la pareja nuestras fantasías sexuales es una decisión muy personal. «Tanto si decides hacerlo como si no, hay que recordar que son parte de tu sexualidad más íntima y solo tú puedes valorar si quieres compartirlas o prefieres reservártelas», aconseja la experta de Diversual.

En el caso de ambos deseen poner en común sus fantasías, lo que sí es recomendable es que lo hagan de forma asertiva, intentando no juzgar al otro. «Es normal que haya diferencias entre lo que le gusta a cada miembro de la pareja y esto no debe representar un problema, ya que, como hemos comentado, las fantasías eróticas no tienen por qué ser algo que se quiera llevar a la práctica», recuerda.

Eso sí, si lo que se quiere es que una fantasía se convierta en realidad, es importante que previamente se haga un ejercicio individual en el que se concreten los detalles sobre los límites y el contenido exacto de lo que se desea reproducir de esa fantasía. Puede ser que haya detalles que no queramos replicar y para eso precisamente es para lo que resultará útil un listado de ese tipo de cuestiones. «Por ejemplo, puedes tener la fantasía de practicar sexo en un lugar público y que alguien os sorprenda, pero a la hora de la verdad igual solo te sientes cómodo con la primera parte del relato», sugiere Navarro.

En general, hablar sobre las fantasías puede ser una buena forma de introducir nuevas prácticas y aumentar el repertorio de conductas sexuales de la pareja, pero la experta apunta que no siempre es sencillo hacerlo. «En ocasiones se pueden tener sentimientos de culpa o miedo al rechazo si se comunican aquellos pensamientos que nos excitan y con los que jugamos a vivir una vida sexual muy alejada de la que practicamos», comenta.

Para vencer ese miedo inicial la experta recomienda empezar por compartir fantasías menos sofisticadas y más normativas, con las que ambos se sientan cómodos y buscar aquellas que tengan ya algo en común porque tenga que ver con prácticas que ya hayan iniciado y simplemente supongan dar un paso más en ellas.

Fuente: ABC

Últimas publicaciones
Te puede interesar
Lo más visto