Consejos para padres: cómo evitar accidentes domésticos con los niños, según los expertos

SER PADRES Valeria Chavez
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En las últimas semanas se conocieron noticias donde la seguridad de los niños se vio en riesgo. Lo paradójico era que, en todas las situaciones descritas en las informaciones, los hechos que ponían en peligro la vida de los menores eran totalmente cotidianas y no aparentaban ser una amenaza para la seguridad de nadie.

Por caso, la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) alertó sobre la utilización de flotadores para el cuello en bebés. Según afirmaron, el “uso de estos productos puede provocar la muerte o lesiones graves”.

 Asimismo, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés) actualizó sus pautas de sueño seguro para bebés por primera vez desde 2016 y desaconsejaron por completo el colecho, bajo el argumento de que “la evidencia es clara de que (dormir juntos) aumenta significativamente el riesgo de lesiones o muerte del bebé”.

En la misma guía, la AAP enfatizó que “los padres no deben usar productos para dormir que no se comercialicen específicamente para dormir”, en referencia a los carros de paseo o butacas para el auto, donde sólo podrán dormir mientras estén en el vehículo.

Para los especialistas estadounidenses, “descansar con un bebé en un sofá, sillón o cojín y quedarse dormido aumenta el riesgo de muerte infantil en un 67%”. Y si el bebé es prematuro, nació con bajo peso o tiene menos de cuatro meses, el riesgo de muerte mientras duerme en estos lugares, que no son recomendados para su edad, aumenta de cinco a diez veces, señalaron.

La saga de noticias que hacen referencia a hechos domésticos que podrían prevenirse ocurrió este jueves y tiene como protagonista a un niño de diez años de la provincia de Córdoba, que falleció en las últimas horas de este viernes, tras haber sufrido tres paros cardíacos a causa de haberse atragantado con un chupetín cuando jugaba en el patio de la escuela.

Lo cierto es que caídas desde la cama u otras alturas; quemaduras con líquidos, fuego u objetos calientes; intoxicaciones con medicamentos; heridas con objetos cortantes; aplastamiento de los dedos por cochecitos, puertas o automóviles; atragantamiento; contactos con electricidad y hasta ahogamiento; son algunos de los principales tipos de lesiones por causas externas (LCE), muchas de las cuales podrían prevenirse.

En el país, las LCE representan la primera causa de muerte en niños de entre uno y 15 años, con una tasa de 11,6 casos por cada 100 mil niños, superior a la de los países desarrollados e inclusive por encima de las de Uruguay y Chile, según las estadísticas que manejan desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Entre las causas más frecuentes de estas muertes figuran los accidentes de tránsito (25,1%), asfixia (14,4%), ahogamiento (11,4%) y eventos con intención no determinada (11,9%, incluye aquellos en los que no se sabe fehacientemente si fueron intencionales o si ocurrieron sin intención de producir lesión).

A grandes rasgos, para prevenirlos, los especialistas aconsejan no dejar solos a los niños pequeños en ningún momento, no cocinar con un bebé en la cocina ni portándolo en brazos, tener precaución con las estufas y los braseros, no dejar líquidos calientes en mesadas, de bebé hacerlo dormir boca arriba, no dejar objetos pequeños a su alcance (mucho menos si son cortantes), colocar un disyuntor eléctrico en el hogar y realizarle mantenimiento periódico, instalar cercas alrededor de las piletas, amurar debidamente televisores y otros muebles y electrodomésticos, no transportar al niño pequeño en moto o bicicleta y, si viaja en auto, llevarlo en el asiento trasero y con sillita de seguridad, sólo por citar algunas de las recomendaciones principales.

Lo cierto es que la seguridad de los niños depende del ambiente en el que se desarrolla su cotidianidad, siendo los adultos responsables sus cuidadores primarios: padre, madre o tutor. Sin embargo, cualquier otra persona a quien se le delegue su protección, aunque sea transitoriamente, debe ser capaz de proporcionar las medidas adecuadas para prevenir lesiones.

“Esto se debe a que los niños habitualmente están en contacto con situaciones y elementos riesgosos mucho tiempo antes de tener la comprensión de que eso es un peligro”, sostuvo el médico pediatra Rubén Zabala, secretario del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP.

El rol del pediatra en la prevención de lesiones es fundamental, ya que sus intervenciones, son tomadas por los padres como una voz autorizada. En ese sentido, son estos profesionales quienes deben brindar pautas claras y con chances de ser aplicadas. “El ideario colectivo suele vincular la ocurrencia de lo que coloquialmente denominamos ‘accidente’ con hechos fortuitos, que no pueden ser evitados, pero la realidad indica que casi todas las lesiones que sufren los niños sí pueden ser evitadas”, sentenció el especialista.

“Por eso es muy importante que en los consultorios o centros de atención de la salud se disponga de estrategias de comunicación que permitan reforzar la necesidad de una mirada anticipatoria respecto de este importante problema para la salud integral de nuestros niños, niñas y adolescentes”, destacó por su parte la médica pediatra Viviana Soligo, miembro del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP.

Para el médico pediatra Osvaldo Aymo, del mismo comité de la SAP, “es aconsejable instrumentar una serie de medidas dirigidas al entorno, que no dependan de la percepción individual del riesgo”. En su mirada, ejemplos de estas medidas son:

- Diseño e innovación tecnológica de espacios y elementos riesgosos.

- Barreras arquitectónicas que impidan acciones riesgosas.

- Diseño de mobiliario infantil seguro.

- Tapas inviolables para envasar los elementos tóxicos, para que los niños no puedan abrirlos.

En ese sentido, el capítulo 1 del Manual de Prevención de Accidentes de la SAP está dedicado a “accidentes en la casa” y enumera todas las potenciales lesiones que pueden ocurrirle a un menor en los diferentes ambientes de su hogar, así como las maneras de prevenirlas.

Así, por ejemplo, en la cocina, las situaciones de más riesgo para los más chicos la representan mangos de utensilios asomando de las mesadas o cajones, artefactos eléctricos y elementos cortantes al alcance de la mano, perillas de cocina que puedan abrirse fácilmente, y productos de limpieza al alcance de los niños entre otras.

En el baño -uno de los ambientes preferidos de los niños para adentrarse a investigar-, en tanto, las intoxicaciones con monóxido de carbono cuando el calefón o termotanque está instalado en ese ambiente, es uno de los accidentes más comunes. Además, traumatismos por caídas, quemaduras por agua caliente o calefactores, ingestión de medicamentos, etc, son algunas de las lesiones que se deben prevenir.

En el living comedor, por caso, las alfombras pueden ser causal de tropezones, así como los desniveles que suele haber en ese tipo de ambiente. Por otro lado, enchufes sin tapa, lámparas de pie con cables expuestos, “zapatillas” que si bien se esconden detrás de muebles llaman la atención de los niños pequeños, hogares a leña, adornos, floreros o jarrones que pueden romperse y causar cortes son otros de los “peligros” en el hogar de los que alerta la SAP.

El dormitorio es una habitación en la que los niños, entre horas de descanso y de juego, pasan muchas horas al día. Allí, además de las caídas de las camas (que si son cuchetas pueden ocasionar golpes de gravedad), los niños pueden lesionarse si se dejan llaves de placares a su alcance, si se guardan tijeras o alicates en los cajones a los que ellos acceden, por atragantamiento con algún juguete u objeto pequeño, o fallas en los sistemas de calefacción.

En los balcones y terrazas la caída al vacío representa el riesgo principal, frente al que siempre deben revisarse las barandas, así como colocar protección metálica, de soga o plástico. De todos modos, no son lugares donde los niños deban jugar sin la presencia de un adulto, según consideran los especialistas.

En el lavadero, la presencia de artefactos eléctricos y agua, de por sí constituye un lugar de cuidado tanto para adultos como niños. Además, los productos de limpieza y/o tóxicos de jardinería que allí suelen almacenarse representan un peligro extra para los más chicos de la casa.

Finalmente, los garajes, además del lugar de guardado del vehículo familiar, suelen albergar herramientas u objetos para la reparación de averías del hogar, que son especialmente peligrosos si se encuentran al alcance de los niños. Y los patios y jardines suelen ser los lugares de esparcimiento por excelencia, sin embargo, una pileta sin protección, brasas encendidas en la parrilla, un pozo mal tapado, una rama de un árbol, una planta con espinas o una baldosa floja son potenciales disparadores de “accidentes”, que pueden preverse.

Como se ve, la casa es bien considerada “el refugio” de las familias, pero puede volverse una trampa mortal si no se tienen los cuidados necesarios ni se establecen pautas claras de convivencia o se vigila a los niños pequeños cuando aun no son capaces de dimensionar el peligro latente en lo que los rodea.

Fuente: Infobae 

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