Inteligencia nutricional: qué tan expertos nos hemos vuelto en los hábitos saludables de alimentación

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Agustín Gallardo
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¿Somos los que comemos? Eso dicen. La lógica indicaría que ante un pedazo de brócoli y uno de chocolate, la mayoría de las personas irían corriendo tras el dulce. Pero no. Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, indica que las personas tienen un instinto natural para comer alimentos saludables, en lugar de simplemente sentirse atraídos por los refrigerios grasosos y azucarados. Este equipo de trabajo descubrió que las personas parecen sentirse atraídas por nutrientes específicos, y no por alimentos ricos en energía.

Dentro del universo de la mala alimentación, la obesidad es uno de los mayores problemas de salud a nivel mundial y una enfermedad compleja que no es causada simplemente por una mala alimentación, inactividad o falta de fuerza de voluntad. De hecho, están en juego complicados factores ambientales y de estilo de vida. Comer rápido se ha estudiado como un factor de riesgo potencial para tener sobrepeso y obesidad. Una revisión reciente de 23 estudios encontró que los comedores rápidos tenían aproximadamente el doble de probabilidades de ser obesos, en comparación con los comedores lentos.

Asimismo, los resultados de otro estudio, presentado en las Sesiones Científicas de la Asociación Americana del Corazón en 2017, sugirieron que engullir la comida puede dañar gravemente la salud cardiometabólica.

Pero, volviendo a la investigación de Bristol ¿qué sucede con esta cuestión de sabiduría nutricional? Los investigadores descubrieron que las personas parecen tener esta sabiduría, por lo que los alimentos se seleccionan en parte para satisfacer nuestras necesidades de vitaminas y minerales. El autor principal, Jeff Brunstrom, profesor de psicología experimental en la Universidad de Bristol, dijo: “Los resultados de nuestros estudios son enormemente significativos y bastante sorprendentes Por primera vez en casi un siglo, hemos demostrado que los humanos son más sofisticados en sus elecciones de alimentos y parecen seleccionar en función de micronutrientes específicos en lugar de simplemente comer todo y obtener lo que necesitan de manera predeterminada”

El artículo, publicado en la revista Appetite, da un nuevo peso a la audaz investigación realizada en la década de 1930 por la pediatra estadounidense Clara Davis, quien puso a un grupo de 15 bebés en una dieta que les permitía “autoseleccionar”, en otras palabras comer lo que quisieran, de 33 alimentos diferentes. Si bien ningún niño comió la misma combinación de alimentos, todos lograron y mantuvieron un buen estado de salud, lo que se tomó como evidencia de sabiduría nutricional.

El equipo del profesor Brunstrom desarrolló una técnica novedosa que consistía en medir la preferencia mostrando a las personas imágenes de diferentes combinaciones de frutas y verduras para que sus elecciones pudieran analizarse sin poner en riesgo su salud o bienestar.

En total, 128 adultos participaron en dos experimentos. El primer estudio mostró que las personas eligieron ciertas combinaciones de alimentos más que otras. Por ejemplo, la manzana y el plátano o banana se pueden elegir con un poco más de frecuencia que la manzana y las moras. Las opciones parecen reflejar las cantidades de micronutrientes en un par y si su combinación proporciona un equilibrio de diferentes micronutrientes.

Los investigadores del estudio de Bristol cotejaron sus hallazgos con combinaciones de comidas del mundo real, como se informó en la Encuesta Nacional de Dieta y Nutrición del Reino Unido. Esto mostró que las personas combinan las comidas de una manera que aumenta la exposición a los micronutrientes en su dieta.

Específicamente, los componentes de las comidas populares del Reino Unido, por ejemplo, pescado y papas fritas, o curry y arroz, parecen ofrecer una gama más amplia de micronutrientes que las combinaciones de comidas generadas al azar, como papas fritas y curry. “Lejos de ser un generalista algo ingenuo, como se creía anteriormente, los humanos parecen poseer una inteligencia perspicaz cuando se trata de seleccionar una dieta nutritiva”, finalizó el experto.

La comida que se consume cada día es fundamental para la salud, y se calcula que, a nivel mundial, los factores de riesgo relacionados con la mala alimentación causan 11 millones de muertes.

Dieta de información

Ahora bien, ¿cómo vamos aprendiendo y sabemos más de lo que nos hace bien en materia de alimentación? La licenciada en nutrición, Mariana Patrón Farías explica a Infobae que si bien sabemos que los requerimientos nutricionales están estandarizados para la población general según grupo etario (edad, sexo, etc), “cada persona en lo particular tiene la posibilidad de elegir cómo cubrir esa demanda de macro y micronutrientes. Esta selección de alimentos individual se ve muy influenciada por nuestra “dieta de información” es decir, aquello que escuchamos o leemos en RRSS, alimentos mágicos y dietas de moda, etc.

Dice Patrón Farías: “Esta Información muchas veces no se adecua a esa persona y sus requerimientos, pero de todas formas se aplica en la alimentación. Esto conlleva riesgos de carencias o de excesos, entre otros daños posibles para la salud. El consumo de alimentos industrializados con el agregado de sal, azúcar, grasas, harinas refinadas y demás aditivos también desvían a las personas a la hora de seleccionar alimentos, porque son tan sabrosos que invitan a comer más allá de nuestras necesidades biológicas”.

Entonces, ¿qué le falta al paciente aún por aprender o llevar adelante en materia de hábitos y consumo de alimentos saludables? “Por un lado las personas necesitamos conectarnos más con esta “sabiduría nutricional interna” y escuchar al cuerpo en sus necesidades. Estamos bombardeados de fake news y lo que falta es hacer una lectura más crítica para reconocer la ciencia de la información sin fundamento científico que confunde. No es tan simple, porque lo “fácil y mágico” siempre es más atractivo que el cambio de hábitos, proceso que requiere de consciencia y reflexión, de tiempo y planificación, para el desarrollo final de una nueva rutina”, dice Patrón Farías.

Daniel Tangona, reconocido instructor personal certificado por la National Council on Strength and Fitness (NCSF), coincide: “La gente, a veces, por mala información, por no seguir a nutricionista profesionales y matriculados, empieza a hacer recortes en nutrientes esenciales y se pueden encontrar con una anemia por falta de hierro, con osteoporosis y riesgos de facturas, por falta de calcio. Con déficit inmunitarios que los expondrán a un mayor riesgo de infección. Por eso no quiere decir que comamos menos, que suprimamos hidratos de carbono como proteínas grasas, porque esto puede traer grandes problemas de salud”.

Por otro lado, la especialista asegura que necesitamos revisar con frecuencia cómo estamos y cómo nos sentimos. “Lo que vemos con mi equipo en las consultas es que las personas con obesidad se adaptan al malestar corporal, aceptando como normales los limites que el exceso de grasa corporal les genera. Y se entregan a seguir adelante así, sin cambios, sin poder priorizar su bienestar y salud. Siento que desde mi lugar, trabajar la motivación de los pacientes, acompañarlos y ayudarlos a priorizarse, es clave”, explica.

Sabiduría post pandémica

“¡Por su puesto, la pandemia nos cambió todo!”, dice Tangona cuando se le pregunta por cómo la crisis sanitaria generó conciencia de nuevos hábitos saludables. El asunto, dice el especialista, es cómo actuamos de ahora en más. “Los que nunca entrenaron, no van a entrenar. Y los que vieron por zoom que bailar en el lugar, saltar, hacer la limpieza de l casa con mucha energía, con un gasto calórico, se quedaron con esto. Lo mismo, aquellos que comían en exceso, se pensaban que la pandemia era solo para cocinar y encima, empezaron a hacer pizza y pan, todo lo que era una recarga de hidratos de carbono en exceso, se encontraron a la salida de todo esto con complicaciones físicas. Evidentemente ahora, con la vuelta de la normalidad, la gente empezó a entender que se tenía que cuidar. Cantidad de gente empezó a comer pescados, carnes magras, frutas y verduras”.

La nutricionista Patrón Farías asegura que la pandemia afectó a nivel nutricional de la gente, porque la elección de las comidas estuvo condicionado por el encierro durante los primeros meses. “Algunas personas cocinaban por aburrimiento mientras que otros no daban a basto entre los quehaceres de la casa, acompañar a los niños en sus tareas y sus propias obligaciones laborales. Y sin duda, lo que más afectó fue el estado emocional: incertidumbre y miedo”, explica.

Y agrega: “Muchas personas lograron hacer el click durante este tiempo e implementaron cambios profundos en sus hábitos. Aprendieron a cocinar, se informaron y sintieron ese cambio en el cuerpo y el nivel de vitalidad. Ese grupo de personas, posiblemente hoy continúe manteniendo los cambios. O si no los mantuvo, al menos se dio cuenta de que puede lograrlo y el resultado que puede obtener”.

Tangona cierra: “Si me preguntas, el desafío que aún nos faltan es comprometernos con la vida, con la salud, con nuestra espiritualidad. Empezar a mirarnos de adentro para afuera. ¿Por qué a veces nos castigamos tanto comiendo cosas que nos hacen mal? Una no puede estar todo el día con hambre. Hay que hacer un trabajo con un coaching ontológico, con un psicólogo, hay un montón de profesionales que pueden ordenarte con todo. Y el ejercicio, que siempre te calma. Es fundamental y lo que yo llamo el ansiolítico natural porque genera químicos para que estés tranquilo y relajado”.

Fuente: Infobae

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