La obesidad, una epidemia silenciosa donde la formación es clave

NUTRICIÓN Ignacio Menses
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Cada vez nos preocupamos más por la salud y por el papel que juega la alimentación en ella. Y, sin embargo, los datos siguen poniendo de relieve el impacto alarmantemente negativo del sobrepeso y la obesidad.

En todo el mundo, la sufren 800 millones de personas: se trata, para muchos, de una verdadera pandemia invisible contra la que solo cabe luchar con información y el apoyo de profesionales de la nutrición adecuadamente formados. Hoy, cuatro de marzo, se celebra el Día Mundial Contra la Obesidad.

“A pesar de que tenemos acceso a mucha información, estamos muy perdidos. No hay mayor conocimiento, sino mayor confusión”, explica Beatriz Robles, dietista-nutricionista y docente de la Universidad Isabel I. Puede que las bases de una alimentación saludable sean de dominio público (una dieta basada en alimentos vegetales, con poca carne roja y minimizando los alimentos procesados y ultraprocesados, además del alcohol), pero sobre ese conocimiento básico actúan muchas fuerzas opuestas: los responsables de salud pública, los sanitarios, la industria de alimentos insanos, las sociedades científicas con conflictos de interés... “Nos llegan mil mensajes que lo distorsionan. Se nos ofrecen alimentos envasados llenos de azúcar pero que “ayudan a nuestras defensas”; se resaltan declaraciones como “light” o “bajo en grasa” para dar valor a productos insanos que compiten por su cuota de mercado... Y estamos lastrados con creencias muy arraigadas sin fundamento científico, como el miedo a comer huevos por el colesterol o la idea de que una copa de vino es cardiosaludable”, añade la experta.

De qué información conviene desconfiar en Internet? En líneas generales, es recomendable descartar cualquier dieta promocionada por una persona sin formación contrastada, o con un conflicto de intereses (porque, por ejemplo, venda complementos o productos). Pero también “se debería huir de todo aquello que prometa resultados rápidos, asombrosos o mágicos; que prohíba el consumo de un alimento o grupo de alimentos; que contradiga a colectivos sanitarios de reputación reconocida, que incluya relatos, historias o testimonios sin documentar o que exagere o distorsione la realidad científica de un nutriente o alimento”, afirma María del Carmen Cuadrado, docente del grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Complutense de Madrid. “La dieta saludable es aquella que nos permita mantener la salud, reducir el riesgo de enfermedades y, lo más importante, que podamos mantenerla toda la vida”, añade Robles.

Especialistas en nutrición
Frente a esta auténtica marea de datos, resulta de vital importancia confiar en profesionales adecuadamente formados. Y nadie mejor para ello que los dietistas-nutricionistas, unos especialistas cuyo grado les habilita legal y profesionalmente para ocuparse de la nutrición y dietética de toda la población (sana y enferma), en todas las etapas de la vida y todas las situaciones, además de estar capacitados para trabajar en equipos multidisciplinares. El grado universitario les aporta no solo una formación especializada en nutrición, dietética y salud pública, sino conocimientos básicos sobre Ciencia y Tecnología de los Alimentos (entre otros aspectos, el saber analizar su composición, propiedades y valor nutritivo) y otras disciplinas como Fisiología, Bioquímica, Anatomía e higiene y seguridad alimentaria.

El principal problema, señalan, es la falta de regulación que favorece el intrusismo: “La nutrición es un tema sensible y muy cercano relacionado con nuestra salud y que nos incumbe a todos, pero hay que tener presente que la nutrición es una ciencia, no una opinión”, esgrime Cuadrado. Un intrusismo que toma muchas formas diferentes, como explica Robles: “Influencers que hablan de su dieta; empresas que proponen planes dietéticos basados en sus productos, en los que los vendedores son comerciales sin formación reglada; e incluso, lamentablemente, profesionales sanitarios cuyas formaciones no les capacitan para dar asesoramiento dietético”.

Múltiples salidas profesionales
Aunque la figura del nutricionista se asocia habitualmente al perfil clínico que pasa consulta o asiste en unidades de nutrición hospitalaria, la realidad es que estos especialistas tienen numerosas opciones de desarrollo profesional como la docencia; la investigación en laboratorios, integrados en equipos multidisciplinares; la divulgación; la acción comunitaria (enfocada en la prevención y promoción de la salud, participando en programas de políticas alimentarias, por ejemplo); la industria alimentaria; la nutrición personalizada o la deportiva, “un campo que requiere una especialización muy cuidadosa y precisa porque, además de las generalidades, cada deporte tiene unas exigencias nutricionales concretas”, ilustra Robles. “Cada vez se es más consciente de la repercusión que puede tener la alimentación en el rendimiento deportivo y, afortunadamente, se le está dando la importancia que merece”.

El mayor reto de cara al futuro, añade Robles, tiene que ver con el sistema público de salud: “El principal reto es entrar en la sanidad pública. Actualmente no lo estamos, a pesar de que los datos reflejan claramente que contar con dietistas-nutricionistas en la sanidad pública es económicamente rentable por, por ejemplo, reducir los problemas de desnutrición hospitalaria (que incrementan las estancias en el hospital)”. La carencia de estos profesionales, continúa, “abre una brecha social, porque es un servicio mayoritariamente privado al que no puede acceder la población que tiene menos recursos y que, por otra parte, es la que presenta mayores problemas sanitarios relacionados con la alimentación”.

Fuente: elpais.com

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


 

 

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