Entrenamiento compulsivo: cuando el ejercicio puede perjudicar la salud física y mental

SALUD Ana COHEN
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Hacer ejercicio físico ayuda a mejorar las funciones cardiorrespiratorias, las musculares, a fortalecer la parte ósea y a reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. Eso nadie lo discute: reporta beneficios físicos y psicológicos a cualquier edad.

Sin embargo, también puede perjudicar la salud física y mental. Así ocurre en el caso de que la persona haga ejercicio físico de forma repetitiva y frecuente, sin ser capaz de controlarlo o reducirlo, a pesar de los daños que le provoca.

“En la compulsión de hacer ejercicios hay que distinguir tres trastornos en particular. Uno es el alimentario, que afecta por lo general a las chicas y las lleva a practicar ejercicio tal como si fuera una ‘purga’, con la idea de compensar la cantidad de calorías que consumieron”, explica Ricardo Pérez Rivera (M.N. 87.924) psiquiatra especialista en Trastorno Obsesivo Compulsivo y enfermedades asociadas.

El segundo trastorno, además del alimentario, que propicia este tipo de conducta es la dismorfia muscular. “Las personas sienten que su masa muscular está disminuida, se ejercitan de forma compulsiva y extendida, sienten que su físico no es lo suficientemente magro o musculoso, tienen un sufrimiento emocional y esconden su cuerpo con ropas grandes. Abusan de anabólicos y batidos proteicos sin ser fisicoculturistas”, describe el especialista. La persona se siente obligada a realizar el ejercicio físico para evitar o reducir su malestar.

“Tanto en el trastorno alimentario como en la dismorfia muscular, las personas tienen baja autoestima y distorsión con su imagen corporal”, señala el psiquiatra y agrega que “los más perfeccionistas también pasan más tiempo en el gimnasio y se produce una combinación obsesivo-narcisista”.

El tercer trastorno tiene que ver con la vigorexia, donde las personas se preocupan de manera excesiva por su imagen corporal, fundamentalmente por desarrollar un cuerpo atlético. “Con estas conductas, lo que se marca es el circuito de recompensa a nivel neurológico. Tiene los mismos patrones de una conducta adictiva. Cada vez precisan más ejercicio para tener la misma sensación, tiene el efecto del “subidón” que es la euforia cuando están activos y un efecto de abstinencia y malestar cuando no hacen ejercicio”, detalla Pérez Rivera.

Hacer ejercicio compulsivamente, una adicción conductual
Todos estos trastornos tienen profundas raíces culturales y se agudizaron en las últimas décadas, debido fundamentalmente a que los medios de comunicación y las redes sociales publicitan imágenes de personas atléticas y musculosas como modelo a seguir.

La adicción al ejercicio no está reconocida oficialmente como un trastorno mental. Pero muchas investigaciones ya apuntan a que en futuras ediciones del ‘Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales’ (DSM), de la Asociación Americana de Psiquiatría, podría estar definida como una adicción conductual, algo que ya sucede con el juego.

Del mismo modo, la subida de endorfinas por hacer ejercicio también puede ser una de las principales causas de adicción al ejercicio. Al igual que con los efectos de las drogas ilegales, un efecto de endorfinas puede ser adictivo hasta el punto en que las personas hacen ejercicio compulsivamente para lograr ese sentimiento de forma constante.

Cómo superar la adicción al ejercicio
Si las personas ya detectaron que son adictas al ejercicio, los pasos que deben seguir para superar este problema son:

Consultar con un especialista en entrenamiento para diseñar una rutina adecuada y saludable, sin excesos.
Empezar un tratamiento psicológico. Los especialistas ayudan a superar la adicción desde el origen del problema. Así el paciente entenderá qué es lo que está pasando con su imagen, su autoconcepto y aprenderá a hacer ejercicio de forma saludable, moderada y adecuada a su edad.

Fuente: TN

   

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