Los nueve pilares que mejorarán tu salud cerebral

ALIMENTACIÓN Y SALUD Sara BLANC
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En la actualidad, la salud mental está centrando parte del panorama social, político, científico y ciudadano. Estudios como el realizado por parte de la Confederación de Salud Mental de España, en marzo de 2021, han evaluado el impacto de la pandemia sobre ella.

Algunas cifras son apabullantes. Con la pandemia, España ha prescrito más del doble de psicofármacos. Durante el confinamiento, un 46% de las personas participantes en el estudio estatal manifestaron sufrir malestar psicológico, un 30% ataques de pánico, un 60% se sintió deprimido y un 40% ha tenido problemas de sueño. Cuestiones como la depresión o la ansiedad han aumentado en un 28 y un 26%, respectivamente, y la población infantil y juvenil también ha notado un incremento notable de los trastornos relacionados con la salud mental.

Un contexto como este nos obliga a darle «una vuelta de tuerca» al abordaje de la salud mental, porque tal y como explicaron las Dras. Sari Arponen y Olalla Otero, una gran parte de esta incidencia tan alta podría evitarse con unos correctos hábitos de vida y poniendo el foco en el equilibrio de la microbiota.

Salud mental vs salud cerebral
Ambas expertas impartieron un desayuno informativo en Madrid organizado por Nutribiótica en el que la Dra. Arponen, médico internista autora del best-seller '¡Es la microbiota, idiota!', propuso el concepto de «salud cerebral» frente al de salud mental. «Con este concepto, englobamos una realidad biopsicosocial más amplia, que implica la salud mitocondrial, neuronal, de la glía, de la memoria, la inteligencia y el habla; de los movimientos y, por supuesto, de las emociones, las relaciones…».

Para la Dra. Arponen, es evidente que en España tenemos un problema de salud cerebral. «Las enfermedades neurológicas causan el 19% de las muertes que se producen cada año en nuestro país. Son cerca de 80.000 personas y sabemos que su mortalidad en general ha aumentado en más de un 18% en la última década», detalla.

Pero no solo eso. El estrés es un compañero de viaje diario de más del 70% de los españoles, cronificando una situación que tiene consecuencias directas en nuestra salud cerebral y que deriva en síntomas como falta de energía, niebla mental, alteraciones de memoria, dificultades para la concentración…

Eje intestino-cerero
Durante el evento, la Dra. Olalla Otero, bióloga y experta en microbiota, explicó por qué los 100 billones de microorganismos que pueblan nuestra microbiota humana pueden afectar directamente a una correcta función cerebral. «Ya sabemos desde hace tiempo», explicó la especialista, «que un correcto equilibrio de la microbiota no solo es esencial para la salud intestinal, sino también para la extraintestinal».

En este contexto, «la revolución que supuso entender que entre nuestro cerebro y nuestro intestino existe una comunicación bidireccional es tremenda. Nuestras bacterias intestinales producen sustancias neuroactivas, como por ejemplo hormonas o neurotransmisores, que son capaces de afectar al funcionamiento del sistema nervioso central», explica Otero.

Es decir, «que tanto el estrés mantenido en el tiempo característico de nuestra sociedad como la gestión emocional en general tiene un impacto directo en la composición de la microbiota, a la vez que nuestros 'bichillos' intestinales impactan en la función cerebral».

La bióloga explicó en el desayuno en Madrid que, de hecho, existe un patrón de disbiosis (desequilibrio de la microbiota) característico en personas que padecen depresión y ansiedad. «Esto provoca una inflamación a nivel intestinal que, a su vez, por todas las vías de comunicación que existen, se traslada también al cerebro y estimula el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal».

Relación entre salud cerebral y microbiota
Algunos de nuestros hábitos son nocivos para nuestra salud cerebral. Por eso, las Dras. Arponen y Otero proponen un puzzle de la salud cerebral y de la microbiotade con las siguientes piezas:

- Ritmos circadianos: no dormir correctamente y alterar los ritmos naturales de sueño puede afectar a la microbiota y viceversa, ya que nuestras bacterias influyen en la producción de neurotransmisores, como la melatonina.

- Tóxicos ambientales: los metales pesados, pesticidas, microplásticos e incluso algunos aditivos alimentarios alteran la composición de la microbiota.

- Estrés crónico: la cronificación del estrés provoca que nuestro sistema inmune esté constantemente en alerta, favoreciendo la inflamación y desequilibrando la microbiota.

- Alimentación: dependiendo de cómo sea nuestra alimentación, así será nuestra microbiota. Debe ser rica, variada, con comida real, de temporada y rica en alimentos prebióticos, la comida de nuestras bacterias.

- Ejercicio: el deporte consigue reducir bacterias patógenas e incrementar otras beneficiosas, como la Akkermansia (relacionada con el metabolismo y la pérdida de peso) o las bifidobacterias.

- Socialización: los intercambios de microorganismos con nuestros congéneres (incluso con nuestras mascotas) nos dotan de una microbiota más rica y saludable.

- Contacto con la naturaleza: estar en espacios verdes ricos en diversidad, como los bosques, ayuda a tolerar mejor el estrés.

- Sobremedicación: los fármacos y antibióticos impactan de manera directa en nuestra comunidad intestinal bacteriana.

- Psicobióticos: probióticos humanos de IV Generación formulados con cepas específicas capaces de incidir en la función cerebral. Son una herramienta terapéutica eficaz para actuar en el eje intestino-cerebro.

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