Fisicoculturista a los 64 años: no la detuvo la diabetes, su condición cardíaca, ni el trasplante de riñón

NOTICIAS DE INTERÉS Gastón PEDRAZA
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Julia Olson tiene una historia que inspira. ¡Y cómo! A los once años fue diagnosticada con diabetes tipo 1, la que se gesta cuando el páncreas no produce insulina. Con los años, esa enfermedad le complicó los riñones y con 28 años sufrió un fallo renal que la puso en lista de espera para ser trasplantada.

En sus redes sociales, esta mujer de Georgia, EE.UU., comparte su historia con el fin de motivar a otras personas: “Créanme, una comienza a mirar a sus semejantes de manera diferente. Con reverencia, amor y conmoción. Porque cualquiera podía ser mi donante”.

Claro que estaba aterrada, era consciente de lo complejo que era su caso, pero más compleja era la vida que llevaba sin la opción de un nuevo riñón. “Iba a morir a los 40 años, ya que la diálisis y una diabetes como la mía no era sostenible más allá de unos cinco años”, recuerda sobre la advertencia médica.

“Luego vi la historia de una mujer con un trasplante de riñón y páncreas como el que yo necesitaba. Eran casos raros, considerados experimentales. Ella estaba muy bien”, revela. En julio de 1991, llegó la llamada: había un donante.

“Me desperté en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital, como si estuviera en un cuerpo nuevo. La diabetes se curó, el riñón funcionó de inmediato y las complicaciones se revirtieron, pero no desaparecieron por completo”, reconoce Julia. Y es que 14 años después necesitaba un triple bypass cardíaco. Ya tenía 48 años.


“No había forma de que quisiera que me abrieran el esternón con las arterias de la pierna y el pecho para arreglar mi corazón obstruido”, recuerda. Siguió cerrada en su pensamiento hasta que en una guardia a la que fue porque sentía que no podía respirar le suplicó a la enfermera que no la operaran. Como respuesta, la mujer se desabrochó la chaqueta y le mostró su larga cicatriz: “¡Tuve uno y estoy bien!”, la convenció.

Tardó en recuperarse física y emocionalmente unos dos años. Luego vino una extirpación de la tiroides y la menopausia a los 50. “Ahora tengo 64 años. Pensamientos y experiencias como estas se acumulan en mí POR QUÉ y me dan razones para estar agradecida y lista por todo lo que puedo hacer para mantener mi salud en condición estelar. ¡El culturismo y la macronutrición fueron la respuesta sostenible!”, escribe en un posteo.

La vida después del trasplante y la cirugía cardíaca
“Este verano, en el 30 aniversario del trasplante, participé en dos competiciones npc bikini masters después de entrenar durante dos años. Quería ver hasta dónde podía llegar con la transformación. Tomé el primer y tercer lugar en dos shows y tuve el mejor momento de mi vida. Estoy lista para ir de nuevo en 2022″, se entusiasma.

Fueron meses de entrenamiento de cinco a seis días a la semana. Una hora de cardio y otra hora y media a dos de culturismo. Julia pasó la mayor parte entrenando en casa en medio de la pandemia. “Usé pesas que compré y bandas elásticas. Hace poco pudimos volver al gimnasio”, relata.

Un mensaje de esperanza sin edad
“¡Si tienes más de 50 o 70 años, se puede cambiar tu forma de pensar, tu vida y tu cuerpo!”, alienta y se anima a dar algunos consejos:

Escribir las metas. “Una meta no es un deseo. Una meta tiene una fecha límite, detalles y es desafiante pero realista”, diferencia.
Comprometerse y ser consistente.
Levantar pesas en un programa estructurado con personas idóneas.
Consumir alimentos nutritivos para desarrollar músculo y perder grasa.
Hacer un poco de actividad aeróbica 4 veces por semana (¡caminar!).
Ser positivo y agradecido.
Escribir un diario de viaje de cuerpo, mente y espíritu.
Beber agua.
Dormir al menos 8 horas por las noches.
Encontrar formas de liberarse del estrés (meditación, yoga, respiración).

Fuente: TN

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